2022 AÑO C TIEMPO ORDINARIO XXXIV
JESUSCRISTO REY DEL UNIVERSO
En el Calvario, tres
condenados al mismo suplicio, Lucas coloca su última parábola sobre la
misericordia. Que comienza en los labios de un hombre, en verdad de un
delincuente, uno que, en su impotencia de hombre clavado en la muerte, exprime,
de las espinas del dolor, la miel de la compasión por su compañero Cristo
crucificado. Y trata de defenderlo en ese caos, y quisiera protegerlo de las
burlas de los demás, con la última voz que tiene: ¿no ves que él también está
en el mismo dolor que nosotros? Palabras como una revelación para nosotros: incluso en la vida más retorcida habita una
migaja de bondad; ninguna vida, ningún hombre carece de una pizca de luz.
Una gran definición de Dios: Dios está dentro de nuestro sufrimiento,
crucificado en todos los infinitos crucificados de la historia, navega en este
río de lágrimas. Su vida y la nuestra, un solo río. Entra en la muerte porque
cada uno de sus hijos entra en ella. Para estar con ellos y como ellos. El
primer deber de quien ama es estar con los que ama.
No hizo nada malo; hermosa
definición de Jesús, nítida, sencilla, perfecta: nada malo, a nadie, nunca.
Sólo bueno, exclusivamente bueno. Se establece una comunión más fuerte que el
tormento, un momento muy humano y sublime: Dios y el hombre se apoyan
mutuamente. Y el ladrón que ofreció compasión ahora recibe compasión: acuérdate de mí cuando estés en tu reino.
Jesús no sólo se acordará, sino que se lo llevará con él: hoy estarás conmigo en el paraíso. Como un pastor que lleva a la
oveja perdida sobre sus hombros, para que sea más fácil, más ligero el regreso
a casa. "Acuérdate de mí" reza el pecador, "estarás
conmigo" responde el amor.
Las últimas palabras de
Cristo en la cruz son tres palabras de un príncipe, tres edictos reales, de un
verdadero rey del universo: hoy – conmigo - en el cielo. Jesús tiene la muerte
encima, la muerte dentro, y piensa en la vida. Está derrotado y piensa en la
victoria, en un hoy conmigo, un hoy de luz y comunión.
Es la recreación de un
nuevo Génesis, pero “en plenitud”. Los Colosenses, dicen la reconciliación de
Dios con su Creación, esto es, con todos los seres, los del cielo y los de la
tierra “haciendo la paz por la sangre de su Cruz”. En esto consiste el
mesianismo de Jesucristo: en su condición de Señor y Juez del Universo, de Rey
que reina y juzga desde su cruz. Y su papel indiscutible de reconciliación y de
comunión.
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