miércoles, 14 de febrero de 2024


 

 2024 CICLO B CUARESMA

Miércoles de Ceniza

En este miércoles de ceniza, estamos aquí, para ponernos ante Dios en actitud de arrepentimiento. Nos reconocemos que no somos perfectos, queremos que este tiempo sea un tiempo de conversión, para que nuestra celebración de la Pascua sea auténtica, verdadera.

La Iglesia nos invita a que, durante 40 dias, haga­mos un esfuerzo por entrar dentro de nosotros, pero no para encerrarnos allí y alejarnos de todo lo que nos rodea, sino para transformarnos, para que tra­temos de descubrir, con toda sinceridad y con toda humildad, nuestros egoísmos y hagamos todo lo posible para hacerlos desaparecer.

Las palabras del profeta Joel: «Volveos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos. Rasgaos el corazón y no las vestiduras», nos exhortan a tomar conciencia de todo lo que está arraigado en nuestro corazón. Este camino de conversión debe nacer verdaderamente del encuentro íntimo con el Señor y no de la búsqueda de las alabanzas, de la aprobación, del reconocimiento por parte de la gente, porque «el Padre ve en lo secreto».

Por desgracia, el mundo de hoy exalta sobre todo la capacidad de sobresalir, la notoriedad, el chisme, la estética. Jesús indica un camino muy diferente a recorrer para vivir concretamente la fidelidad al Señor y para rendirle un culto que le agrada, dando importancia a lo interior más que a lo exterior. Los elementos esenciales de este camino son: la «limosna», la «oración» y el «ayuno».

- Hacer limosna es compartir nuestra vida, lo que somos y tenemos; es comprometernos para que la justicia de Dios reine en nuestras realidades; es vivir el mandamiento del amor, el único capaz de superar todas las barreras creadas por la rivalidad, el poder, la guerra; es abrir los ojos y el corazón para ver y hacerse cargo de quienes viven en necesidad y dar ayuda.

- Esta conciencia nace y se fortalece en la oración, lugar donde cada uno de nosotros entra en una relación de dialogo con Dios, responde a la acción del Espíritu, descubre la grandeza del Padre, se alegra de ser amado y en este amor reconoce tener hermanos, ser parte de una familia.

- Para entrar en este diálogo, para descubrir y hacer experiencia de la paternidad de Dios, estamos llamados a dar un primer paso muy importante: «ayunar», es decir, dejar al borde del camino lo que pesa en nuestro corazón, hacer espacio en nosotros mismos, renunciando a tantas palabras, hacer silencio para escuchar la voz de Dios y reconocer lo esencial en la vida: amar al Señor, vivir su seguimiento, practicar la justicia. Este es el camino de conversión que estamos invitados a recorrer en este tiempo de Cuaresma.

La Cuaresma, entonces, no es una colección de florecitas y buenas intenciones, sino discernir hacia dónde está orientado el corazón. ¿Tengo un corazón «bailarín», que da un paso adelante y otro atrás, ama un poco al Señor y un poco al mundo?

 

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