2022 NOVIEMBRE ADORACIÓN
EUCARÍSTICA. EL GRAN REGALO
De nuevo
contigo Señor Jesús, delante de la eucaristía nos sentimos inmensamente
reconfortados por ese inmenso don que nos hace cada día y en cada instante. Tu
presencia en medio de nosotros es un regalo enorme y fantástico. Si
apreciáramos lo suficiente, solo con este don podríamos ser felices todos los
días de nuestra vida. Porque significa que tú eres el regalo, que tu presencia
está aseguradas en nuestro interior y que formamos parte de tu esencia pues
fuimos formados a tu imagen y semejanza.
Escuchemos
esta bella historia.
EL GRAN REGALO: Un joven muchacho, que estaba a punto de graduarse,
hacía muchos meses que había visto un hermoso auto deportivo en una tienda de
compra-venta de vehículos. Sabiendo que su padre podría comprárselo, pues tenía
muchísimo dinero, le dijo que ese auto era lo que quería para su graduación.
Llegó el día de la graduación y el padre le llamó
para que fuera a su despacho. Mientras que sujetaba en sus manos una hermosa caja
de regalo, le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo
mucho que lo amaba.
Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió
la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia con cubiertas de piel y su
nombre escrito en letras de oro. Enojado le gritó a su padre diciendo:
- Todo el dinero que tienes y solo me das esta Biblia.
Y salió de la casa, tirando la Biblia por los suelos.
Pasaron muchos años y nuestro joven se convirtió en
un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia.
Cuando supo que su padre, que ya era anciano, estaba muy enfermo, pensó en
visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su graduación.
Antes de que
fuera a verlo, recibió un telegrama que decía que su padre había muerto y le
había dejado todas sus posesiones. El abogado le comunicaba en el telegrama que
necesitaba urgentemente verlo en la casa de su padre para arreglar los trámites
del testamento.
Cuando llegó a la casa de su padre, su corazón se
llenó de gran tristeza y un profundo arrepentimiento. Empezó a ver todos los
documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que le había
regalado para su graduación. Con lágrimas la abrió y empezó a hojear sus
páginas. Su padre cuidadosamente había puesto una estampita en una de sus
páginas. Abrió por esa página y se encontró subrayado un verso de San Mateo que
decía:
"Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a
vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos
dará cosas buenas a los que se lo pidan?" (Mt 7:11).
Mientras leía esas palabras, una llave de coche cayó
de la Biblia. Tenía una tarjeta de la agencia de autos donde había visto ese
coche deportivo que tanto había deseado. En la tarjeta aparecía la fecha del
día de su graduación y las palabras: “TOTALMENTE PAGADO”
Sólo entonces se dio cuenta cuán desagradecido había
sido con su padre. Por ese pequeño detalle, lo había abandonado y nunca más lo
había visitado. Ahora ya no tenía remedio. Sólo le quedaba el arrepentimiento y
en medio de sus oraciones, pedirle perdón.
Cuántas veces
hemos rechazado y perdido las bendiciones de Dios porque no era lo que nosotros
esperábamos. Cuántos regalos nos hace Dios a lo largo de nuestra vida pero que
pasan “desapercibidos” para nosotros.
Cada nuevo día
de nuestra vida es un regalo de Dios. La vida, aunque no es el mayor regalo que
recibimos Él, es el que posibilita que sigamos recibiendo todos los demás. Si
Dios no nos diera la vida, no gozaríamos de este mundo, ni luego tendríamos la
posibilidad de vivir eternamente.
El amor de
Dios, que es derramado en nuestros corazones a través del Espíritu Santo y la
alegría que Cristo nos da y que nadie nos podrá quitar. La familia y la salud:
que a veces sólo las valoramos cuando las hemos perdido. Pero el mayor regalo
es Dios mismo.
¿Cómo
podríamos pagar tantos regalos? Sólo de un modo: con amor. Cuántas veces
nuestra ceguera o nuestro orgullo no nos dejan ver las maravillas que nos
rodean, y que por ser regalos de Dios son nuestros. Todos los cristianos somos ricos,
pero muchos no lo sabemos. Amén
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