Sábado 2 de marzo a las 18 horas, misa para los niños de
catequesis de primera comunión y para todos los niños que quieran participar de
la celebración
2024 MEDITACIÓN EUCARISTICA
LA AUTÉNTICA RIQUEZA
En esta tarde
Señor sacramentado venimos a tus pies para escucharte y para aprender a vivir
la vida con sencillez y humildad. Nuestra casa común es obra tuya y en la
creación entera quedó plasmada no solamente tus manos sino tu corazón. Todo lo
que nos rodea, nos conduce a ti, solo falta abrir los ojos del corazón y
apreciar la palpitación que toda ella encierra
La auténtica riqueza: Hace ya un cierto tiempo mi madre me contaba una
bella historia para hacerme ver qué desencaminado está el hombre de hoy cuando
busca la auténtica riqueza.
La historia comenzaba cuando el padre de una familia
adinerada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que
su hijo viera cuán pobre era la gente que allí vivía, y así aprendiera a
valorar mejor todo lo que su padre le ofrecía.
Pasaron todo el día y toda la noche en la granja de
una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje, ya de regreso en casa,
el padre le preguntó a su hijo:
- ¿Qué te pareció el viaje?
- Muy bonito, papa, respondió el niño.
- ¿Viste lo pobre que puede ser la gente?
- Sí, afirmó su hijo.
- ¿Y qué aprendiste?
- Vi que nosotros tenemos un perro en casa; ellos
tienen cinco. Nosotros tenemos una piscina larga hasta a la mitad del jardín;
ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos lámparas importadas
en el patio; ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta el muro de
la casa; el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para conversar
y convivir en familia; tú y la mamá tenéis que trabajar todo el día y casi
nunca os veo.
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo, y su
hijo agregó:
- ¡Gracias papá, por enseñarme cuán ricos podremos
llegar a ser!
Señor Jesús, cuánta
razón tenía ese joven; aunque pensándolo mejor nos damos cuenta de que también
este joven se quedaba muy corto. La belleza de la naturaleza, el diálogo en
familia, el gozo de un paisaje, son riquezas al alcance de nuestras manos y que
no solemos valorar mucho; pero hay una riqueza mucho más grande, que muy pocos
llegan a apreciar, y que es la fortuna de conocer a Dios, de ser su hijo, de
tener su gracia. Es la dicha de poder hablar con Él y de escucharle. En una
palabra, es el hecho de poder ser contado entre los “bienaventurados”.
La gente que
nos rodea y el ambiente en el cual vivimos en este mundo, andamos tan preocupados
de fabricarnos un paraíso en esta tierra, que ya no tenemos tiempo de gozarlo
una vez que lo conseguimos. Pero peor es, tener a nuestro alcance el amor de
Dios, no ser conscientes de esa gran riqueza; y peor todavía, no luchar por
alcanzarlo.
Nos viene a la
mente las palabras de San Pablo: “Si habéis resucitado con Cristo, buscad las
cosas de arriba, … Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque
habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios”. (Col 3: 1-3)
“Amontonaos
más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni
ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también
tu corazón” (Mt 6: 20-21).
“El Reino de
los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo
un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo
que tiene y compra el campo aquel” (Mt 13:44).
Todas estas
palabras Señor nos anima a agradecer y a caminar en este tiempo de cuaresma
hacia una verdadera conversión.
Quiero subir y bajar,
Señor, contigo
y contemplar, cara a
cara,
el Misterio de Dios que
habla,
se manifiesta y te
señala como Señor.
Quiero ascender para
contemplar tu gloria,
bajar para dar
testimonio de ella en la vida de cada día,
en los hombres que
nunca se encaminaron
a la cima de la fe, al
monte de la esperanza,
a la montaña donde,
Dios, siempre habla,
nunca defrauda y
siempre dice que nos ama.
Quiero subir y bajar,
Señor;
que no me quede en el
sentimentalismo vacío,
que no quede crucificado
por una fe cómoda,
que no huya de la cruz
de cada día.
