sábado, 25 de noviembre de 2023

2023 AÑO A SOLEMNIDAD DE CRISTO REY 

Estamos en el último domingo del año litúrgico, como culminación de lo que se ha venido recordando a propósito de la persona y el mensaje de Jesús, hoy celebramos la solemnidad de Jesucristo rey del universo. No entendámoslo como los reyes de este mundo sino una realeza al estilo de Dios.

El evangelio nos presenta una poderosa y dramática escena, conocida como el "juicio universal", pero en realidad es la revelación de la verdad última sobre el hombre y la vida, sobre lo que permanece cuando nada permanece: el amor. Porque el tiempo del amor es más largo que el tiempo de la vida. La escena responde a la pregunta en el Génesis, como el hombre mismo, Caín y Abel: ¿ qué has hecho de tu hermano?

¡Lo que hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis! Jesús establece un vínculo tan estrecho entre él y los hombres, que llega a identificarse con ellos: ¡me lo hicisteis a mí! El pobre es como Dios, es cuerpo y carne de Dios.

En el Juicio final, Jesús presenta como el criterio último y decisivo que juzgará nuestras vidas y nuestra identificación con él, la compasión, es decir, nuestra preocupación por los más débiles.

Según el relato de Mateo, todas las naciones comparecen ante el Hijo del hombre, es decir, ante Jesús el compasivo. No se hace diferencia alguna entre pueblo elegido y pueblos paganos. Nada se dice de las diferentes religiones y cultos.

A Dios siempre le falta algo: al amor le falta ser amado. Él está ahí, al final de la fila, pidiendo pan y casa para sus amados: nos quiere a todos saciados, vestidos, curados, consolados. Y mientras uno sufra, él también. Consuela inmensamente oír que el objeto del juicio no será el mal, sino el bien; no los pecados, las debilidades, las faltas, sino las buenas acciones, las migajas amables.

La balanza de Dios no pesa toda nuestra vida, sino sólo la parte buena de ella. En el principio y en el fondo, no es el mal el que revoca el bien, sino que es el bien el que revoca el mal de nuestra vida. En la balanza del Señor, una espiga de trigo bueno pesa más que toda la cizaña del campo.

Al atardecer de la vida seremos juzgados por el amor san Juan de la Cruz, no por las faltas o las prácticas religiosas, sino por la carga secular, muy humana, del dolor humano.

Los que coloca a su izquierda han elegido la lejanía: lejos de mí, vosotros que habéis estado lejos de los hermanos. No hicieron daño a los pobres, no los humillaron ni se burlaron de ellos, simplemente no hicieron nada. Omisión de la fraternidad. La novedad absoluta del planteamiento de Jesús es que lo que se ha hecho con estas personas débiles se ha hecho con Él. Algo tan sorprendente que extraña por igual a los condenados y a los salvados.

Evangelio nos dice "nunca sin el otro". El Señor no me mirará a mí, mirará a mi alrededor, a los que he cuidado. Sin ellos, no hay paraíso.

 

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