sábado, 17 de febrero de 2024


 

2024 CICLO B CUARESMA I

Queridos hermanos nos adentramos en este tiempo particularmente intenso y santo de la Cuaresma, que iniciamos con la imposición de la ceniza, y su llamada a una vida fundamentada en el Evangelio.

Es tiempo de preparación para celebrar en comunión con el Señor Jesucristo, y con toda la comunidad que vivimos con fe en Él, los acontecimientos de su Pascua.

Este tiempo nos llama al recogimiento, a la oración, a la introspección, a una cierta austeridad de vida y a revisar la autenticidad y coherencia de nuestro vivir y actuar como creyentes cristianos.

Si siempre el Señor Jesucristo ha de estar presente en el horizonte de la vida del creyente cristiano, en este tiempo de Cuaresma esta atención clavada en Él deberá ser particularmente significativa para todos y cada uno de nosotros. Esta concentración en Él nos ayudará a descubrir que todo está transido por un amor puro y pleno, sin ningún otro aditivo, que despertará en nosotros la gran pregunta de cómo estamos siendo fieles a este admirable don y cómo deberemos serlo con mayor y más plena autenticidad.

Con una brevedad pasmosa Marcos nos dice que Jesús es impulsado por el Espíritu al desierto, es tentado por Satanás, vive con las fieras, y los ángeles le sirven. Más que un relato parece un guion.

Inmediatamente. Después del bautismo el Espíritu se pone a trabajar, de inmediato. Toda la actuación de Jesús se realiza bajo la fuerza del Espíritu.

El Espíritu. Es el Espíritu impulsa a Jesús al desierto. El Espíritu le empujó, no se trata de una amable invitación, sino de una acción que le arrastra al desierto. El Espíritu recibido en el bautismo no inmuniza a Jesús en la lucha contra el maligno. Jesús tiene que debatirse en la vida para alcanzar su plenitud.

El desierto es el lugar de la prueba, el lugar teológico de la lucha, como lo fue para el pueblo de Israel cuando salió de Egipto, camino de la Tierra Prometida. Allí fue tentado para ver si eran fieles. Jesús, en cambio, superará en el desierto la tentación. No se trata del desierto físico, sino del símbolo de la lucha.

Los cuarenta días equivalen a los cuarenta años que, según la tradición bíblica, pasó Israel en el desierto. Es número de plenitud, de tiempo redondo.

Satanás. Nosotros hemos adornado este personaje con tantos elementos (cuernos y rabo). Satanás es el símbolo de la oposición al plan de Dios. La tentación abarca todo el tiempo que duró el retiro en el desierto. ‘Satán’ significa el que acusa en el juicio, exactamente lo contrario que ‘paráclito’, el que defiende en un juicio.

Fieras y ángeles. Se trata de animales salvajes concretos, conocidos por todos. Puede entenderse como que Jesús está en la vida en medio de todas las fuerzas que condicionan al hombre, unas buenas (Espíritu, ángeles), otras malas (Satanás, fieras). Tiempos idílicos del paraíso. Dios está a su lado, lo protege mediante sus ángeles y le servían.

Siete Santos Fundadores de la Orden de los Siervos de María, hombres santos, de bien, que buscaron servir a Dios con todas sus fuerzas y tomaron como modelo a María nuestra Madre. Estamos asistiendo a un momento histórico de fuertes contrastes y contradicciones. Apoderándose el horror de nuestra propia fuerza destructiva. Nos indignamos por el demasiado lento crecimiento de la justicia, cuando nos percatamos de cómo se agigantan los abismos entre una parte del mundo y otra.

La Palabra del Señor y el ejemplo de estos Siete hombres viene a sacudir nuestras conciencias y a ponernos en alerta para ser testigos y propagadores del amor y la bondad que se encierran en el Reino de Dios. Vivamos la Cuaresma con talante y espíritu cristiano empujándonos a aunar, y no a confrontar; a pacificar, y no generar violencia; a construir la justicia destruyendo egoísmos; a tender puentes en vez de engendrar abismos; a ofrecer valores sólidos a quienes inician las sendas de la vida para librarlos del aullido destructor del vacío; a iluminar horizontes de esperanza donde las sombras tiñen los rostros de tristeza.

 

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