miércoles, 30 de agosto de 2023


 

2023 AGOSTO MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:

El vestido blanco se llenó de barro.

De nuevo estamos aquí Jesús sacramentado para contemplarte en el Santísimo sacramento en el altar. Estar contigo nos sosiega y nos calma. En esta vida tan ajetreada que llevamos tu presencia nos da serenidad y paz. Queremos empaparnos de ella para poder volver a la rutina cotidiana con corazón tranquilo y sosegado. Danos ese corazón manso y capaz de perdonar y de olvidad las cosas malas y negativas de la vida. Haznos dóciles en tu servicio y en el servicio a los demás. Esta historia nos ayuda a recapacitar y descubrir el valor de la paciencia.

El vestido blanco se llenó de barro: Hace ya bastantes años, las monjitas de una escuela primaria hicieron un concurso. El primer premio era un precioso juego de té. Todas las niñas querían ganar. Al final resultó ganadora Paula. Ella recogió el premio que le había tocado y sumamente feliz se lo enseñó a su mamá.

Ese mismo sábado, Gloria, su mejor amiga, vino justo cuando Paula salía de compras con su mamá. Le pidió que le dejara el juego para jugar en el jardín. En un principio, Paula se resistió, pues tenía el juego en gran aprecio, pero tal fue la insistencia de Gloria que finalmente accedió, no sin antes decirle que tuviera mucho cuidado con él. Al regresar Paula con su mamá de la compra se llevaron una gran sorpresa. Todas las piezas estaban tiradas por el suelo del jardín; y lo que era peor faltaban tazas y platos, y la bandeja estaba rota. Paula, sumamente enojada, lloró desesperadamente.

- Ves mamá ¡Yo no quería prestárselo y fíjate lo que me hizo, lo rompió y lo dejó tirado en el jardín! ¡Ya verás lo que le voy a hacer! Paula estaba hecha una rabia, completamente fuera de control. La mamá se la sentó en las piernas y con mucho cariño, mientras le pasaba la mano por la cabeza, le recordó el día aquel en el que había estrenado su trajecito blanco y un coche le salpicó entera de barro. ¿Recuerdas, que querías lavarlo inmediatamente, pero la abuelita no te dejó, diciéndote que había que dejar que el barro se secara, porque así sería más fácil sacar la mancha? Ahora pasa exactamente lo mismo. Es preferible dejar que primero la ira se seque; después será más fácil arreglarlo todo. Si vas ahora, podrías decir cosas que hirieran grandemente a tu amiguita, y hasta podríais perder la amistad. Créeme que luego te arrepentirías.

Paula estaba tan molesta que no entendió lo que la mamá le decía, ya que lo que quería era ir a reclamarle a Gloria. Finalmente, movida por el cariño y las buenas razones de su madre, accedió y se sentó a ver televisión.

Al rato sonó el timbre. Era Gloria. Traía en sus manos un regalo bellamente envuelto con un gran lazo, y entregándoselo a Paula le dijo:

- ¿Te acuerdas del niño travieso que vive en la otra calle, el que siempre nos está molestando? Pues cuando saliste, vino insistiendo en querer jugar conmigo. No lo dejé porque sabía que no iba a cuidar tu juego. ¿Y sabes lo que hizo? Me lo arrebató de las manos y lo desbarató. Llorando se lo conté a mi mamá. Ella me calmó y fuimos a comprar otro juego igualito. ¡Aquí está! ¿Estás enojada conmigo? ¡No fue culpa mía!

Paula le dijo: No, no es nada, no sufras. ¡Mi ira ya se secó!

Le dio un fuerte abrazo, y cogiéndose de las manos fueron a su cuarto…, mientras le contaba la historia de aquel vestidito blanco que una vez se le ensució de barro.

¡Cuántas ocasiones nos ocurren a nosotros cosas parecidas! Lo importante es no dejarse llevar por el coraje del momento, sino aprender a “serenarse”. ¡Podemos hacer tanto daño con un desaire momentáneo! No olvidemos nunca que por grande que sea la ofensa que alguien nos pueda hacer, si no somos sordos, escucharemos las palabras que Otro ya pronunció cuando estaba clavado en la cruz. “¡Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen!”. Y en ese caso, los que causamos la gran ofensa, fuimos nosotros.

La capacidad de perdonar es manifestación de nuestro amor; es una de las virtudes que más nos asemejan a Dios. Amén

domingo, 27 de agosto de 2023


 

TE CONFIESO, QUE NO LO SÉ, SEÑOR

Digo amarte, cuando, media hora en tu presencia,

me parece excesivo o demasiado.

