2022 NOVIEMBRE MEDITACIÓN EUCARISTICA
Como una
bella flor
Delante de ti Jesús eucaristía nos presentamos en esta tarde-noche para compartir contigo un momento de nuestra vida. Porque queremos valorar todos los momentos por muy pequeños que sean. A veces los acontecimientos menos importantes son los que dan alegría, felicidad y serenidad a nuestra existencia. Queremos aprender se ti a valorar y a darle peso a todo lo que tenemos, a todo lo que sentimos, para que tú los destaques y caigamos en la cuenta de lo importantes que son.
Recuerdo esta bella historia que escuché
hace tiempo y que hoy quiero traerla aquí delante de ti y de los hermanos.
Como una bella flor
Hace
unos años alguien, que ahora mismo no recuerdo, me contó una bella historia
sobre aprender a valorar las cosas que tenemos; cosas que por tenerlas siempre
a mano no le damos mucha importancia hasta que... Permítame que pase
directamente a contarte lo que me acuerdo de ella.
Había
una joven de unos cuarenta años que era bastante acomodada: Tenía de todo, un
marido maravilloso, hijos perfectos, un empleo estable en una tienda de alta
costura, una familia unida. Lo extraño es que ella no conseguía conciliar todas
sus actividades. El trabajo y los quehaceres le ocupaban todo el tiempo y su
vida siempre andaba coja en algún área. Si el trabajo le consumía mucho tiempo,
ella lo quitaba de los hijos; si surgían problemas, ella dejaba de lado al
marido... Las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después. Hasta
que un día, su padre, un hombre muy sabio que en repetidas ocasiones había
hablado con su hija de ese problema, le dio un regalo. Con la excusa de que era
su cumpleaños le regaló una planta de la familia de las orquídeas que daba sólo
una flor de vez en cuando, pero precisamente por ello tenía un valor
incalculable; tanto, que según contaba la historia, años atrás hubo otro
ejemplar en el mundo en manos del sultán de Pulmankar, pero que ya había
muerto.
Y
le dijo:
- Hija,
ya verás cómo esta flor te va a ayudar mucho. ¡Más de lo que te imaginas! Tan
sólo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando; y a veces conversar un
poco con ella. Ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y esas
maravillosas flores que ahora ves.
La
joven quedó muy emocionada, a fin de cuentas, la flor era de una belleza sin
igual. Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgieron, el trabajo consumía
todo su tiempo; y su vida, que continuaba confusa, no le permitía cuidar de la
flor. Ella llegaba a casa, miraba la flor, y la planta no mostraba señal de flaqueza.
La flor seguía bellísima, la contemplaba un segundo y pasaba de largo para
hacer las mil y una cosas que tenía pendientes.
Hasta
que un día la flor murió. Ella llegó a casa ¡y se llevó un susto! Estaba
completamente muerta, su raíz estaba reseca, la flor mustia y sus hojas
amarillas. La joven lloró mucho, y contó a su padre lo que había ocurrido.
Su
padre entonces respondió:
- Ya
me imaginaba que eso ocurriría, y no te puedo dar otra flor, porque no existe
otra flor igual a esa, ella era única, al igual que tus hijos, tu marido y tu
familia. Todas son bendiciones que el Señor te dio, pero tú tienes que aprender
a regarlos, podarlos y darles atención; pues al igual que la flor, los
sentimientos también mueren. Te acostumbraste a ver la flor siempre allí,
siempre florida, siempre perfumada, y te olvidaste de cuidarla.
Señor Jesús ayúdanos a cuidar siempre lo
que más queremos, a darle el lugar y el espacio en nuestra vida y en nuestro
corazón. Que sepamos cuidarnos los unos a los otros y que con tu fuerza y
energía nunca decaigamos y siempre nos mostremos atentos y cuidadosos con lo
que más amamos.
Tu no nos dejes de te mano y
recondúcenos cuando vez que perdemos el rumbo y andamos por caminos equivocados
y errados. Se tu nuestra fuerza para sostener nuestras debilidades y con tesón
y firmeza andemos por los caminos trazados por el Padre desde la eternidad.
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