Que entienda, Señor,
que para bajar
es necesario, como Tú,
subir primero:
a la presencia de Dios,
para vivirlo,
ante la voz de Dios,
para escucharlo,
ante la fuerza de lo
alto,
para que la vida brille
luego
con el fulgor y el
resplandor de la fe.
Quiero subir, Señor, al
monte Tabor
y contemplar cara a
cara,
ese prodigio de tu
brillante divinidad
sin olvidar que, como
nosotros, también eres humano.
Muéstranos, Señor, tu
rostro
y, al bajar al llano de
cada día,
no olvidemos nunca
buscar y anhelar
los signos de tu
presencia. Amén.
2024
CICLO B CUARESMA II
En este segundo domingo, presenciamos la escena de
la Transfiguración. Este
acontecimiento tiene lugar en pleno
camino hacia Jerusalén, después de que Jesús les ha anunciado por primera
vez que allí padecerá, será rechazado y acabará muriendo.
La manifestación de Jesús en el Tabor está llena de
símbolos muy elocuentes:
-
El primero, sobre la primacía de Jesús. En la escena habla
Jesús con Moisés y Elías, que representan la ley y los profetas. La voz del
cielo se decanta por Jesús: Escuchadle.
Lo antiguo ha pasado y Jesús tiene mucho
que decirnos. Nos encontramos, por fin, con alguien que dice la verdad
última. Alguien que sabe para qué vivir y por qué morir. Algo nos dice desde
dentro que tiene razón. En su vida y en su mensaje hay verdad.
Cada vez tenemos menos tiempo para escuchar. No sabemos acercarnos con calma y sin prejuicios
al corazón del otro. No acertamos a
acoger el mensaje que todo ser humano nos puede comunicar. Encerrados en
nuestros propios problemas, pasamos junto a las personas, sin apenas detenernos a
escuchar realmente a nadie. Se nos está olvidando el arte de escuchar. Por eso, a veces, se nos olvida que ser creyente es vivir escuchando a Jesús.
Sin embargo, solo desde esta escucha nace la verdadera fe cristiana.
La descripción de los discípulos muestra la complejidad del
momento que viven: Pedro “no sabía que decir” porque todos “estaban
asustados”. No resulta fácil el camino hacia Jerusalén al lado de
Jesús. Humanamente huimos de la cruz,
del dolor y el sufrimiento. Como a los discípulos, nos cuesta entender a
fondo lo que esto significa
El mismo Dios, cuya presencia es simbolizada en esa nube, nos
recuerda que Él nunca nos abandona y que nos posibilita reconocer
en Jesús, al Hijo Amado y nos impele a escucharlo: Esta actitud nos saca de nuestros
miedos y nos anima a vivir como hijos
amados en el Hijo Amado.
-
El segundo símbolo es el del vestido de Jesús blanco deslumbrante “como ningún batanero es capaz
de blanquear”. Su propuesta de vida es
pura (blanca), limpia y brillante que supera todo lo que hemos oído
anteriormente. A ese resplandor y plenitud estamos
llamados todos. El interior de Jesús
se ilumina. Mc parece sugerir que del interior de Jesús brota una luz
deslumbradora que transforma sus vestidos. Esa luz simboliza la gloria de Jesús, que los discípulos no habían
percibido hasta ahora de forma tan sorprendente.
Si
perseveramos en una escucha paciente y sincera, nuestra vida empieza a
iluminarse con luz nueva. Comenzamos a verlo todo con más
claridad. Vamos descubriendo cuál es la manera más humana de enfrentarnos a los
problemas de la vida y al misterio de la muerte.
Por ultimo dice Marcos que “esto se les quedó grabado” a los discípulos. Graba, Señor, tu
Palabra en nuestros corazones para que también nosotros, permaneciendo junto a
ti en el camino, te escuchemos.
LA MUERTE DE LA ROSA
Señor Jesús en
este tiempo de cuaresma nos colocamos delante de ti para tener un momento de
serenidad, de encuentro, de saborear lo importante que es sentirnos amados y
respetados tal como somos. Nuestra vida es un don para ti y con ella queremos
alabarte siempre, y sentirnos amados y queridos por ti.
