sábado, 3 de febrero de 2024

2024 CICLO B TIEMPO ORDINARIO V

Jesús, al salir de la sinagoga de Cafarnaúm, se dirigió inmediatamente a casa de Pedro. Jesús, sale del lugar de la enseñanza y de la oración y entra en el hogar, donde la gente habla, se escucha, comen juntos, se descansa. El Dios del amor es recibido en la vida cotidiana.

Los días de Jesús no eran ninguna broma: curaciones, enfermos de todas partes, multitudes que le buscaban, discípulos que no entendían, y luego, sobre todo, la oración, momentos de intimidad, de soledad con el Padre, era algo imprescindible en él.

Marcos narra la primera curación y es precisamente la suegra de Pedro, una mujer con fiebre y la cura dentro de la casa. Es la casa de Pedro, imagen de la Iglesia. Acercándose a ella, hace gestos sencillos: toma su mano febril entre las suyas y la ayuda a levantarse. He aquí los gestos de la curación, nada de gestos médicos o mágicos. Impresiona que basta con acercarse a un enfermo, cogerle de la mano y hacer algo para que se levante.

La mano de Jesús contagia: incluso la mujer comienza a servir. Es el contagio del amor. Tenemos que dejar que Dios llegue a nosotros y nos salve gratuitamente. Pensamos que somos libres cuando no necesitamos a nadie. Si la suegra de Pedro hubiera razonado así seguramente habría muerto.

Hay que dejarse ayudar, dejarse amar, dejarse llevar. La oración, especialmente la oración de intercesión, tiene el poder de "levantar al que está tumbado", de darle un nuevo protagonismo en lugar de sólo sufrir. Orar no es pedir que se resuelva un problema, sino, no permitir que ese problema te domine.

Ese sería el papel de toda comunidad eclesial: ocuparse de las personas que nos rodean, especialmente de las que sufren, y llevarlas a Cristo. Es el lugar donde experimentamos las relaciones cotidianas y donde acogemos a Dios.

Al atardecer llegan a la casa de Pedro enfermos y endemoniados de toda la ciudad. Jesús les cura, les habla, entabla relaciones, pero sobre todo inspirando fe-confianza. Jesús no curaba a todo el mundo, pero sanaba a todos los que encontraba.

Esta jornada de Jesús fue bastante agotadora y llena ¿Cómo consigue Jesús estar sereno en estos días neuróticos? Su secreto es la oración. La oración es el acto más concreto que puede hacer un cristiano, porque es volver a lo esencial de la vida y partir de ahí. No sabemos nada de la oración de Jesús, qué dijo, qué palabras utilizó. Una cosa es cierta: la oración no es una lista de peticiones a Dios, o peor aún, decirle a Dios cómo hacer de Dios. Se reza para que podamos cambiar la manera de enfrentarnos a la realidad. El curso de la vida sigue su propia lógica la oración por tanto nos ayuda a cambiar la forma de vivir y afrontar esa realidad. "Todos te buscan", le dicen, pero él se va a otra parte. Es necesaria llevar la buena nueva a todos los rincones de la tierra.

A veces hace falta muy poco para levantar una vida: escuchar, tender la mano, acogerla. 

 

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