TE CONFIESO, QUE NO LO SÉ, SEÑOR
Digo amarte, cuando,
media hora en tu presencia,
me parece excesivo o
demasiado.
Presumo de conocerte y,
¡cuántas veces! me pillas fuera de juego
Te sigo y escucho y
miro, una y otra vez,
hacia senderos
distantes de Ti.
Te confieso, Señor, que
no sé demasiado de Ti.
Que, tu nombre me
resulta complicado pronunciarlo y
defenderlo en ciertos
ambientes.
Que, tu señorío, lo
pongo con frecuencia
debajo de otros señores
ante los cuales doblo mi rodilla.
Te confieso, Señor, que
mi voz no es para tus cosas
lo suficientemente
recia ni fuerte como lo es para las del mundo.
Te confieso, Señor, que
mis pies caminan más deprisa
por otros derroteros
que el placer, las prisas,
los encantos o que el
dinero me marcan.
Te confieso, Señor,
que, a pesar de todo,
sigo pensando, creyendo
y confesando que eres el Hijo de Dios.
Haz, Señor, que allá
por donde yo camine
lleve conmigo la
pancarta de “soy tu amigo”.
Haz, Señor, que allá
donde yo hable
se escuche una gran
melodía: “Jesús es el Señor”,
Haz, Señor, que allá
donde yo trabaje,
con mis manos o con mi
mente,
construya un lugar más
habitable en el que Tú, puedas formar parte.
Amén
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