La
muerte de la rosa: En
el rosal de un jardín de una casa solariega, un día de principios de verano se
abrió una bellísima rosa que el jardinero contemplaba feliz y orgulloso. Era la
rosa blanca más hermosa que jamás había visto. Esa misma tarde, cuando el dueño
de casa vino a pasar unas
horas con su
familia, contempló la rosa, llamó al jardinero y le dijo:
- ¡Córtala!
El
jardinero quería dejarla en el rosal, pero el dueño insistió. Pocos minutos
después, la pobre sintió la fría sensación del acero que cortaba su débil
tallo.
- ¿Qué será de mí? –pensó la rosa.
Una
hora después nuestra bella rosa estaba ya, junto con otras flores del jardín,
en una floristería donde dos hombres hablaban de dinero y negocios. La
dependienta, cuando vio la rosa blanca lanzó un grito de admiración:
-
Es la rosa más bonita que he visto en mi vida!
Y
la rosa vio cómo era adornaba con una cinta de seda y colocada en el escaparate
de la floristería en un precioso y fino jarrón de cristal transparente. Durante
varias horas vio pasar muchas personas por delante de ella. Estaba aturdida,
pues la gente no hacía más que lanzarle piropos.
A
media tarde, entró en la floristería una señora vestida de luto. Paseó la
mirada por la tienda y, dirigiéndose al dueño le dijo:
-
Por favor, deme la mejor rosa que tenga.
Las
había de muchos colores, pero el dueño le señaló precisamente la que estaba en
el escaparate.
-
¿Es la más bonita? –preguntó la dama.
-
Sí, le contestó el dueño.
-
¿Cuánto cuesta?
-
Por ser para usted…
Y
la rosa se preguntaba: ¿A dónde me llevará la señora? ¿A su casa? ¿A la
habitación de un enfermo?
¿Tal
vez a la tumba de un recién fallecido?
Pero
la dama entró en una iglesia iluminada de luz y repleta de fieles. Divisó a un
anciano sacerdote y le tendió la rosa. El sacerdote sonrió mientras decía:
-
¡Bonita rosa! Es digna de Él.
La
rosa se llenó de misterio al no entender quién era “Él”. Se encaminó el
sacerdote al presbiterio. Subió las gradas del mismo, y junto a la custodia
donde estaba “Él”, colocó la rosa.
Esa
noche hubo una gran ceremonia litúrgica con mucho incienso. La rosa entonces
comprendió que estaba como una víctima santa y bella a los pies del Maestro…,
del Creador que modeló las flores, encendió las estrellas y creó las almas.
Pasaron seis días y la rosa sintió que una languidez mortal le invadía hasta el
fondo de su ser. Era la rosa más bella, pero también tenía el más bello
destino. ¿Qué otro final podría haber soñado para sí misma? Y entregando su
amor y su vida, fue deshojando lentamente sus pétalos, uno a uno, a los pies
del Supremo Dueño, su Creador, su Señor.
La vida de
todos y cada uno de nosotros en un regalo de Dios. La podemos usar de muchos
modos, algunos agradables a Él, otros no tanto. De todos los modos posibles, el
más bello es, cuando dejándolo todo, nos dedicamos a estar siempre en su
presencia. Con el paso de los años nos iremos consumiendo y deshojando, hasta
el momento en el que Él nos llame para permanecer siempre unidos. Pero que
hermoso será ir deshojándonos, pero embelleciendo la vida de todo y todos los
que nos rodean. Amén
Ayúdame a hacer silencio, Señor, quiero escuchar tu
voz.
Toma mi mano, guíame al desierto, que nos
encontremos a solas, Tú y yo.
Necesito contemplar tu rostro, me hace falta la
calidez de tu voz, caminar juntos... callar para que hables tú.
Ayúdame a dejar a un lado las prisas, las
preocupaciones que llenan mi cabeza, barre mis dudas e inseguridades.
Me tienta el activismo. Hay que hacer, hacer y
hacer.
