sábado, 25 de mayo de 2024

2024 CICLO B

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 

Al iniciar el Tiempo Ordinario, lo hacemos contemplando con asombro y reverencia al centro de la Revelación Cristiana: el Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios.

Este Misterio de la Trinidad nos posibilita comprender que nuestro Dios es relación, es convivencia entre las tres personas, es familia. No es un ser solitario, que vive en una soledad asfixiante. También encontramos las huellas de la Trinidad en todo lo creado de las manos del Dios; de ahí la actitud de profunda reverencia y humildad ante un Dios al que sólo podemos acercarnos gracias a que él se ha manifestado como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En el momento presente necesitamos oír hablar de Dios con palabras humildes y sencillas, no con sermones incomprensibles llenos de alta teología. Palabras que toquen nuestro pobre corazón, confuso y desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante. Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de nuestro Credo para aprender a vivirlo con alegría nueva.

- Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra. No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No vivimos olvidados. Dios es nuestro Padre querido. Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida. Nos ha creado a todos solo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo.

Su nombre es hoy olvidado y negado por muchos. Las nuevas generaciones se van alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiarles nuestra fe, pero Dios nos sigue mirando a todos con amor. Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en este Dios, Creador y Padre.

- Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo.

Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado el camino a seguir: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.

- Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida. Este misterio de Dios está presente en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros. Es una gracia grande caminar por la vida en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Hoy Iglesia nos propone la Jornada Pro Orantibus, el día en el que nos aviva el recuerdo y la oración por los contemplativos, los hombres y mujeres entregados al servicio de la oración y la intermediación «cerca de Dios y del dolor del mundo», corazón de nuestra Iglesia. Oremos por ellos.

 

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