2024 AGOSTO MEDITACIÓN EUCARISTICA LA CAZA
Querido Jesús,
presente en el santísimo sacramento del altar, de nuevo nos colocamos ante tu
presencia y así poder disfrutar de tu cercanía y de tu aliento. La vida tantas
veces nos confunde por los mil argumentos que nos presenta y que a simple vista
parecen todos lógicos y buenos, pero cuando analizamos un poco más en
profundidad y con los criterios que aparecen el Evangelio, no son más que
engaños y falsas apariencias que no llevan al respeto del ser humano y de la
creación, la casa común de todos. En esta tarde queremos pedirte que nos des
capacidad para analizar todo y buscar el bien de todos. Escuchemos esta bonita
fábula.
La Caza: Un día, un duque salió de caza al bosque,
acompañado por un séquito de numerosas personas, entre hombres de armas y
sirvientes. Entonces se encontraron con un árbol en cuyo tronco había dibujado
una diana, con círculos que se estrechaban. En el centro, vio clavada una
flecha. El duque se sorprendió y dijo:
- ¿Quién será el fino arquero que consiguió dar con
esta flecha en el blanco de forma tan exacta? ¡Me encantaría conocerle!
Siguieron caminando algunos kilómetros cuando de
pronto se encontraron con un niño pequeño que llevaba en su mano un arco y unas
flechas. El duque le preguntó, y el niño reconoció que había sido él el que
clavó las flechas en el árbol.
- ¡Qué maravilla!, exclamó entonces el duque, ¡Con
lo pequeño que eres! Pero, espera… Será que te acercaste a la diana para dar en
el blanco, ¿no?
- No, señor, dijo el niño. Lo cierto es que disparé desde
bastante lejos. ¡Lo juro!
- ¡Increíble!, dijo entonces el duque. Desde ahora
te admito a mi servicio. Formarás parte de mi séquito de caza. Pero, dime una
cosa… ¿cómo has conseguido esa asombrosa puntería?
- Muy fácil, contestó entonces el niño con mucha
naturalidad, primero disparé la flecha y luego pinté la diana alrededor.
Señor Jesús
está claro que las cosas no son lo que parecen. A veces sacamos conclusiones
antes de tiempo. Las personas adultas no somos capaces de ver con la
simplicidad que lo ven todos los niños. Es más… nos apresuramos a sacar
conclusiones con rapidez, sin darnos cuenta de que las apariencias engañan. Por
eso te pedimos que nos concedas la gracia de penetrar en el fondo de las
situaciones para poder valorarlas con equidad y con sentido común.
Nunca las
cosas son lo que parecen. Muchas veces decimos: si lo que veo parece una mesa,
tiene forma de mesa y color de mesa…será una mesa. Ahí está nuestro error, el
de dejarnos engañar por los sentidos y las ‘construcciones’ que nuestro cerebro
hace por nosotros. Y a veces lo que parece una mesa no lo es… puede que solo
sea un dibujo o quién sabe, quizás una silla con forma de mesa. El caso es que
las apariencias engañan y nuestro cerebro, deseoso de encontrar al instante una
respuesta, también.
Los niños
saben resolver problemas: ¿Que no se clavan las flechas donde yo quiero? Muy
fácil: primero disparo la flecha y luego pinto lo que quiera alrededor. Así de
simples y sencillas son las soluciones de los niños. No se complican la vida,
como solemos hacer los mayores. A veces somos tan ‘cabezotas’ que olvidamos las
soluciones más simples. O simplemente, no somos capaces de verlas.
Tomamos
decisiones antes de tiempo: En la fábula La Caza, el duque no se lo pensó dos
veces y contrató al niño a su servicio de forma inmediata, sin haber probado
antes la veracidad de sus palabras. Y es algo que nos sucede muy a menudo:
tendemos a tomar decisiones a la ligera, por una primera impresión o corazonada.
Luego nos arrepentimos, pero la decisión ya está tomada. Ayúdanos tu Señor a ir
al fondo de las cosas y no quedarnos solo en la superficie, en las apariencias.
Amén.
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