miércoles, 14 de agosto de 2024

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS

 

La Asunción de la Virgen María a los cielos en cuerpo y alma, nos recuerda que María se anticipó a la resurrección de los demás. Pero no un regalo personal sino una prenda de lo que se ofrece para todos: la asunción de María es como un espejo en el que toda la Iglesia se refleja, es lo que estamos invitados a vivir, pues María es imagen de la Iglesia y el comienzo de su plenitud futura.

Frente a la desazón que puede suscitar ver nuestra humanidad tan estancada para la paz y la justicia, la glorificación de María nos despierta la esperanza y nos consuela: la humanidad está abierta a Dios y Dios hace nuevas todas las cosas. En María toda la Humanidad se llena de esperanza porque una hermana de nuestra raza ya goza de su humanidad nueva. Quizá es prueba palpable de que otro mundo, otra humanidad ya están siendo posibles.

El camino para ser “levantados”

La Asunción de María se diferencia de la Ascensión del Señor, porque él se eleva al cielo por su propia gloria y María es levantada por Dios porque eleva a los humildes. Entonces el camino es claro para nuestra vida futura. María poniéndose al servicio de los demás, abajándose y poniendo en el centro la obra que Dios realiza, es levantada por el mismo Dios.

El libro del Apocalipsis, refleja muy bien la situación: María es esa mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas, es también figura de la Iglesia que da a luz y es perseguida por el Dragón y es resguardada por Dios en el desierto.

Si elegimos el camino del abajamiento recorrido por María, no faltarán las persecuciones. Sin embargo, la gloria de María en su humanidad plena nos afirma en la esperanza, nos confirma que, en Cristo Resucitado, la Vida puede más y, por eso, la muerte será un enemigo definitivamente aniquilado, aunque por el momento parezca ufanarse de sus conquistas.

En fin, María asunta «en cuerpo y alma al cielo», humanidad adelantada en su final nos señala el camino que la llevó a la Gloria, que no es otro que el de su Hijo… el compromiso de la entrega de amor. Ella, la primera discípula, nos alienta y consuela: la esperanza de la humanidad ¡ya está alcanzada! No nos quedemos atrás.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario