2023 NOVIEMBRE ADORACIÓN EUCARÍSTICA.
Buscar siempre las prioridades
Querido Jesús
sacramentado, una vez más nos encontramos ante tu altar y ante tu presencia.
Somos conscientes que tú estás siempre a nuestro lado y que caminas con
nosotros a lo largo de la vida y de la existencia. Hoy quisiéramos aprender de
ti a escoger lo más importante, las prioridades de nuestra vida y dejar a un
lado lo que no importa ni nos interesa.
Si somos
sinceros con nosotros mismos, muchos de nosotros hemos de reconocer que con
bastante frecuencia solemos alterar el orden de nuestras “tareas”. En el fondo,
nuestro modo de actuar está regido con bastante frecuencia más por lo que nos
gusta que por lo que realmente tenemos que hacer: ¿quién no ha dejado la Misa
para lo último del domingo? ¿Y en el sentido totalmente contrario también
ocurre: ¿en cuántas ocasiones hacemos primero cosas que no son realmente
urgentes pero que nos resultan más agradables? Si en nuestra vida normal
actuamos así, en nuestra vida espiritual no es muy diferente.
La historia
que escucharemos hoy nos va a enseñar el orden que hemos de seguir a la hora de
realizar nuestras actividades; un orden que no debe estar regido tanto por el
gusto cuanto por la necesidad, la urgencia o incluso la conveniencia.
Buscar siempre las prioridades: Érase una vez un experto asesor
de empresas que se dedicaba a dar conferencias por todo el país enseñando a los
trabajadores cuál era el mejor modo de gestionar el tiempo de trabajo. Nuestro
conferenciante quiso sorprender a los asistentes a su disertación poniéndoles
un sencillo ejemplo. Se agachó, y sacó de debajo del escritorio donde estaba
sentado, un frasco de cristal grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa,
junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:
- ¿Cuántas piedras caben en el frasco?
Después que los asistentes hicieran sus conjeturas,
empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco. Luego preguntó: ¿Está lleno?
Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces sacó de
debajo de la mesa un cubo con grava. Metió grava en el frasco y lo agitó. Las
piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes.
El experto sonrió con ironía y repitió: ¿Está lleno?
Esta vez los oyentes dudaron y dijeron:
- ¿Tal vez no?
- ¡Bien! – afirmó el experto al tiempo que ponía en
la mesa un cubo con arena que comenzó a introducir en el frasco. La arena se
filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava.
- ¿Está lleno? – preguntó de nuevo.
- ¡No! – exclamaron los asistentes.
- Bien – dijo, mientras tomaba una jarra de agua de
un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aún no rebosaba.
- Bueno, ¿qué hemos demostrado? preguntó.
- Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo
intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas – respondió un asistente.
- ¡NO!, se alarmó el experto, lo que esta lección
nos enseña es que, si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás
colocarlas después. Los asistentes aplaudieron ante esta lección práctica y
sacaron una buena enseñanza para aplicar en su trabajo y también en su vida.
En las cosas
que hemos de hacer debemos seguir un orden, ¡cuánto más en aquellas en las que ponemos
nuestro corazón y de las que depende nuestra vida terrena y más tarde, la vida
futura!
¿Cuáles son
las grandes piedras en tu vida? ¿Dios, tus hijos, tus amigos, tus sueños, tu
salud, la persona amada? En el fondo deberíamos preguntarnos cuáles son tus
prioridades. Jesús ayúdanos a poner nuestras prioridades en primer lugar, el resto
encontrará su lugar.
Queremos
recordar aquellas palabras muy profundas que tú nos enseñaste: “Buscad primero el Reino de Dios y su
justicia, todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt 6:33) Amén
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