Presumo de conocerte y, ¡cuántas veces! me pillas fuera de juego

Te sigo y escucho y miro, una y otra vez,

hacia senderos distantes de Ti.

Te confieso, Señor, que no sé demasiado de Ti.

Que, tu nombre me resulta complicado pronunciarlo y

defenderlo en ciertos ambientes.

Que, tu señorío, lo pongo con frecuencia

debajo de otros señores ante los cuales doblo mi rodilla.

Te confieso, Señor, que mi voz no es para tus cosas

lo suficientemente recia ni fuerte como lo es para las del mundo.

Te confieso, Señor, que mis pies caminan más deprisa

por otros derroteros que el placer, las prisas,

los encantos o que el dinero me marcan.

Te confieso, Señor, que, a pesar de todo,

sigo pensando, creyendo y confesando que eres el Hijo de Dios.

Haz, Señor, que allá por donde yo camine

lleve conmigo la pancarta de “soy tu amigo”.

Haz, Señor, que allá donde yo hable

se escuche una gran melodía: “Jesús es el Señor”,

Haz, Señor, que allá donde yo trabaje,

con mis manos o con mi mente,

construya un lugar más habitable en el que Tú, puedas formar parte.

Amén

 

 

miércoles, 23 de agosto de 2023


 

 

2023 AGOSTO MEDITACIÓN EUCARISTICA.

Las apariencias engañan

 

Señor Jesús, reunidos en esta tarde alrededor del Santísimo sacramento queremos gozar de tu presencia y darnos cuenta de todos los dones que nos concedes continuamente y cuanto necesitamos de la honradez y de la sencillez para apreciar esos mismos dones en nosotros y en los hermanos. No solo fijarnos en el exterior sino intentar ver el corazón, porque las apariencias a veces engañan. Escuchemos esta bella historia.

Las apariencias engañan: En una prestigiosa universidad de Sudamérica, el primer día de clase, se encontraba en la biblioteca un hombre vestido de vaqueros, camiseta de cuadros, limpio, cabello largo y unas zapatillas deportivas muy usados, pero cómodas. En sus manos llevaba varios libros.

- ¿Quién es ese hombre?, era la pregunta general.

- Es un profesor de Física, y viene de Norteamérica, fue la respuesta.

Caminando lentamente por el campus, se dirigió hacia las oficinas de la secretaría de la universidad. Una vez allí, pidió, en un español poco fluido, una entrevista con el decano. Le indicaron que estaba en una reunión con un grupo de profesores. El hombre insistió en verlo. La secretaria lo buscó, y al rato salió el decano a verlo.

Luego de saludarlo, el hombre le dijo: Vengo a pedir trabajo como profesor de Física.

El decano miró su apariencia de arriba abajo. Su aspecto era la antítesis de un profesor universitario. De pronto, el decano dibujó una leve sonrisa en su rostro y lo invitó a que lo acompañara. Entraron en una sala donde había una media docena de profesores universitarios. El decano le dijo:

- Hace poco recibimos este libro como texto guía. Estamos aquí intentando solucionar unos problemas de Física. Si usted es capaz de resolverlos, lo contrato como profesor.

El hombre tomó el texto, se dirigió a una pizarra y tranquilamente comenzó a resolver uno a uno los problemas que le habían indicado. El resto de profesores cambiaron poco a poco la sonrisa de burla que tenían en sus rostros por una cara de asombro.

Cuando terminó, el decano, atónito, le dijo casi tartamudeando:

- ¿Cómo pudo hacerlo? ¡Hemos estado aquí varios días sin poder resolver estos teoremas!

El hombre, respondió simplemente, con sencillez: Yo soy el autor del libro.

Inmediatamente fue admitido como profesor de física en esa universidad.

 

La mejor forma de equivocarnos con las personas es juzgarlas por su aspecto externo. Ninguna persona encaja fácilmente en los estereotipos que nos formamos de ella. Es por ello que Dios nos avisa: "No mires su apariencia, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Dios no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón"(1 Sam 16:7).

Con qué facilidad prejuzgamos a las personas en sentido positivo o negativo. Y encima, muchas veces nos enorgullecemos de la capacidad que tenemos de conocer a las personas a primera vista. Ya el Señor nos dio la clave para conocer a las personas: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7:16).

