¿TE CONOCEMOS, SEÑOR?
Hijo del pobre José, pero
rico y expresivo en tu lenguaje.
Hijo de la sencilla
María, y complicado en tu vida.
Hermano de tus
hermanos, y defensor de la verdad sin distinción.
Decimos quererte, y no
entramos en Ti.
Decimos amarte, y no
vivimos con el impulso de tu amor.
Decimos alabarte, y lo
hacemos despegando los labios pero, tal vez, sin abrir el corazón.
Decimos honrarte, y
olvidamos que en el obrar, es donde te damos gloria y comprometida alabanza.
¿Te conocemos, Señor?
¿Sentimos al que te
envió?
¿Acogemos al que te
hizo nacer pobre y niño en Belén?
¿Obedecemos al que te
hizo obedecer subiendo a la cruz?
¡Creemos, Señor, pero
aumenta nuestra fe!
Fe para verte como Hijo
de Dios.
Fe para recibirte como
el enviado del Padre.
Fe para dejarte
compartir nuestra existencia.
Fe para transformarnos
con el pan de la vida.
Fe para llenarnos de
felicidad con el pan de la Eucaristía.
Amén
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