Que,
como cántaros resquebrajados por los golpes de este mundo necesitamos ser
renovados por tu Gracia.
Que,
como ríos que antaño corrieron frescas aguas, hoy sentimos que secas están los
caudales de nuestras venas y sucias las arterías de nuestra existencia.
¡LLÉNANOS
DE TI!
De
tu Misterio que es Padre, Hijo y Espíritu.
De
tu Paternidad que nos aguarda en el cielo.
De
tu humanidad que la sentimos nacer en Belén, crecer en Nazaret, morir en
Jerusalén y resucitar de la fría e ingrata losa.
Que,
orientados por ideas mezquinas, vivimos en un sin vivir y sin rumbo alguno.
Que
creyéndolo tener todo no poseemos lo más necesario e imprescindible: la vida de
Dios para el hombre el futuro más allá de este presente y la fe antes que las
dudas que nos pervierten.
¡LLÉNANOS
DE TI! Para que seamos uno y todos a una y entonces, sólo entonces, podamos
presentarnos ante lo que acontece, como consuelo.
Para
que, nuestro soplo, además de ser humano tenga aliento divino, fraterno y eterno.
Para
que, nuestros pasos, lejos de metas cortas sean huella de lo que más allá del
sol y de las estrellas aguarda.
Para
que nuestra vida sea canto de Dios, testimonio de Cristo, y presencia del
Espíritu Santo. Amén.
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