Otras veces nos ocurre todo lo contrario; vemos las obras malas de una persona, pero no somos capaces de corregirle, enseñarle o sencillamente decir: “esa amistad no me conviene”. O vemos las obras buenas de una persona; pero como ya nos hicimos un juicio negativo de ella, siempre andamos buscando algún defecto que nos dé la razón: “¡ves, ya te decía yo! ¡No te fíes de fulano, pues parece ser que…!

Si queremos de verdad valorar a las personas como son, no nos fiemos tanto de las apariencias sino de sus obras. Si los frutos son buenos, la persona es buena; pero si los frutos son malos, así lo es también la persona. Jesús enséñanos a no criticar tanto a los demás peros sobre todo no publiquemos todos los defectos a los cuatro vientos. Pensemos que también nosotros tenemos una viga en nuestro ojo y no veamos tanto la mota de los hermanos. Ensalcemos las virtudes de los demás y recemos por sus defectos.

Así pues, como nos dijo el Señor: “Por sus frutos los conoceréis” Amén.

domingo, 20 de agosto de 2023


 

¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi vida:

creer sin desfallecer.

Un deseo para mi gente:

que te quieran como yo te quiero.

Un deseo para mis enemigos:

que podamos darnos la mano.

Un deseo para mi cuerpo,

que sea fuerte y con mi voz y mi garganta,

con mi corazón y mis manos,

con mis pies y todo mi ser…

te pueda seguir dando gloria.

Un deseo para mi alma,

que el maligno no habite en ella.

Un deseo para mis días,

que no busque lo que no me corresponda.

Un deseo para mi Iglesia,

que nunca se canse de mirar hacia Ti.

Un deseo para mis ojos,

que sepan descubrirte en todo y sobre todo.

Un deseo para mi pobre oración,

que sea sincera y no interesada.

Un deseo para mi caridad,

que sea grande y no una farsa.

Un deseo para mi esperanza,

que espere y nunca te deje de lado.

¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

 


 

2023 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XX

 

Hoy nos encontramos con una mujer intrépida, inteligente e indomable. Ella no cede ante las bruscas respuestas de Jesús, es uno de los personajes más simpáticos del Evangelio: incluso consigue hacer cambiar de opinión a Jesús.

Para Israel, era impensable que los extranjeros pudiesen formar parte del pueblo elegido, pero con Jesús se amplían los horizontes. Es el gran anuncio de la universalidad de la salvación. Todos están necesitados de la misericordia de Dios

La actitud de Jesús hacia la mujer cananea puede parecer, inicialmente, una actitud dura e incluso despectiva. La mentalidad judía consideraba que el pan de los "hijos" (los judíos) no debía darse a los "perros" (los paganos). El pan hacía referencia a las promesas y bendiciones de Dios. No obstante, la mujer cananea, con gran audacia, con toda la fuerza de su amor maternal y con toda la esperanza puesta en Jesús, suplica que su hija sea curada: Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Cuando Jesús aduce que no estaría bien dar el pan de los hijos a los perros, la mujer afirma: Cierto, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de los amos.

Esta actitud dará paso a una incondicional acogida por parte de Jesús, manifestándole: Mujer, qué grande es tu fe. Que se cumpla lo que deseas. El evangelio anuncia que, con Jesús, se produce un gran cambio: el fin del exclusivismo religioso para abrir el horizonte de la salvación a todos. Es esta mujer pagana la que hace cambiar de opinión a Jesús y reconoce su gran fe y eso le conmueve y hacer surgir el milagro.

La mujer de la historia habla tres veces. La primera palabra contiene la más antigua de las plegarias cristianas: Señor, ten piedad. Pero no de los pecados de mi hija, sino de su dolor. La mujer no se da por vencida y repite de nuevo su dolor y angustia y alza la voz hasta provocar una respuesta, pero brusca: He venido por los hijos de Israel, y no por vosotros. Pero en lugar de rendirse, la mujer alza la voz. Se lanza sobre Jesús, se tira al suelo ante él, y de su corazón brota la segunda palabra, toda pasión: ¡Señor, ayúdame! Una vez más la respuesta es dura: el pan de los hijos no se echa a los perros. Y aquí florece el genio de la madre, en su tercera palabra: Es verdad, Señor, pero los perritos comen las migajas que caen de la mesa. Solo pide migajas de amor y comprensión para todos los perritos del mundo.

Que reflexión tan grande: Una madre poderosa que no sabe teología y, sin embargo, conoce a Dios por dentro, lo siente latir en el fondo de las heridas de su hija. Puede parecer una migaja, puede parecer pequeña, pero las migajas de Dios son tan grandes como Dios mismo. Jesús está como atónito ante esta imagen, se conmueve: ¡Mujer, grande es tu fe!

