¿SOY CIEGO, SEÑOR?
Digo creer en Ti, y
vivo como si no existieras.
Pretendo caminar por
tus sendas y no palpo tu presencia.
Presumo de conocerte y
apenas escucho tu Palabra.
Digo que ¡nadie hay
como Tú! y tiemblo cuando las dificultades asoman.
Abro los ojos ante el
mundo y me cuesta decir que Tú lo mueves.
Confieso que Tú eres la
luz del mundo y me escondo en oscuridades peligrosas.
Rezo mirando al cielo y
a la vez me fío demasiado
de las decisiones del
mundo.
Soy humano y, muchos
días, me considero exclusivamente divino.
Soy pecador y,
queriendo o sin querer,
me las doy de justo y
honrado.
Afirmo conocer todos
los secretos
y, a mis ojos, se
escapa lo esencial.
Conozco la ciencia y la
matemática
y no sé cómo
encontrarte en mi vida.
Porque leo tu Palabra y,
pienso que es para los demás.
Escucho tu Palabra y
creo que no va conmigo.
Camino, subo y bajo,
corro y avanzo
y me tropiezo a cada
instante dándome de bruces
contra mis propias
ideas y pensamientos.
¡CAMBIÁME, SEÑOR!
Mi naturaleza humana,
para reconocerte.
La forma de mirar para
no perderte de vista.
El ritmo en mi caminar
para ir a tu lado.
El ruido de mi
existencia para escuchar tus pisadas.
¿ESTARÉ CIEGO, SEÑOR?
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