2024
AGOSTO ADORACIÓN EUCARÍSTICA:
La
mujer del tren y el anciano
De nuevo contigo Señor Jesús, presente en el
santísimo sacramento del altar. Queremos disfrutar de tu presencia y de tu
experiencia. Tu nos enseñas a valorar la vida, a valorar cada momento que
disfrutamos, tantos buenos como menos buenos, en el fondo todos nos ayudan a
crecer. Ayúdanos a que la vida no se nos escurra entre las manos, que no
sepamos aprovechar bien todos los momentos y acontecimientos que ella misma nos
ofrece. Escuchemos.
La
mujer del tren y el anciano: En una estación pequeña pero concurrida, Laura
esperaba el tren para volver a casa después de un largo día de trabajo. La
noche comenzaba a teñir el cielo de tonos oscuros, y el frío del otoño se
colaba por entre su abrigo. Laura, una mujer de mediana edad con una mirada
inteligente y un paso decidido, solía sumergirse en sus pensamientos durante
esos trayectos.
Mientras
esperaba, un anciano se le acercó gentilmente para pedirle ayuda con el horario
del tren. Su nombre era Mateo, y era un hombre de estatura media, con una barba
canosa y ojos que destilaban bondad. Laura, con su natural predisposición a
ayudar, asistió al anciano, y rápidamente se encontraron inmersos en una
conversación que continuó en el mismo vagón.
Mateo
le contó historias de su juventud, relatos de amor y pérdida, de aventuras por
países lejanos y de cómo, a pesar de los desafíos, siempre mantuvo una
perspectiva positiva sobre la vida. Laura escuchaba atentamente, fascinada por
la riqueza de las experiencias del anciano.
Mientras
el tren avanzaba a través de la oscuridad, un cambio abrupto en la velocidad
del tren sacudió a los pasajeros. Un anuncio informó de un problema técnico que
los obligaría a detenerse indefinidamente. Mientras algunos pasajeros expresaban
su frustración, Mateo miró a Laura y dijo:
-
En la vida, como en los viajes, hay veces que los retrasos son oportunidades
disfrazadas. Quizás hay una razón por la que debemos estar aquí ahora.
Laura,
aunque inicialmente agitada por el contratiempo, empezó a reflexionar sobre las
palabras de Mateo. Decidió entonces abrir su corazón y compartir sus propias
inseguridades y sueños no cumplidos. Mateo, con una serenidad que solo los años
pueden otorgar, le ofreció consejos que resonaron profundo en el alma de Laura.
De
repente, el tren retomó su marcha. Al llegar a su destino, Laura se sintió
renacida. La perspectiva de Mateo sobre la vida había encendido una chispa de
esperanza y curiosidad en ella.
-
Gracias, Mateo. Esta noche has cambiado mi forma de ver la vida. Nunca olvidaré
este viaje, dijo Laura mientras bajaban del tren.
-
Recuerda, Laura, el destino a veces nos lleva por caminos inesperados para
enseñarnos lecciones valiosas. Mantén tu corazón y tu mente abiertos, respondió
Mateo con una cálida sonrisa.
Los
días siguientes, Laura sintió una transformación dentro de sí. Cambió rutinas,
retomó viejas aficiones y comenzó a planear un viaje que siempre había soñado,
pero nunca osó realizar.
Un
año después, en otra estación de tren, esta vez con la promesa de un viaje de
aventuras, Laura vio a un joven perdido entre la multitud. Con una sonrisa, se
acercó para ofrecerle ayuda, recordando el encuentro que había cambiado su
destino.
La
cadena de eventos, comenzada por un retraso en un tren y el encuentro con
Mateo, había llevado a Laura a entender que el destino no está escrito en
piedra, sino tejido por las decisiones y las personas que encontramos en
nuestro camino.
Ahora,
mientras ayudaba al joven, Laura se sintió agradecida por aquel retraso en el tren.
Aquel encuentro no solo había cambiado su perspectiva sobre el destino, sino
que también la había transformado en un agente de cambio para otros.
Con
el corazón lleno de gratitud y expectativa por el futuro, Laura abordó el tren,
dispuesta a vivir cada momento al máximo, sabiendo que cada persona era una
parte esencial de su viaje.
La
vida está llena de retrasos, desvíos y encuentros inesperados que, aunque
pueden parecer obstáculos, a menudo están disfrazados de oportunidades para
crecer y transformar nuestra existencia. Señor Jesús ayúdanos a mantener el
corazón y la mente abiertos a las lecciones que estas experiencias traen, y haz
que recordemos que el futuro es una tela tejida por nuestras propias decisiones
y las personas que nos encontramos en el camino.
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