Grande es todavía la fe en la tierra, porque grande es el número de madres, mujeres de Tiro, de Sidón, de todas partes, que no conocen el Credo ni el Catecismo, pero conocen el corazón de Dios.

miércoles, 16 de agosto de 2023


 

2023 MEDITACIÓN EUCARÍSTICA. 

LAS SEMILLAS DESDE EL AUTOBÚS

 

Señor aquí estamos en esta tarde de agosto para gozar de tu compañía y de tu serenidad. La necesitamos siempre, queremos sentirnos acompañados por ti y sobre todo amados. Tantas veces la vida, la familia, los amigos nos desilusionan, pensamos que es inútil sembrar porque nunca ve os los frutos y quizá nunca los veamos. Algunas veces nos planteamos si vale la pena o no emprender determinada tarea porque a lo mejor es a muy largo plazo y es posible que no veamos sus frutos. Por ejemplo, cuando nos hablan del cambio climático, ¡que ya está con nosotros!, y las medidas que hay que tomar en casa para ayudar a que se retrase, más de uno piensa a mí ya no me va a afectar. Pero no pensamos en las consecuencias para los que nos siguen en la vida. Pues reflexionemos desde esta bonita historia sobre el trabajo para los demás, ese que se hace sin esperar recoger sus frutos.

Las semillas desde el autobús: Había una vez un hombre que subía cada día al autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana.

La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana, siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.

- ¡Son semillas! - le dijo la anciana.

- ¿Semillas? ¿Semillas de qué?

- De flores es que miro afuera y está todo tan vacío...Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?

Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros... ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino?

Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, alguna acabará en la cuneta y, con el tiempo, brotará.

Pero...tardarán en crecer, necesitan agua ...

Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia!

La anciana siguió con su trabajo ...

Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza.

Unos meses después... Yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana vio todo el camino lleno de flores...

¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje!

Se acordó de la anciana, pero hacía días que no la había visto. Preguntó al conductor: ¿La anciana de las semillas?

Pues, ya hace un mes que murió.

El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje: Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le ha servido su trabajo? No ha podido ver su obra.

De repente, oyó la risa de un niño pequeño. Una niña señalaba entusiasmada las flores... ¡Mira, padre! ¡Mira cuantas flores!

No hace falta explicar mucho el sentido de esta historia. La anciana de nuestra historia había hecho su trabajo, y dejó su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices. Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas que va arrojando por la ventanilla.

Señor ayúdanos a no dejar de sembrar cosas buenas. No importa si nosotros lo vemos o no. Estamos seguros de que alguien siempre recogerá nuestra siembra. Danos la fuerza necesaria para no desanimarnos nunca.

Ayúdanos a reconocer el valor del esfuerzo cuyo fruto no se recoge enseguida. Cuántas veces en nuestras familias hemos sembrado valores evangélicos, humamos, solidarios y parece que les pierde la pista; tengamos la esperanza de que quizá, con el paso de los años, algún día vuelves a ver aquellos valores reflejados en tus hijos, nietos amigos, y comprendes que lo que sembraste dio su fruto con creces y eso cuanto satisface. Tenemos que acostumbrarnos a sembrar no para esperar recoger sino para que la siembra quede hecha y fructifique cuando sea el momento, sea quien sea el que reciba el beneficio de los frutos.

lunes, 14 de agosto de 2023

2023 AÑO A ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Estamos en periodo vacacional y el descanso, la playa, salir con la familia y los amigos como que refresca el alma y podemos decir que nuestra vida tiene sabor a mar.

 Cuando regresemos a la vida cotidiana, al trabajo, al cansancio, a la contaminación urbana, tráfico, estrés, preocupaciones... entonces podremos decir que la vida tiene sabor a tierra, en el sentido más pobre del término a "polvo", "fugacidad", "precariedad" y cotidianidad habitual.

Nosotros, la humanidad, los hombres y mujeres de este particular periodo histórico, necesitamos más que nunca saborear algo más; algo que no sepa siempre y únicamente a tierra; necesitamos algo que nos recuerde que no estamos hechos sólo de tierra. Nosotros también estamos hechos de cielo, también necesitamos saborear algo que sepa a cielo, y esta Solemnidad de la Asunción de la Virgen María nos lo recuerda. Porque celebrando a una Mujer, una de nosotros, que después de saborear esta tierra terminó su existencia saboreando el cielo. Y lo saboreó tanto que entró en él totalmente, en cuerpo y alma, para siempre. Pero no entra en ella sólo para hacer la voluntad de Dios: entra en el cielo para mostrarnos un camino, para trazarnos una senda, para darnos un anticipo de esas cosas del cielo a las que estamos llamados y que ya debemos empezar aquí a saborear, a gustar, sin indigestarnos antes de tiempo, sino sintiendo ya una sensación de saciedad, como esos aperitivos -tan de moda hoy- a veces más abundantes que las comidas que les siguen.

