2023 AGOSTO MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:
El vestido blanco se llenó de barro.
De nuevo
estamos aquí Jesús sacramentado para contemplarte en el Santísimo sacramento en
el altar. Estar contigo nos sosiega y nos calma. En esta vida tan ajetreada que
llevamos tu presencia nos da serenidad y paz. Queremos empaparnos de ella para
poder volver a la rutina cotidiana con corazón tranquilo y sosegado. Danos ese
corazón manso y capaz de perdonar y de olvidad las cosas malas y negativas de
la vida. Haznos dóciles en tu servicio y en el servicio a los demás. Esta
historia nos ayuda a recapacitar y descubrir el valor de la paciencia.
El vestido blanco se llenó de barro: Hace ya bastantes años, las
monjitas de una escuela primaria hicieron un concurso. El primer premio era un
precioso juego de té. Todas las niñas querían ganar. Al final resultó ganadora
Paula. Ella recogió el premio que le había tocado y sumamente feliz se lo
enseñó a su mamá.
Ese mismo sábado, Gloria, su mejor amiga, vino justo
cuando Paula salía de compras con su mamá. Le pidió que le dejara el juego para
jugar en el jardín. En un principio, Paula se resistió, pues tenía el juego en
gran aprecio, pero tal fue la insistencia de Gloria que finalmente accedió, no
sin antes decirle que tuviera mucho cuidado con él. Al regresar Paula con su
mamá de la compra se llevaron una gran sorpresa. Todas las piezas estaban
tiradas por el suelo del jardín; y lo que era peor faltaban tazas y platos, y
la bandeja estaba rota. Paula, sumamente enojada, lloró desesperadamente.
- Ves mamá ¡Yo no quería prestárselo y fíjate lo que
me hizo, lo rompió y lo dejó tirado en el jardín! ¡Ya verás lo que le voy a
hacer! Paula estaba hecha una rabia, completamente fuera de control. La mamá se
la sentó en las piernas y con mucho cariño, mientras le pasaba la mano por la
cabeza, le recordó el día aquel en el que había estrenado su trajecito blanco y
un coche le salpicó entera de barro. ¿Recuerdas, que querías lavarlo
inmediatamente, pero la abuelita no te dejó, diciéndote que había que dejar que
el barro se secara, porque así sería más fácil sacar la mancha? Ahora pasa
exactamente lo mismo. Es preferible dejar que primero la ira se seque; después
será más fácil arreglarlo todo. Si vas ahora, podrías decir cosas que hirieran
grandemente a tu amiguita, y hasta podríais perder la amistad. Créeme que luego
te arrepentirías.
Paula estaba tan molesta que no entendió lo que la
mamá le decía, ya que lo que quería era ir a reclamarle a Gloria. Finalmente,
movida por el cariño y las buenas razones de su madre, accedió y se sentó a ver
televisión.
Al rato sonó el timbre. Era Gloria. Traía en sus
manos un regalo bellamente envuelto con un gran lazo, y entregándoselo a Paula
le dijo:
- ¿Te acuerdas del niño travieso que vive en la otra
calle, el que siempre nos está molestando? Pues cuando saliste, vino
insistiendo en querer jugar conmigo. No lo dejé porque sabía que no iba a
cuidar tu juego. ¿Y sabes lo que hizo? Me lo arrebató de las manos y lo
desbarató. Llorando se lo conté a mi mamá. Ella me calmó y fuimos a comprar
otro juego igualito. ¡Aquí está! ¿Estás enojada conmigo? ¡No fue culpa mía!
Paula le dijo: No, no es nada, no sufras. ¡Mi ira ya
se secó!
Le dio un fuerte abrazo, y cogiéndose de las manos
fueron a su cuarto…, mientras le contaba la historia de aquel vestidito blanco
que una vez se le ensució de barro.
¡Cuántas
ocasiones nos ocurren a nosotros cosas parecidas! Lo importante es no dejarse
llevar por el coraje del momento, sino aprender a “serenarse”. ¡Podemos hacer
tanto daño con un desaire momentáneo! No olvidemos nunca que por grande que sea
la ofensa que alguien nos pueda hacer, si no somos sordos, escucharemos las
palabras que Otro ya pronunció cuando estaba clavado en la cruz. “¡Padre,
perdónales, porque no saben lo que hacen!”. Y en ese caso, los que causamos la
gran ofensa, fuimos nosotros.
La capacidad
de perdonar es manifestación de nuestro amor; es una de las virtudes que más
nos asemejan a Dios. Amén
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