miércoles, 30 de agosto de 2023


 

2023 AGOSTO MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:

El vestido blanco se llenó de barro.

De nuevo estamos aquí Jesús sacramentado para contemplarte en el Santísimo sacramento en el altar. Estar contigo nos sosiega y nos calma. En esta vida tan ajetreada que llevamos tu presencia nos da serenidad y paz. Queremos empaparnos de ella para poder volver a la rutina cotidiana con corazón tranquilo y sosegado. Danos ese corazón manso y capaz de perdonar y de olvidad las cosas malas y negativas de la vida. Haznos dóciles en tu servicio y en el servicio a los demás. Esta historia nos ayuda a recapacitar y descubrir el valor de la paciencia.

El vestido blanco se llenó de barro: Hace ya bastantes años, las monjitas de una escuela primaria hicieron un concurso. El primer premio era un precioso juego de té. Todas las niñas querían ganar. Al final resultó ganadora Paula. Ella recogió el premio que le había tocado y sumamente feliz se lo enseñó a su mamá.

Ese mismo sábado, Gloria, su mejor amiga, vino justo cuando Paula salía de compras con su mamá. Le pidió que le dejara el juego para jugar en el jardín. En un principio, Paula se resistió, pues tenía el juego en gran aprecio, pero tal fue la insistencia de Gloria que finalmente accedió, no sin antes decirle que tuviera mucho cuidado con él. Al regresar Paula con su mamá de la compra se llevaron una gran sorpresa. Todas las piezas estaban tiradas por el suelo del jardín; y lo que era peor faltaban tazas y platos, y la bandeja estaba rota. Paula, sumamente enojada, lloró desesperadamente.

- Ves mamá ¡Yo no quería prestárselo y fíjate lo que me hizo, lo rompió y lo dejó tirado en el jardín! ¡Ya verás lo que le voy a hacer! Paula estaba hecha una rabia, completamente fuera de control. La mamá se la sentó en las piernas y con mucho cariño, mientras le pasaba la mano por la cabeza, le recordó el día aquel en el que había estrenado su trajecito blanco y un coche le salpicó entera de barro. ¿Recuerdas, que querías lavarlo inmediatamente, pero la abuelita no te dejó, diciéndote que había que dejar que el barro se secara, porque así sería más fácil sacar la mancha? Ahora pasa exactamente lo mismo. Es preferible dejar que primero la ira se seque; después será más fácil arreglarlo todo. Si vas ahora, podrías decir cosas que hirieran grandemente a tu amiguita, y hasta podríais perder la amistad. Créeme que luego te arrepentirías.

Paula estaba tan molesta que no entendió lo que la mamá le decía, ya que lo que quería era ir a reclamarle a Gloria. Finalmente, movida por el cariño y las buenas razones de su madre, accedió y se sentó a ver televisión.

Al rato sonó el timbre. Era Gloria. Traía en sus manos un regalo bellamente envuelto con un gran lazo, y entregándoselo a Paula le dijo:

- ¿Te acuerdas del niño travieso que vive en la otra calle, el que siempre nos está molestando? Pues cuando saliste, vino insistiendo en querer jugar conmigo. No lo dejé porque sabía que no iba a cuidar tu juego. ¿Y sabes lo que hizo? Me lo arrebató de las manos y lo desbarató. Llorando se lo conté a mi mamá. Ella me calmó y fuimos a comprar otro juego igualito. ¡Aquí está! ¿Estás enojada conmigo? ¡No fue culpa mía!

Paula le dijo: No, no es nada, no sufras. ¡Mi ira ya se secó!

Le dio un fuerte abrazo, y cogiéndose de las manos fueron a su cuarto…, mientras le contaba la historia de aquel vestidito blanco que una vez se le ensució de barro.

¡Cuántas ocasiones nos ocurren a nosotros cosas parecidas! Lo importante es no dejarse llevar por el coraje del momento, sino aprender a “serenarse”. ¡Podemos hacer tanto daño con un desaire momentáneo! No olvidemos nunca que por grande que sea la ofensa que alguien nos pueda hacer, si no somos sordos, escucharemos las palabras que Otro ya pronunció cuando estaba clavado en la cruz. “¡Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen!”. Y en ese caso, los que causamos la gran ofensa, fuimos nosotros.

La capacidad de perdonar es manifestación de nuestro amor; es una de las virtudes que más nos asemejan a Dios. Amén

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