Empecemos por las pequeñas cosas de cada día. Demos sabor de cielo a las cosas de la vida. Dejemos de pensar, hablar y vivir como si todo terminara hoy, aquí, en la tierra, y no tuviéramos un destino mayor esperándonos en el cielo.

- Ojalá María, Madre y Puerta del Cielo nos enseñe a superar esas conversaciones hechas de tierra -o más bien, a menudo, de auténtico barro-, y ayúdanos a hablar entre nosotros de las cosas que saben a cielo.

- Enséñanos a levantar la mirada de la tierra, a mirar los lugares donde nos encontramos y a discernir su belleza, su sacralidad, su historia, su encanto, aprendiendo a respetar y amar la creación.

- Enséñanos a leer las cosas de la vida con los ojos llenos de cielo, y a descubrir en ellas palabras de vida, más allá de la mucha o poca fe que impregne nuestras almas.

- Enséñanos a escuchar palabras y sonidos que contengan verdaderos valores, que sepan levantarnos el ánimo en lugar de rompernos los tímpanos, que nos hagan dar gracias a Dios por tener todavía la capacidad de distinguir los ruidos de los sonidos.

- Enséñanos a hacer gestos que tengan auténtico sabor a cielo, a entender que el mundo es más justo si cada uno de nosotros empieza a hacer más justo su trocito de tierra. De ese cielo que vive, en fragmentos, en el corazón de cada hombre y mujer y que tú, Mujer y Madre, habitas y vives para siempre.

 

domingo, 13 de agosto de 2023


 

Tengo miedo, Señor

A que tu barca, la barca de tu Iglesia,

me lleve a horizontes desconocidos.

De caminar sobre las aguas de la fe.

De nadar contracorriente.

De mirarte y estremecerme.

De hundirme en mis miserias y en mis tribulaciones

en mi falta de confianza y de mis exigencias contigo.

Tengo miedo, Señor

De que me vean avanzando

en medio de las olas del mundo,

con las velas desplegadas de la fe.

Que me divisen, de cerca o de lejos,

navegando en dirección hacia Ti.

Tengo miedo, Señor

De que, en las dificultades,

no respondas como yo quisiera.

Que, en las tormentas,

no me rescates a tiempo.

Que, en la lluvia torrencial,

no acudas en mi socorro.

Por eso, porque tengo miedo, Señor,

mírame de frente, de costado y de lado

para que, en mis temores,

Tú seas el Señor,

El Señor que venga en mi rescate.

Amén

sábado, 12 de agosto de 2023


 

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN

                  HORARIOS DE MISAS

Lunes día 14, MISA VESPERTINA a las 20 horas

Martes día 15, MISAS a las 8, 10,11 y 20 horas


      2023 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XIX

 

El lago de Galilea, es uno de los lugares que más amaba Jesús, un entorno familiar para Pedro. Pedro se parece un poco a nosotros, con una fe grande, infantil y un poco loca, que le empuja a salir de la barca, y la fe corta y contraída que le hace hundirse; por la capacidad de soñar y el miedo repentino que le hace hundirse.

Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? Pedro da pasos de milagro en el lago, en medio de la tormenta, y en medio del milagro su fe entra en crisis: "¡Señor me hundo!". El milagro no produce la fe. No se necesitan milagros para ir hacia Jesús. Al ver que el viento era fuerte, le entra miedo: no se ve el viento, pero Pedro ahora ya no tiene ojos para Jesús, sino sólo para las olas, la tempestad, el caos. Decía el papa Juan XXIII "No consultes con tus miedos, sino con tus esperanzas y tus sueños".

Pedro preso de la duda cree: "¡Señor, sálvame!". Dios salva, eso es la fe. La raíz incontestable de la fe es un grito que permanece en nuestro corazón: Señor te necesito, sálvame. Nada lo borra, ni siquiera en el hombre más perdido o distraído, ni siquiera en el incrédulo. El momento del hundimiento, del miedo, llega para todos. El primer paso de la fe es un grito. O incluso el gemido de un dolor sin palabras: ¡Necesito! Todos hemos experimentado el comienzo de un descenso a las aguas de la desesperación, un fracaso en las relaciones humanas, una enfermedad grave, y tal vez fue allí donde encontramos la fuerza para gritarle, sin ningún mérito, el coraje de confiar y apoyarnos en Él.

