TENGO FE, PERO AYÚDAME
Hace mucho tiempo, Señor, que estoy
enfermo: mis piernas se resisten a progresar por las sendas de la fe, buscan
otros parajes más persuasivos menos complicados y hasta menos exigentes.
Hace bastante tiempo, Señor, que mis
manos dejaron de abrazar a todos: buscan lo fácil, la recompensa, el amor por
el amor, la gratitud por lo que dan.
Hace no sé cuánto, mi Señor, que mi
cuerpo derrama flujos de sangre: de apatía y desencanto, inseguridad y altivez,
orgullo, prisas, caídas, pesimismo, desorientación y preocupación.
¿Me ayudarás, Señor?
Como la hija de Jairo necesito vida.
Como el flujo de sangre necesito que
cortes de raíz.
La herida que me debilita y me mata, la
sangre que necesito para vivir o darte gloria.
Sí, Señor; tengo fe pero…ayúdame.
Porque, hace mucho tiempo, mucho tiempo,
Señor, que los que me ven ya no hacen nada por mí.
Por eso, Jesús, fuente de la salud y de
la vida: ayúdame a salir de las situaciones que me postran, a superar tantos
flujos de sangre, que me dejan sin posibilidad de trabajar por Ti, por tu Reino
y por los que me necesitan.
Amén
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