Y me olvido del silencio, aflojo en la oración, Me tienta
la incoherencia. Hablar mucho y hacer poco.
Me tienta ser el centro del mundo.
Que los demás giren a mí alrededor, que me sirvan en
lugar de servir.
Me tienta la falta de compromiso.
Me tienta la falta de sensibilidad, no tener
compasión, acostumbrarme a que otros sufren y tener excusas, razones,
explicaciones...
Me tienta el separar la fe y la vida.
Me tienta el mirar la realidad sin la mirada del
Reino.
Me tienta, Señor, el desaliento.
Me tienta la desesperanza, la falta de utopía.
¡Enséñame a discernir!
Dame luz para
distinguir tu rostro.
Llévame al desierto, Señor, despójame de lo que me
ata, sacude mis certezas y pon a prueba mi amor.
Para empezar de nuevo, humilde, sencillo, con fuerza
y Espíritu para vivir fiel a Ti.
2024
CICLO B CUARESMA I
Queridos hermanos nos adentramos en este tiempo
particularmente intenso y santo de la Cuaresma, que iniciamos con la imposición
de la ceniza, y su llamada a una vida fundamentada en el Evangelio.
Es tiempo de preparación para celebrar en comunión
con el Señor Jesucristo, y con toda la comunidad que vivimos con fe en Él, los
acontecimientos de su Pascua.
Este tiempo nos llama al recogimiento, a la oración,
a la introspección, a una cierta austeridad de vida y a revisar la autenticidad
y coherencia de nuestro vivir y actuar como creyentes cristianos.
Si siempre el Señor Jesucristo ha de estar presente
en el horizonte de la vida del creyente cristiano, en este tiempo de Cuaresma
esta atención clavada en Él deberá ser particularmente significativa para todos
y cada uno de nosotros. Esta concentración en Él nos ayudará a descubrir que
todo está transido por un amor puro y pleno, sin ningún otro aditivo, que
despertará en nosotros la gran pregunta de cómo estamos siendo fieles a este
admirable don y cómo deberemos serlo con mayor y más plena autenticidad.
Con una brevedad pasmosa Marcos nos dice que Jesús
es impulsado por el Espíritu al desierto, es tentado por Satanás, vive con las
fieras, y los ángeles le sirven. Más que un relato parece un guion.
Inmediatamente.
Después del bautismo el Espíritu se pone a trabajar, de inmediato. Toda la
actuación de Jesús se realiza bajo la fuerza del Espíritu.
El
Espíritu. Es el Espíritu impulsa a Jesús al desierto. El
Espíritu le empujó, no se trata de una amable invitación, sino de una acción
que le arrastra al desierto. El Espíritu recibido en el bautismo no inmuniza a
Jesús en la lucha contra el maligno. Jesús tiene que debatirse en la vida para
alcanzar su plenitud.
El
desierto es el lugar de la prueba, el lugar teológico de la
lucha, como lo fue para el pueblo de Israel cuando salió de Egipto, camino de
la Tierra Prometida. Allí fue tentado para ver si eran fieles. Jesús, en
cambio, superará en el desierto la tentación. No se trata del desierto físico,
sino del símbolo de la lucha.
Los
cuarenta días equivalen a los cuarenta años que,
según la tradición bíblica, pasó Israel en el desierto. Es número de plenitud,
de tiempo redondo.
Satanás.
Nosotros hemos adornado este personaje con tantos elementos (cuernos y rabo).
Satanás es el símbolo de la oposición al plan de Dios. La tentación abarca todo
el tiempo que duró el retiro en el desierto. ‘Satán’ significa el que acusa en
el juicio, exactamente lo contrario que ‘paráclito’, el que defiende en un
juicio.
Fieras
y ángeles. Se trata de animales salvajes concretos, conocidos
por todos. Puede entenderse como que Jesús está en la vida en medio de todas
las fuerzas que condicionan al hombre, unas buenas (Espíritu, ángeles), otras
malas (Satanás, fieras). Tiempos idílicos del paraíso. Dios está a su lado, lo
protege mediante sus ángeles y le servían.
