2025
ENERO MEDITACIÓN EUCARISTICA
¿ES
USTED JESÚS?
Querido
Jesús de nuevo estamos aquí contigo al inicio de este año nuevo y queremos
sentirnos cerca de ti para que nos acompañes a lo largo de este nuevo año.
Tantas veces nos sentimos desprotegidos y como abandonados. Queremos
refugiarnos en ti y sentir tu abrazo cálido y suave.
Queremos
vivir de acuerdo con tus criterios y valores sabiendo que la generosidad, la
amabilidad, la servicialidad son elementos irrenunciables. Donde hay un
cristiano, un seguidor tuyo, deberían brillar estos valores irrenunciables.
Saber y ser conscientes que somos su presencia en medio del mundo y de la
sociedad actual. A pesar de que muchos viven de espaldas a Dios, lo importante
es saber que a pesar de todo Dios nos ama a todos y de manera incansable.
Escuchemos esta bella historia:
¿Es
usted Jesús? Un grupo de vendedores fue a una convención de
ventas. Todos les habían prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para
cenar el viernes por la noche. Sin embargo, la convención terminó un poco
tarde, y llegaron retrasados al aeropuerto. Entraron todos con sus billetes y documentos
de identidad, corriendo por los pasillos.
De
repente, y sin querer, uno de los vendedores tropezó con una mesa, que tenía
una canasta de manzanas. Las manzanas salieron volando por todas partes. Sin
detenerse, ni voltear para atrás, los vendedores siguieron corriendo, y apenas
alcanzaron a subirse al avión. Todos menos uno. Este se detuvo, respiró hondo,
y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas.
Les dijo a sus amigos que siguieran sin él, y le pidió a uno de ellos, que al
llegar llamara a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo más
tarde.
Luego,
se regresó a la terminal, y se encontró con todas las manzanas tiradas por el
suelo. Su sorpresa fue enorme, al darse cuenta de que la dueña del puesto era
una niña ciega. La encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo por sus
mejillas. Tanteaba el piso, tratando en vano de recoger las manzanas, mientras la
multitud pasaba, vertiginosa, sin detenerse; sin importarle su desdicha.
El
hombre se arrodilló junto con ella, recogió las manzanas, las metió a la
canasta y le ayudó a montar el puesto nuevamente. Mientras lo hacía, se dio
cuenta de que muchas se habían golpeado y estaban maltratadas. Las tomó y las
puso en otra canasta. Cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña:
-
Toma, por favor, este dinero por el daño que hicimos. ¿Estás bien?
Ella,
llorando, asintió con la cabeza. El continuó, diciéndole:
-
Espero no haber arruinado tu día. Conforme el vendedor empezó a alejarse, la
niña le gritó:
-
Señor...
Él
se detuvo, y volteó a mirar esos ojos ciegos. Ella continuó:
-
¿Es usted Jesús?
Él
se paró en seco y dio varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo,
con esa pregunta quemándole y vibrando en su alma: "¿Es usted Jesús?"
A
nosotros nos ha sucedido alguna vez que nos hayan confundido con Jesús. Te
pedimos Señor que nos hagas fuertes y responsables en ser tus testigos, porque
ese es nuestro destino. Testificar que tú nos amas y que ese amor nos hacer
vivir de manera diferente y autentica. Deberíamos parecemos tanto a Jesús que
la gente pudiera descubrir su presencia a través de nosotros. Parecernos tanto
a Jesús en un mundo que está ciego a Su Amor, Su Vida y Su Gracia. Si decimos
que conocemos a Jesús, deberíamos vivir y actuar como lo haría Él.
Pero
para ello tenemos que conocer más intensamente a Jesús. Conocerlo es mucho más
que citar los Evangelios e ir a la Iglesia. Es, en realidad, vivir Su Palabra
cada día. Identificarnos con su vida y sus palabras y sus gestos. Sería ser
capaces de traer en el presente y en la vida de nuestros hermanos su aroma, su
mirada, sus abrazos, su misericordia. Cada uno de nosotros somos la niña de sus
ojos, aun cuando hayamos sido golpeados por las caídas. Él dejó todo y asumió
nuestra carne y nos recogió a ti y a mí en su regazo, y pagó por nuestra fruta
dañada. Empecemos a vivir como si valiéramos el precio que Él pagó. Pero empecemos
hoy, porque el futuro se construye desde ahora. Amén.
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