¡QUE NO TE PIERDA, SEÑOR!
Sales a mi encuentro, tiempo de gracia y
de cuaresma,
para hacerme comprender que, mi vida sin
Dios, es paja que lleva el viento.
Venís a mi encuentro, días de gracia y
de perdón,
para hacerme sentir que, no estoy sólo,
que Dios me acompaña en mí caminar
que, cuando vuelvo los ojos hacia Él,
no hay reproche alguno sino indulgencia
plena.
que no desperdicie tantos dones que me
traes
que, si hay para mí, también los
pretenda para los demás
que, donde estén presentes mis gestos y
mis detalles
mi servicio y mi delicadeza,
que, entonces Señor, sienta que no te
estoy perdiendo.
Porque son muchos los lodos que intentan
engullirte
porque, a veces, la ceniza deja más
rastro en nosotros
que la misma luminosidad de la Santa
Pascua.
Porque, a veces Señor, decimos tenerte y
no te conocemos.
Decimos quererte, y nos resistimos
acompañarte con tu cruz.
Decimos ser de los tuyos, y volvemos la
cara.
¡QUE NO TE PIERDA, SEÑOR!
Para que, cuando llegue junto contigo al
final del Gólgota,
sepa valorar el esfuerzo de mi
CONVERSION
El alimento de mi ORACIÓN
El rédito del silencio de la CARIDAD
La hermandad del PERDÓN dado y recibido
¡QUE NO PIERDA DE VISTA TU PASCUA, SEÑOR!
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