2024
junio Adoración eucarística.
Pedro
y el hilo mágico
Señor
Jesús sacramentado junto a ti en esta tarde queremos meditar sobre la felicidad
que nos prometes aquí y ahora. No tenemos que esperar la oportunidad para ser
felices, mas bien aprovechemos todos los momentos que la vida nos ofrece para
irradiar y disfrutar tanta felicidad como tu nos das. Oigamos este cuento.
Pedro y el hilo mágico: Pedro era
un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y sus maestros.
Pero tenía una debilidad. Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a
disfrutar el proceso de la vida. Pedro estaba todo el día soñando, sin tomarse
el tiempo de saborear los momentos especiales de su vida cotidiana.
Una mañana, Pedro estaba caminando por
un bosque cercano a su casa. Al rato, decidió sentarse a descansar en un trecho
de hierba y al final se quedó dormido. Tras unos minutos de sueño profundo, oyó
a alguien gritar su nombre con voz aguda. Al abrir los ojos, se sorprendió
de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener unos cien años y sus cabellos
blancos como la nieve caían sobre su espalda. En la arrugada mano de la mujer
había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero
colgaba un largo hilo de oro.
- La anciana le dijo: Pedro, este es el
hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una hora pasará en cuestión de
segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas, pasarán meses o incluso años en
cuestión de días.
Al día siguiente, en clase, Pedro se
sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó su nuevo juguete. Al tirar un
poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando en el jardín. Se cansó
enseguida de ser un colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación
que esa fase de su vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo
dorado.
De pronto, ya era un adolescente. Pero
Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a
explorar las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y
volvió a tirar del hilo, y muchos años pasaron en un solo instante. Ahora se
vio transformado en un hombre adulto. Pedro reparó que su pelo, antes negro
como el carbón, había empezado a encanecer. Y su madre, a la que tanto quería,
se había vuelto vieja y frágil. Pero el seguía sin poder vivir el momento. De
modo que una vez más, tiró del hilo mágico y esperó a que se produjeran
cambios.
Pedro comprobó que ahora tenía 90 años.
Su mata de pelo negro se había vuelto blanca y su bella esposa, vieja también,
había muerto unos años atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían
iniciado sus propias vidas lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro
comprendió que no había sabido disfrutar de las maravillas de la vida. Había
pasado por la vida a toda prisa.
Pedro se puso muy triste y decidió ir al
bosque donde solía pasear de muchacho para aclarar sus ideas. Cansado se tumbó
en un trecho de hierba y se durmió profundamente.
Al cabo de un minuto, oyó una voz que le
llamaba. Alzó los ojos y vio que se trataba nada menos que de la anciana que
muchos años atrás le había regalado el hilo mágico.
- ¿Has disfrutado de mi regalo?,
preguntó ella. Pedro no vaciló al responder: Al principio fue divertido, pero
ahora odio esa pelota. La vida me ha pasado sin que me enterase, sin poder disfrutarla.
Me siento vacío por dentro. Dicho esto, se quedó otra vez dormido.
Pedro volvió a oír una voz que le
llamaba y abrió los ojos. ¿Quién podrá ser ahora?, se preguntó. Cuál no sería
su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su lado. Tenía un aspecto juvenil,
saludable y radiante. Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento
y empezó a vivir la vida tal como había esperado. Conoció muchos momentos
buenos, muchas alegrías y triunfos, y tomó la decisión de no sacrificar el
presente por el futuro y empezar a vivir en el ahora.
Señor Jesús cuantas veces descuidamos el
presente por focalizarnos en los anhelos futuros. En el mundo real por
desgracia nunca tenemos una segunda oportunidad de vivir la vida, no podemos
volver a atrás como en el cuento. Es importante llenar nuestro presente de
momentos de calidad para poder construir nuestro futuro, no dejemos pasar la
vida soñándola y sin vivirla.
Jesús danos la capacidad de vivir el
momento presente y no lamentarnos de no haber vivido en plenitud, no haber
priorizado lo realmente importante, no haber disfrutado de su tiempo con lo que
nos hacía felices y con quienes amábamos. Esta perspectiva nos ayuda a ver que
no hay camino a la felicidad: la felicidad es el camino. No hay mejor momento
que éste para ser feliz. La felicidad es un trayecto, no un destino. Amén.
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