2022 NOVIEMBRE MEDITACIÓN
EUCARISTICA. NUNCA TE RINDAS
En
medio de tantas preocupaciones, frustraciones, sinsabores, fracasos…, que
tenemos que superar diariamente, es fácil dejar de mirar al cielo y caer sin
darnos cuenta en el desencanto e incluso en la desesperación. Es difícil ver la
mano de Dios en lo que parece una desgracia. Por eso aquí estamos delante de ti
Jesús para que, a pesar de todo, tenemos que confiar en ti y seguir adelante. Nunca
desmayemos, pues Dios sabe escribir derecho con renglones torcidos.
Escuchemos
esta historia sencilla que refleja el cuidado que Dios tiene de los que le
aman, a pesar de que a primera vista pudiera parecer todo lo contrario.
NUNCA TE RINDAS: Hace ya muchos años, un barco mercante que navegaba
por el océano, pero como consecuencia de una imprudencia de su capitán chocó
contra unos arrecifes que se encontró en el camino. Después de varios días de
gran esfuerzo por mantener el barco a flote, el gran oleaje y la poca pericia
de los tripulantes, terminó por hundirse. A pesar de que doce hombres saltaron
al agua, el mal estado de los botes salvavidas y la falta de agua y alimento,
hizo que sólo uno de ellos llegase a las costas de una misteriosa isla.
Pocas semanas después, nuestro pequeño Robinson ya
se había repuesto. El hambre y la necesidad le habían despertado el instinto de
supervivencia. Por lo que no le costó mucho encontrar algunas frutas y lo más
necesario para su diario sustento. Un pequeño arroyo le proveía de agua para
beber; y con palos de algunos árboles muertos y ramas secas se fabricó una
choza para protegerse del fuerte sol y de las lluvias abundantes.
Todos los días oraba fervientemente pidiendo a Dios
que alguien lo rescatara. Por la mañana, con las primeras luces, se subía a una
atalaya que había en un extremo de la isla y revisaba el horizonte buscando
ayuda. En varias ocasiones recorrió la pequeña isla de uno al otro extremo,
pero no encontró el más mínimo rastro de que alguien hubiera habitado allí en
los últimos años.
Conforme pasaron los meses, la soledad y el silencio
comenzaron a apoderarse de él. Tenía que hacer grandes esfuerzos para no
desesperarse; y lo que es peor, para no cometer una barbaridad.
Un día, después de haber subido a un cocotero
buscando algo de fruta y haberse pasado unas horas en la orilla recogiendo el
pescado que había caído en una trampa que él mismo había improvisado, regresó a
su “mansión” y encontró la pequeña choza en llamas. El humo subía hacia el
cielo. Todo su esfuerzo de meses había ardido. En ese momento se sintió morir.
Él, confundido y enojado con Dios, en medio de lágrimas le decía: ¿Cómo pudiste
hacerme esto? ¿Por qué has permitido esta desgracia? ¿Y ahora qué va a ser de
mí?
El agotamiento y la desesperación pudieron con él.
No teniendo dónde guarecerse esa noche, no le quedó más remedio que dormir
sobre la arena de la playa. Al siguiente día, muy temprano, escuchó asombrado
el sonido de un barco que se aproximaba a la isla. Pocos minutos después una
barquita de remos se acercaba donde él estaba. ¡Al fin, venían a rescatarlo! Cuando
tuvo frente a sí a los marineros, les preguntó: ¿Cómo sabían que yo estaba
aquí?
Y sus rescatadores contestaron:
- Vimos las señales de humo que nos hiciste.
Es fácil
enojarse cuando las cosas van mal, pero nunca debemos dejar de confiar en Dios.
Sigamos rezando, nunca le abandonemos porque Dios está preparando algo bueno
para nuestras vidas. Aún en medio de lo que reconocemos como penas y
sufrimientos, Dios sabe mandarnos a su ángel de la guarda. Recordemos la
próxima vez que nuestra pequeña choza se queme, puede ser simplemente una señal
de humo que parte del AMOR de DIOS. Ante todas las cosas malas que nos ocurren,
digámonos a nosotros mismos: DIOS TIENE UNA RAZÓN PARA TODO ELLO.
No perdamos la
fe. Por todas las cosas negativas que nos pasan, debemos decirnos a nosotros
mismos siempre: DIOS TIENE SIEMPRE UNA RESPUESTA POSITIVA PARA TODAS LAS COSAS
NEGATIVAS. Jesús sacramentado, sabemos que tú nunca nos abandonas y que todas
las cosas acontecen por algún motivo.
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