2023 MAYO MEDITACIÓN EUCARÍSTICA
SUPE QUE ALGO TE HABÍA PASADO
Delante de ti
Jesús sacramentado nos presentamos de nuevo en esta tarde para poder compartir
unos momentos contigo y para poder descansar de nuestros ajetreos y
preocupaciones diarias. Sabemos que tú siempre cuentas con nosotros y que
estarás con nosotros. Somos importantes y especiales para ti. Nos echarás de
menos cuando faltamos a la cita y cuando no te saludamos todos los días o
dedicamos unas migajas de nuestro tiempo. Sin embargo, tú lo valoras todo y 10
minutos suponen mucho para ti. Escuchemos esta bonita historia y como cuando
faltamos a la cita se nos echa de menos.
Juana trabajaba en una planta distribuidora de
carne. Un día, terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores
para inspeccionar algo; en ese momento se cerró la puerta, se bajó el seguro y
para su sorpresa quedo atrapada dentro.
Aunque golpeó la puerta fuertemente y comenzó a
gritar, nadie pudo escucharla. La mayoría de los trabajadores habían partido a
sus casas, y fuera del congelador era imposible escuchar lo que ocurría dentro.
Cinco horas después, y al borde de la muerte,
alguien abrió la puerta. Era el guardia de seguridad
que entró y la rescató.
Juana preguntó a su salvador como se le ocurrió abrir
esa puerta si no era parte de su rutina de trabajo, y él le explicó: Llevo
trabajando en ésta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta
cada día, pero tú eres la única que me saluda en la mañana y se despide de mí
en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible.
Hoy, como todos los días, me dijiste tu simple
¡Hola! a la entrada, pero nunca escuché el ¡Hasta mañana! Espero por ese ¡Hola!
y ese ¡Hasta mañana! todos los días. Para ti yo soy alguien, y eso me levanta el
ánimo cada día. Cuando hoy no oí tu despedida, supe que algo te había pasado.
Te busqué y te encontré.
A veces
pasamos por delante de las personas y estamos tan enfrascados en nuestros
problemas que ni nos acordamos de decir ¡buenos días! Yo tengo un loro verde
más de veinte años; se puede decir que se crió conmigo. Cada vez que paso por
delante de él le tengo que decir al menos ¡hola yaco! Si en alguna ocasión paso
sin decirle nada, inmediatamente oigo un sonido de queja para recordarme: ¡Lucas,
que estoy aquí! Si esto es capaz de hacerlo un loro cuando se siente
“ninguneado” ¡cuánto más una persona!
Esos detalles
tan pequeños y que cuestan tan poco trabajo: ¡Buenos días! ¡Vaya con Dios!
¡Mamá ya estoy en casa! ..., para otras personas pueden ser un signo de que les
tenemos en cuenta, de que les amamos. Son detalles muy pequeños, pero que como
al amigo de nuestra historia, un día te podrían dar la vida.
Hay alguien
muy especial que nos ama de modo singular, y me refiero a Jesús y María. No pasmos
ningún día delante de una imagen o de una Iglesia sin que tengamos un
movimiento de cariño en el corazón que te hagan decir: ¡Jesús te amo! ¡Sagrado
Corazón de Jesús en Vos confío! ¡Oh María sin pecado concebida, ruega por
nosotros que recurrimos a Vos! O cualquier otra jaculatoria que se te ocurra.
Podría haber un día en el que estuvieras “atrapado” y al no verte pasar Jesús o
María enseguida pensarán “¡algo le ha pasado, Voy a buscarle!”
Dejémonos
buscar por el Señor, él sale siempre a nuestro encuentro como el buen pastor
que sale a buscar a la oveja descarriada. Si la encuentra herida la carga en
sus hombros, si estamos cansados él nos lleva en sus brazos. Si nos encuentra
después de una larga búsqueda, cuanta alegría habrá en su corazón. Abrámonos a
su presencia y saludémosle todos los días para recibir de él la necesaria
atención y preocupación, esto podría salvarnos la vida. Amén
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