miércoles, 29 de marzo de 2023


 

2003 MEDITACIÓN EUCARISTICA: 

SIN JESÚS NO SOMOS NADA

Nos estamos acercando a la celebración de la gran semana de los cristianos, la semana santa. En ella nos daremos cuenta como Jesús es el eje de nuestras vidas porque él fue capaz de ofrecer si vida por el bien de nosotros, por el bien de toda la humanidad. Creyentes o no creyentes todos hemos sido salvados por su vida ofrecida, su cuerpo entregado y su sangre derramada. Todo esto nos lleva a la conclusión que sin Jesús no somos nada, sin él nuestra vida de creyentes es una pura fantasía. Él da consistencia a nuestra fe y nos enseña el camino de la entrega generosa, a la disponibilidad total de nuestra vida: con nuestro tiempo, nuestros talentos y dones, nuestro servicio gratuito y desinteresado por el bien de la humanidad, que se concreta en el poco de bien que podemos hacer a los que están a nuestro alrededor o pasan simplemente por nuestra vida. Un poco de pan, un poco de agua, vestir al que va desnudo, asistir y acompañar al enfermo, emigrante y encarcelado, etc. Podemos hacer tanto bien y que las personas se sientan acogidas, respetadas y amadas en lo más sencillo de la vida. Escuchemos esta bonita historia.

 

EL BURRO VANIDOSO: Una vez un burro vanidoso llegó a su casa muy contento, muy feliz, y no dejaba de sentirse orgulloso… Su mamá le preguntó: Hijo, ¿por qué tan contento y altivo?

A lo que el burro vanidoso responde: Ay mamá, sabes que cargué a un tal Jesucristo, y cuando entramos a Jerusalén todos me decían: Viva, viva, salve… viva, viva… y me lanzaban flores y ponían palmas como alfombra.

Entonces la madre le dijo: Vuelve otra vez a la ciudad, hijo, pero no cargues a nadie, promete que no cargarás a nadie más.

Al otro día el burro vanidoso fue, y de regreso venía llorando y muy triste, demasiado triste, y le dijo a su mamá: Ay mamá, no puede ser, no puede ser.

Ella le preguntó: ¿Qué te pasa, hijo?

Respondió el burro vanidoso: Mamá, nadie se fijó en mí, me echaron del lugar, pasé desapercibido entre las personas y hasta me echaron de la ciudad.

La mamá se le quedó mirando y le dijo: Eso te pasó, hijo, porque tu sin Jesús… ¡eres solo un burro!’.

Este bonito y simpático cuento nos hace caer en la cuenta que sin el Señor Jesús no somos nada, absolutamente nada. No cabe duda que hay gente que tiene el don para poder transmitir ideas de forma clara y amena. Este texto es un claro ejemplo de ello. Y cuán fácil resulta perder de vista lo que tenemos frente a nosotros. Con frecuencia nos sentimos el centro del mundo, y sus alrededores; cuando hacemos las cosas bien, cuando trabajamos por el bien común o cuando todo lo que emprendemos parece que tiene buen resultado. A veces os sentimos los dueños del mundo, pero la pandemia vino a recordarnos que no somos nada, que basta un simple virus o una gripe para recordarnos que unos invisibles virus nos ponen a moquear y sin fuerzas como cualquier desnutrido mortal.

Como nos recuerda el aforismo latino: Errar es de humanos, no podemos extrañarnos de cometer errores. Un santo dijo sabiamente: “Cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos”. Este tipo de consejos nos ayudan para que no perdamos el rumbo y que nuestros pies estén siempre en tierra. Ya sé que esto les sonará a algunos como una actitud inhumana por ir en contra de la necesaria autoestima. Sin embargo, el mismo Jesús nos dice: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”, y no es la única referencia que aparece de sus enseñanzas en los Evangelios, donde nos deja clara la importancia que le concede Dios a la verdadera humildad. Cuando actuamos como si nunca nos equivocáramos, estamos cometiendo uno de los más grandes errores. Pensar que somos infalibles va de la mano con la vanidad. Inmaduros y vanidosos… nefasta mezcla. Es tan fácil reconocer: “Me equivoqué” … y pedir perdón. Así podrían terminar muchos problemas antes de que el viento del orgullo los convierta en incendios forestales.

Jesús guíanos por el camino hasta que lleguemos contigo a la pascua eterna. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario