2024 CICLO B
TIEMPO DE PASCUA VI
Queridos hermanos al
leer este pasaje del evangelio nos da la sensación de que es el centro, el núcleo,
donde se guarda
con ternura la esencia del cristianismo.
Todo
comienza con un
hecho: nosotros somos amados: todo ser viviente
respira no sólo
aire, sino amor.
Si este aliento
cesa, no se puede vivir con
ternura, con alegría: esto os lo he dicho para que vuestra
alegría sea plena,
para que llegue
a su plenitud.
Jesús
indica las condiciones
para morar con
él y con el padre: guardar mis
mandamientos. Esto significa mucho
porque el amor debe ser tomado
en serio, se
trata de nuestra
alegría. De hecho,
cada uno de
nosotros nos estamos jugando nuestra
propia eternidad.
El
amor es siempre
tan escaso, tan
arriesgado, tan frágil. Nos cuesta entender
en qué consiste
el amor verdadero,
donde todo se
mezcla: pasión, ternura, lágrimas, miedos,
sonrisas, sueños y compromiso concreto.
El
amor es siempre
maravillosamente complicado y siempre imperfecto,
es decir, incompleto.
Siempre artesanal, y como todo trabajo artesanal exige
manos, tiempo, cuidado, reglas: si
guardáis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor.
Jesús
no pide simplemente
amar, ¡no! No
es suficiente. También hay amores
violentos y desesperados,
amores tóxicos, y él quiere más: amaos los unos
a otros en
reciprocidad, cara a cara cuidando
del otro. No
amas a la
humanidad en general,
amas a las
personas individualmente, una a una. Y luego escribe
la palabra que
marca la diferencia:
amaos como yo
os he amado.
Lo
específico del cristiano no es
amar, esto lo
hacen mucha gente y de muchas maneras. Hay que amar
como Cristo, que
se ciñe una
toalla y lava
los pies a
todos. Que no
despide a nadie;
que ama a todos a pesar de que hagamos daño, nos mira y nos ama. Él se hizo canal
del amor del
Padre, así cada
uno de nosotros debe ser canal libre
para que el
amor circule en
el cuerpo del
mundo. Si te
cierras, algo muere
en ti y
a tu alrededor,
y lo primero
que muere es
la alegría.
El
amor verdadero es el que te empuja, te
obliga a ser
mucho más, infinitamente más, a ser lo mejor de ti mismo, no quien
te llena de
abrazos. Así que
los hijos no
necesitan cosas, sino padres y
madres que les
den horizontes y grandes alas,
para llegar a
ser lo mejor
de lo que
pueden llegar a
ser.
María fue la mujer que nos enseñó a
amar, a amar sobre todas las cosas. Ella enseñó a amar a Jesús y nos acompaña
en nuestra vida de amor y entrega. Que no haría una madre por sus hijos. María
nos dice con su vida y actitudes que, si amas, no te equivocas;
que si amas, no fallarás en la
vida; que si amas,
tu vida ha
sido un éxito,
a pesar de todo y de todos modos.
María la madre del amor hermoso, amor
autentico, verdadero, que nos hace crecer y madurar. En María encontramos
sentido a esa vida llena de amor y de entrega, de servicio y disponibilidad, de
sacrificio y de intercesión. Que la Virgen de los Desamparados nos acompañe a
lo largo de nuestro caminar y nos proteja y cuide de cada uno de nosotros sus
hijos.
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