QUE
NO ME OLVIDE, JESÚS
Que puedo curar, sin ser médico.
Que puedo aliviar, sin ser medicina.
Que puedo hacer sonreír, sin tener el título de
payaso.
Que el cariño que se da, es salud para el que se
encuentra enfermo.
Que la palabra con amor, es inyección para el
moribundo.
Que una visita, más pronto que tarde, es bálsamo que
disipa la soledad.
QUE
NO ME OLVIDE, JESÚS
Que, si avanzo por tus caminos, el sufrimiento
humano no ha de ser ajeno a mi sendero.
Que, si digo ser de los tuyos, he de luchar contra
la fiebre; de aquel que se encuentra endiosado, de aquellos otros que están
perdidos, de otros tantos que se encuentran, postrados en la cama de su
aflicción, soledad, abandono, miserias, desprecios, humillaciones o
enfermedades.
Que tu mensaje se mantiene vivo, no sólo en el árbol
de la palabrería, sino en el fruto de las buenas obras.
Que tu mensaje se difunde con fuerza cuando nuestras
manos son alivio, esperanza y fuerza moral para los que se sienten desarmados y
sin más horizonte que la muerte.
QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que tus preocupaciones, han de ser las mías.
Que tus desvelos, han de contar con horas de mis
horas.
Amén.
P.
Javier Leoz
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