sábado, 29 de junio de 2024

2024 CICLO B

TIEMPO ORDINARIO XIII

 

Hermanos los episodios del evangelio que hoy hemos escuchado hace que se nos ericen los pelos. Fijaos que contraste Jesús llega a Cafarnaúm después de atravesar el lago y calmar la tormenta. Dos domingos anteriores leíamos que algunos fariseos y letrados enviados por los jefes de Jerusalén acusaron a Jesús de que actuaba en nombre de Belcebú, el príncipe de los demonios y hoy el mismo jefe de la sinagoga se echa a los pies de Jesús para suplicarle que vaya a su casa porque su hija está muy enferma. Jesús interrumpe lo que estaba haciendo y se pone a caminar con él. Estar con el dolor de los demás se convierte en uno de los gestos cristianos más revolucionarios.

“No temas, sólo sigue teniendo fe”. Lo contrario del miedo no es el valor, es la fe, acto humanísimo que tiende a la vida.

Llegaron a la casa y vieron gente llorando y gritando. Él les dijo: « ¿Por qué lloráis? No está muerta, sino que duerme». Se burlan de él. Con esa burla con que nos dicen también a nosotros: ¿Pero tú crees en la resurrección? Te engañas, no hay nada después de la muerte. Pero la fe asegura que Dios es de los vivos y no de los muertos, que decir Dios es decir resurrección.

Expulsa a los que no creen que Dios inunda de vida los caminos de la muerte y lleva consigo al padre y a la madre. La vida termina, pero el amor no. Y lo que vence la muerte no es la vida, es el amor. Y entró donde estaba la niña, en la habitación interior de la casa, la habitación más oscura del mundo, sin luz: la experiencia de la muerte, donde también Jesús entrará, para ser como nosotros.

Luego la toma de la mano. Dios no es un dedo apuntando, sino una mano que te toma de la mano. “Niña, levántate”. Sea cual sea el dolor que llevemos dentro, sea cual sea la muerte que nos asedia, el Señor repite: ¡Levántate! Y añadió: dadle de comer, alimentad sueños, caricias y confianza.

El otro episodio: Una mujer avergonzada y temerosa se acerca a Jesús secretamente, con la confianza de quedar curada de una enfermedad que la humilla desde hace tiempo. Arruinada por los médicos, sola y sin futuro, viene a Jesús con una fe grande. Solo busca una vida más digna y más sana. La pérdida de sangre la obliga a vivir en un estado de impureza ritual y discriminación. Las leyes religiosas le obligan a evitar el contacto con Jesús y, sin embargo, ese contacto la cura.

La curación se produce cuando logra liberarse de la ley y confía en Jesús. En este profeta, enviado de Dios, hay una fuerza capaz de salvarla. Y al tocarlo notó que su cuerpo estaba curado; y Jesús notó la fuerza salvadora que había salido de él. Eso es grandioso

Recordemos hoy la fiesta de San Pedro y san Pablo, las dos grandes columnas de la Iglesia. Sobre ellos se edificó la primitiva comunidad cristiana. Recordamos al sucesor de Pedro, el papa Francisco y su labor en favor de la unidad de la Iglesia y el cuidado de todas ellas.  Que el Señor le ilumine en su trabajo pastoral.

 

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