Y Jesús nos tiende un poco más esa mano que nunca deja de sostenernos. Y nos aferramos, lo conseguimos. ¡Cuántas veces nos han sacado! Porque milagros hay, incluso demasiados, sólo que nunca son suficientes para la poca fe.

¿Por qué somos creyentes? ¿Será porque nunca nos hemos enfrentado a tantas tormentas? No, es porque no huimos ante el peligro; hemos mirado a los ojos a las olas, al viento y al miedo y hemos gritado. Y Dios nos ha dicho: Estoy aquí, no tengas miedo.

El Señor nos tiende la mano, en el centro de nuestra pequeña fe. Nos alcanza y no nos señala con el dedo para acusarnos, sino que extiende su mano para agarrarnos.

Y entonces la tormenta se calma, se convierte en una caricia, el grito en la tormenta se convierte en un abrazo entre el hombre y su Dios.

miércoles, 9 de agosto de 2023


 

2023 AGOSTO ADORACIÓN EUCARISTICA.

EL PÁJARO EN EL PANTANO

 

De nuevo contigo Jesús sacramentado, estamos delante de ti para adorarte, para disfrutar de unos momentos tu presencia silenciosa, pero que nos habla al corazón. Ese corazón que todos tenemos tan machucado por el camino de la vida. No siempre es fácil vivir, y no siempre es fácil aceptar las situaciones, condicionamientos, obstáculos que la misma vida nos presenta. No nos podemos quedar estancados. Si el ser humano se estanca muere, porque pierde toda ilusión y toda esperanza. Escuchemos esta interesante historia.

El pájaro en el pantano: Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio de un pantano se había a acostumbrado a estar allí. Comía gusanos del fango, y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo.

Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre hasta que cierto día un ventarrón destruyo su guarida, el árbol podrido fue tragado por el cieno y él se dio cuenta de que iba a morir.

En un deseo repentino de salvarse comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo; le costó mucho esfuerzo porque había olvidado como volar, pero enfrento el dolor del entumecimiento hasta que logro levantar vuelo y cruzar el ancho espacio llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso.

 

Cuantas veces nos sentimos agobiador por las circunstancias, los problemas que nos rodean, la vida nos resulta pesada y nos impide volar. Pero gracias a los problemas que nos desinstalan se convierten como el ventarrón que ha destruido tu nido y te deja con dos alternativas: Te esfuerzas por levantar el vuelo más alto o pereces.

Nunca es tarde para comenzar de nuevo. No importa lo que se haya experimentado, no importa los errores que se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad. Lo importante es que Dios nos está dando una nueva oportunidad para elevarnos a las alturas como el águila. No hay porque seguir en el lodo del pantano.

¡No temamos! No estaremos solos, Dios quiere ser nuestra ayuda contante e inseparable. Busquémoslo mientras pueda ser hallado. No esperemos a mañana. Hoy es el día de salvación para nosotros.

«Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.» Mt. 7:13-14

En su armoniosa y brutal sabiduría, la naturaleza nos dotó dos maneras de reaccionar ante una situación de peligro: luchar o huir. La respuesta es automática, generada por una de las partes más primitivas del cerebro. El imperativo impreso en nuestra memoria humana es la supervivencia, y esta se puede lograr venciendo la situación que tenemos enfrente o saliendo del paso de la misma.

Observando la naturaleza podemos apreciar las diversas repuestas en acción. Animales que se defienden con garras, colmillos, tenazas y aguijones y otros que huyen, se esconden, trepan, vuelan o se mimetizan. En algunas ocasiones, incluso aquellos dotados con herramientas para atacar, emprenden la huida cuando se ven superados.

Cuando parece que las adversidades nos vencen la única respuesta sensata es luchar, o dejarnos caer en la apatía. Jesús nos enseña que debemos ser luchadores, perseverantes y dominadores de nuestro entorno. Nada es imposible. Podemos con todo si confiamos en él. Sólo hagámoslo.

Cierto, no siempre podemos enrollarnos dentro de nuestro caparazón o hacernos el muerto. Muchas situaciones a las que nos enfrentamos demandan que nos plantemos ante ellas y nos pongamos manos a la obra. Es parte de la vida y del crecimiento como persona. Jesús ayúdanos. Amén.

 

domingo, 6 de agosto de 2023


 

¡Hagamos miles de tiendas!

