2023
AÑO A TIEMPO DE PASCUA V
Si hay un adjetivo que le cuadra bien al evangelio,
es “interpelante”. Si el evangelio
no nos interpela; si no afecta a nuestras vidas, no sirve para nada.
Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos conocer
el camino?
Yo
soy el camino. Jesús no responde: Yo
"conozco" el camino y ahora os daré las coordenadas; en cambio, dice:
yo soy el camino. Podemos sentirnos muy ufanos del
conocimiento profundo que tenemos de él, podemos teorizar y elucubrar sobre él
hasta la saciedad, pero si no
respondemos, de nada nos sirve. El evangelio es una constante invitación a
caminar, y Jesús es el camino. Pero un camino no es para conocerlo, sino para
recorrerlo. El mapa del rio amazonas
El camino hacia Dios es la vida de Cristo. Miremos a
Jesús, cómo vive, cómo se conmueve, cómo se va, cómo muere, y comprenderemos a
Dios y la vida. Y si quiero entrar en ese misterio pondré mis pasos en los
suyos, preferiré los que él prefirió, renovaré sus opciones con las mías, sólo
me moveré detrás de su estrella polar.
Yo
soy la verdad. Cómo vivo es la vida verdadera, cómo
trato con los pequeños y las mujeres, con los cristos pobres. La verdad está
hecha de carne y hueso. La verdad desarmante es su movimiento libre, regio y
amoroso entre las criaturas. Nunca arrogante y siempre inflexible. Recta y segura.
La verdad es valiente y amable. Cuando es arrogante y sin ternura, es una
enfermedad que nos enferma a todos de violencia. La verdad dura y despótica, gritada
con palabras de piedra: así son las cosas,
no es la voz de Dios. Dios es verdad amable, de ojos y manos ardientes.
Yo
soy la vida. Palabras que ninguna explicación puede
agotar. Yo soy la vida. Por eso, cuanto más evangelio entra en mí, más vida se
añade a la vida. Esa vida que se opone a la pulsión de muerte, a la auto
destructividad que cultivamos en nosotros mismos, a los miedos, a la esterilidad
de una vida inútil. La vida es todo lo que podemos poner bajo este nombre: futuro, amor, hogar, fiesta, descanso,
deseo, Pascua, felicidad. Por eso fe y vida, sagrado y realidad, tienen la
misma fuente, y coinciden.
Los
gestos y las palabras de Jesús son energía que puede astillar la dura armadura,
hacer florecer la corteza enferma de la historia, hacer soñar la tierra nueva y
los cielos nuevos, siempre y cuando su ternura pase por nuestras manos.
El misterio de Dios no está lejos de ti, está en tu vida: vive en tu nacer, amar,
dudar, creer, perder, ilusionar, osar, engendrar... En todo tu amor es Él quien ama. El misterio de Dios no está lejos,
sino que es el camino bajo nuestros pasos. Si
Dios es vida, entonces hay santidad en la vida, vivimos la santidad de vivir.
Por eso fe y vida, espiritualidad y realidad no se
oponen, sino que se encuentran y se abrazan y conviven, y se esfuerzan y siguen
dando vida a nuestro alrededor. Un poco de dosis de realidad y de fe iluminan
nuestras vidas y dan sentido a la existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario