sábado, 4 de mayo de 2024


 

2024 CICLO B

TIEMPO DE PASCUA VI

Queridos hermanos al leer este pasaje del evangelio nos da la sensación de que es el centro, el núcleo, donde se guarda con ternura la esencia del cristianismo.

Todo comienza con un hecho: nosotros somos amados: todo ser viviente respira no sólo aire, sino amor. Si este aliento cesa, no se puede vivir con ternura, con alegría: esto os lo he dicho para que vuestra alegría sea plena, para que llegue a su plenitud.

Jesús indica las condiciones para morar con él y con el padre: guardar mis mandamientos. Esto significa mucho porque el amor debe ser tomado en serio, se trata de nuestra alegría. De hecho, cada uno de nosotros nos estamos jugando nuestra propia eternidad.

El amor es siempre tan escaso, tan arriesgado, tan frágil. Nos cuesta entender en qué consiste el amor verdadero, donde todo se mezcla: pasión, ternura, lágrimas, miedos, sonrisas, sueños y compromiso concreto.

El amor es siempre maravillosamente complicado y siempre imperfecto, es decir, incompleto. Siempre artesanal, y como todo trabajo artesanal exige manos, tiempo, cuidado, reglas: si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.

Jesús no pide simplemente amar, ¡no! No es suficiente. También hay amores violentos y desesperados, amores tóxicos, y él quiere más: amaos los unos a otros en reciprocidad, cara a cara cuidando del otro. No amas a la humanidad en general, amas a las personas individualmente, una a una. Y luego escribe la palabra que marca la diferencia: amaos como yo os he amado.

Lo específico del cristiano no es amar, esto lo hacen mucha gente y de muchas maneras. Hay que amar como Cristo, que se ciñe una toalla y lava los pies a todos. Que no despide a nadie; que ama a todos a pesar de que hagamos daño, nos mira y nos ama. Él se hizo canal del amor del Padre, así cada uno de nosotros debe ser canal libre para que el amor circule en el cuerpo del mundo. Si te cierras, algo muere en ti y a tu alrededor, y lo primero que muere es la alegría.

El amor verdadero es el que te empuja, te obliga a ser mucho más, infinitamente más, a ser lo mejor de ti mismo, no quien te llena de abrazos. Así que los hijos no necesitan cosas, sino padres y madres que les den horizontes y grandes alas, para llegar a ser lo mejor de lo que pueden llegar a ser.

María fue la mujer que nos enseñó a amar, a amar sobre todas las cosas. Ella enseñó a amar a Jesús y nos acompaña en nuestra vida de amor y entrega. Que no haría una madre por sus hijos. María nos dice con su vida y actitudes que, si amas, no te equivocas; que si amas, no fallarás en la vida; que si amas, tu vida ha sido un éxito, a pesar de todo y de todos modos.

María la madre del amor hermoso, amor autentico, verdadero, que nos hace crecer y madurar. En María encontramos sentido a esa vida llena de amor y de entrega, de servicio y disponibilidad, de sacrificio y de intercesión. Que la Virgen de los Desamparados nos acompañe a lo largo de nuestro caminar y nos proteja y cuide de cada uno de nosotros sus hijos.

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