Tres tiendas pretendían levantar Pedro

pero miles de tiendas, quisiéramos construir muchos de nosotros,

para vivir cosidos al Maestro permanentemente.

Cuando vivimos con intensidad una eucaristía:

nuestro interior resplandece a la luz de la Fe.

Cuando escuchamos la Palabra de Dios que

nos propone caminos para ser hombres y mujeres enteramente nuevos.

Cuando en las situaciones de cada día

descubrimos que Jesús se transfigura en los pequeños detalles,

en las grandes opciones que realizamos, en las cruces que abrazamos.

¡Hagamos miles de tiendas, Señor!

Una tienda cuyo techo sea el cielo que nos habla de tu presencia Señor.

Una tienda, sin puerta de entrada ni salida,

para que siempre nos encuentres en vela, despiertos y contemplando tu realeza.

Una tienda en la que todos aprendamos que la CRUZ

es condición necesaria e insoslayable en la fidelidad cristiana.

Una tienda que nos ayude a entender que aquí todos somos nómadas.

Que no importa tanto el estar instalados

cuanto estar atentos de que todo es fugaz y pasajero.

Una tienda, Señor, que nos proteja de las inclemencias de los fracasos

y tumbos de nuestra vida cristiana.

Una tienda, Señor, que nos ayude a ESCUCHAR tu voz en el silencio del desierto.

Una tienda, Señor, donde permanentemente sintamos

cómo se mueve su débil estructura

al soplo de tu voz: “Tú eres mi Hijo amado”. Amén

 

sábado, 5 de agosto de 2023


 

Sábado 12 y DOMINGO 13 de Agosto 

JORNADA VOCACIONAL DE LOS FRAILES SIERVOS DE MARÍA y RECITAL CONCIERTO

El próximo fin de semana sábado 12 y el domingo 13 de agosto tendrá lugar la jornada vocacional de los frailes Siervos de María, en nuestra parroquia. Desde la Orden de los Siervos de María os pedimos os unáis a nosotros para pedir al Señor de la mies que mande servidores a su mies.

Terminadas las misas de las 20 horas del sábado y el domingo , nuestros frailes jóvenes procedentes de Indonesia, nos deleitarán con un recital – concierto de canciones. ESTAIS TODOS INVITADOS


 

2023 AÑO A DOMINGO DE LA TRANSFIGURACIÓN

La escena de la transfiguración del Señor nos adentra en el sentido profundo de las palabras del profeta Isaías: el pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz (Mt 4,16). Efectivamente, cuando sus discípulos lo vieron resplandeciente y rodeado de gloria, pudieron percatarse mejor de cuál era el destino y alcance de su misión como luz de las gentes y gloria de su pueblo Israel.

Perplejos y desconcertados como estaban, después de escuchar el primer anuncio de su Pasión, los discípulos necesitaban sin duda levantar su estado anímico. Y más que todos, si cabe, ellos tres, los que también le acompañarían más tarde, la víspera de su Pasión, en aquella noche oscura y angustiosa de Getsemaní.

La Transfiguración es una página de teología por imágenes: se trata de ver a Jesús como el sol de nuestra vida, y la vida bajo el sol de Dios. Jesús llama de nuevo a Pedro, Juan y Santiago, los primeros convocados, y los lleva con él a un monte alto, donde la tierra se eleva en la luz y donde él mismo se reviste de luz. Su rostro resplandecía como el sol.

En el rostro se refleja el corazón. Todo hijo de Dios lleva en sí un puñado de luz en su corazón; un icono andante, siempre en marcha. Vivir es el trabajo paciente y gozoso de liberar toda la luz y la belleza que llevamos dentro, la paciencia de nuestra transfiguración inacabada en la luz. Y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz: el esplendor es tan desmesurado que no se detiene en el rostro, va más allá del cuerpo, se desborda e incluso la materia de la vestidura se transfigura.

Y he aquí que aparecieron Moisés y Elías. Moisés bajó del Sinaí con el rostro bañado en luz, Elías arrebatado en un carro de fuego y luz. Ellos son la ley y los profetas, toda la historia santa, resplandeciente, inacabada. Entonces, Pedro, atónito y seducido por lo que ve, balbucea: Es bueno que estemos aquí. Aquí nos sentimos en casa, en otros lugares siempre estamos fuera de lugar; en otros lugares no es tan agradable, y sólo podemos peregrinar, no quedarnos.