Siete Santos Fundadores de la Orden de los Siervos
de María, hombres santos, de bien, que buscaron servir a Dios con todas sus
fuerzas y tomaron como modelo a María nuestra Madre. Estamos asistiendo a un
momento histórico de fuertes contrastes y contradicciones. Apoderándose el
horror de nuestra propia fuerza destructiva. Nos indignamos por el demasiado lento
crecimiento de la justicia, cuando nos percatamos de cómo se agigantan los
abismos entre una parte del mundo y otra.
La
Palabra del Señor y el ejemplo de estos Siete hombres viene a sacudir nuestras
conciencias y a ponernos en alerta para ser testigos y propagadores del amor y
la bondad que se encierran en el Reino de Dios. Vivamos la Cuaresma con talante
y espíritu cristiano empujándonos a aunar, y no a confrontar; a pacificar, y no
generar violencia; a construir la justicia destruyendo egoísmos; a tender
puentes en vez de engendrar abismos; a ofrecer valores sólidos a quienes
inician las sendas de la vida para librarlos del aullido destructor del vacío;
a iluminar horizontes de esperanza donde las sombras tiñen los rostros de
tristeza.
2024 CICLO B CUARESMA
Miércoles de Ceniza
En
este miércoles de ceniza, estamos aquí, para ponernos ante Dios en actitud de
arrepentimiento. Nos reconocemos que no somos perfectos, queremos que este
tiempo sea un tiempo de conversión, para que nuestra celebración de
Las palabras del profeta Joel: «Volveos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos. Rasgaos
el corazón y no las vestiduras», nos exhortan a tomar conciencia de todo lo
que está arraigado en nuestro corazón. Este camino de conversión debe nacer
verdaderamente del encuentro íntimo con el Señor y no de la búsqueda de las
alabanzas, de la aprobación, del reconocimiento por parte de la gente, porque
«el Padre ve en lo secreto».
Por desgracia, el mundo de hoy exalta sobre todo la capacidad
de sobresalir, la notoriedad, el chisme, la estética. Jesús indica un camino
muy diferente a recorrer para vivir concretamente la fidelidad al Señor y para
rendirle un culto que le agrada, dando importancia a lo interior más que a lo
exterior. Los elementos esenciales de este camino son: la «limosna», la
«oración» y el «ayuno».
- Hacer limosna es compartir nuestra vida, lo que somos y tenemos; es
comprometernos para que la justicia de Dios reine en nuestras realidades; es
vivir el mandamiento del amor, el único capaz de superar todas las barreras
creadas por la rivalidad, el poder, la guerra; es abrir los ojos y el corazón
para ver y hacerse cargo de quienes viven en necesidad y dar ayuda.
- Esta conciencia nace y se fortalece en la oración, lugar donde cada uno de nosotros entra en una relación
de dialogo con Dios, responde a la acción del Espíritu, descubre la grandeza
del Padre, se alegra de ser amado y en este amor reconoce tener hermanos, ser
parte de una familia.
- Para entrar en este diálogo, para descubrir y hacer
experiencia de la paternidad de Dios, estamos llamados a dar un primer paso muy
importante: «ayunar», es decir,
dejar al borde del camino lo que pesa en nuestro corazón, hacer espacio en
nosotros mismos, renunciando a tantas palabras, hacer silencio para escuchar la
voz de Dios y reconocer lo esencial en la vida: amar al Señor, vivir su
seguimiento, practicar la justicia. Este es el camino de conversión que estamos
invitados a recorrer en este tiempo de Cuaresma.
La Cuaresma, entonces, no es una colección de florecitas y
buenas intenciones, sino discernir hacia dónde está orientado el corazón. ¿Tengo
un corazón «bailarín», que da un paso adelante y otro atrás, ama un poco al
Señor y un poco al mundo?