Pero, como todas las cosas bellas, la visión no fue más que la rápida flecha de un instante: y una nube brillante los cubrió con su sombra. De la nube salió una voz: ese Dios que no tiene rostro, tiene en cambio una voz. Jesús es la Voz de Dios convertida en Rostro: "escuchadle". Un recordatorio de que la fe viene de la escucha: subes a la montaña para ver, y te envían de vuelta para escuchar. Bajas de la montaña, y el eco de la última palabra permanece en tu memoria: Escúchale. Un corazón que escucha es el lugar donde la soledad cede el paso al encuentro.

Creo que el creyente debe anunciar sólo esto: la belleza de Dios, un Dios soleado, bello, atractivo, amoroso. Deberíamos cambiar el sentido de toda catequesis, de toda moral, de toda fe: dejar de hablar de cosas abstractas y aburridas y simplemente ser reflejo de esa belleza de Dios que ilumina toda vida y anunciar en su lugar las palabras del Tabor: Escuchad a Jesús, contempladlo lleno de luz.

miércoles, 2 de agosto de 2023


 

2023 ADORACION EUCARISTICA. 

LA ANCIANA Y EL PASTEL

 

De nuevo nos encontramos en esta tarde delante de ti Jesús sacramentado. Venimos para reposar y descansar en tu dulce corazón. Sabemos que todos estos momentos dedicados a estar contigo, son momentos enriquecedores y que nos llenan el alma y el corazón. Sabemos que sólo tu tiene `palabras de vida eterna, que solo tú puedes darnos la paz del corazón, el sosiego del alma, la calidad de una vida entregada a ti y a los demás.

Somos tan conscientes de la fragilidad del ser humano, que fácilmente nos podemos romper y qué difícil para nosotros es recomponernos. Nos gustaría tener tú mismo corazón y tu generosidad para con todos. Nunca juzgas a nadie, nunca valoras por la apariencia, sino que ves más allá, allí donde solo tú puedes llegar.

La anciana y el pastel: Una anciana se sienta en un café. La camarera lleva el menú a la mesa y le pregunta a la anciana qué va a consumir.

La anciana responde: ¿Cuánto cuesta un pedazo de pastel?

La camarera responde: 3 euros.

La anciana saca unas monedas del bolsillo, comienza a contar lentamente y luego pregunta de nuevo:

        ¿Y cuánto cuesta la ración más pequeñita del pastel?

–2 euros, respondió la camarera un poco nerviosa ya que tenía muchas mesas por servir.

– Está bien, entonces con gusto me llevo la más pequeña, respondió la anciana.

La camarera trajo el pastel y puso la cuenta en la mesa pensando entre sí, ¡Qué viejita tan tacaña! ¡Ya que se vaya!

La anciana, comiendo muy lento y con gusto el pastel, se levantó lentamente, puso el dinero sobre la mesa y se fue.

Cuando la camarera fue a limpiar la mesa, se dio cuenta que la anciana le había dejado 1 euro de propina.

La emoción y la sorpresa le sacaron las lágrimas. Se dio la vuelta rápidamente en busca de la anciana para agradecerle. Era demasiado tarde, se había ido y ya no era visible para su mirada.

Ella se sintió culpable por juzgar de tacaña a la ancianita.

La viejita solo tenía 3 euros y se había limitado a buscar una rodaja de pastel de 2 euros para darle una propina.

 

Señor Jesús cuantas lecciones nos da la vida. Si fuéramos capaces de admirar y contemplar con ojos de misericordia y de amor a todo lo que nos rodea, quizá no viviríamos juzgando siempre, con la sospecha en los labios y en el corazón. Enséñanos a tener un corazón dócil como el tuyo que era manso y humilde.

La historia conmovedora de esta anciana demuestra claramente que no se pueden sacar conclusiones precipitadas. Porque antes de juzgar a alguien deberíamos saber mirar dentro de sus muros, conocer sus miedos y preocupaciones. Entonces veríamos lo frágil que es el ser humano detrás de la máscara de la apariencia.

Te pedimos que nos hagas siempre más sensibles y más humanos con la vida de los demás, que no juzguemos con tanta rapidez, que siempre valoremos al prójimo y que pensemos en la dificultad que a lo mejor tiene para sobrevivir. Ojalá fuéramos más empáticos y más capaces de colocarnos en la situación del prójimo.

Te pedimos Jesús por todos nosotros y por nuestras familias que nunca juzguemos a nadie, sino que al contrario, estemos siempre dispuestos a apaciguar las críticas y a eliminarlas definitivamente de nuestra vida y de nuestros ambientes en los cuales nos movemos. Concedednos una vida feliz y serena para que podamos hacer el bien a los demás. Amén.