2024 FEBRERO MEDITACIÓN
EUCARISTICA
Arrugado y viejo, pero con su
valor
Junto a ti Señor
Jesús nos sentimos serenos y animados. Porque sabemos que somos importantes
para ti, que valemos mucho para nuestro Padre Dios, que él nos acompaña a pesar
de nuestras torpezas y debilidades. Nuestro valor no nos lo da ni el dinero, ni
la posición, ni la inteligencia, sino porque hemos salido de las manos de Dios
y eso nadie podrá arrebatarlo.
Arrugado y viejo, pero con todo su valor: Una profesora de secundaria sacó
de su cartera un billete de 20 euros y lo enseñó a sus alumnos de entre trece y
quince años, a la vez que les preguntó:
- ¿A quién le gustaría tener este billete?
Todos los alumnos levantaron la mano. Entonces la
profesora cogió el billete y lo arrugó, haciéndolo una bola. Incluso lo rasgó
un poquito en una esquina; y volvió a preguntar:
- ¿Quién sigue queriéndolo?
Todos los alumnos volvieron a levantar la mano. Finalmente,
la profesora tiró el billete al suelo y lo pisó repetidamente diciendo:
- ¿Aún queréis este billete?
Todos los alumnos respondieron que sí. Entonces la
profesora les dijo:
- Espero que de aquí aprendáis una lección
importante hoy. Aunque he arrugado el billete, lo he pisado y tirado al suelo…
todos habéis querido tener el billete porque su valor no había cambiado,
seguían siendo 20 euros. Muchas veces en la vida te ofenden, hay personas que
te rechazan y los acontecimientos te sacuden dejándote hecho una bola o tirado
en el suelo. Sientes que no vales nada, pero recuerda, tu valor no cambiará
NUNCA para la gente que realmente te quiere. Incluso en los días en los que
sientas que estás en tu peor momento, tu valor sigue siendo el mismo, por muy
arrugado que estés. Para reafirmar esta enseñanza, la profesora les hizo esta
prueba a sus alumnos: Tratar de contestar a estas preguntas:
- Nombra las cinco personas más adineradas del
mundo.
- Nombra cinco ganadores del premio Nobel.
- Nombra los cinco últimos ganadores del Óscar como
mejor actor o actriz.
¿Qué tal? ¿Mal? No os preocupéis. Ninguno de
nosotros recuerda los titulares de ayer. ¡Los aplausos se van! ¡Los trofeos se
empolvan! ¡Los ganadores se olvidan!
Ahora contestar a estas otras:
- Nombra tres profesores que te hayan ayudado en tu
formación.
- Nombra tres amigos que te hayan ayudado en tiempos
difíciles.
- Nombra cinco personas con las que disfrutes pasar
el tiempo.
¿Qué tal? ¿Os fue mejor? Las personas que marcan la
diferencia en nuestra vida no son aquellas con las mejores credenciales, con
mucho dinero, o los mejores premios…, son aquellas que se preocupan por ti, que
te cuidan, las que de muchas maneras están contigo.
Que importante
es tomar conciencia, Señor Jesús que a pesar de los golpes y arrastres que la
vida nos haya dado nunca hemos perdido valor para Tu Padre, él sigue amándonos
y cuidándonos, porque valemos mucho para él. Si creemos que Dios es nuestro
Padre, podemos estar seguros de que su ayuda no nos faltará.
Saber que
tenemos a Dios como Padre y María como Madre, ha de ser más que suficientes
para sacar a una persona de la más profunda crisis o momento de tristeza. La
Virgen María sirve también de gran ayuda en los momentos difíciles. Ella ayudó
a los recién casados de Caná cuando se habían quedado sin vino. Ella acompañó y
consoló a su Hijo, a san Juan y a las demás mujeres en el duro momento la cruz.
No en vano decimos en las letanías del Rosario que ella es “causa de nuestra
alegría”. Aunque la razón principal nos la da el mismo Jesucristo: “Os daré una
alegría que nadie os podrá arrebatar” (Jn 16: 20-23).
Nuestro valor
real viene del hecho de tener un Padre que realmente nos ama y cuida de
nosotros. Jesús nos decía: “No estéis agobiados por vuestra vida pensando qué
vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale
más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del
cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre
celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? (Mt 6, 25-26)