2023 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XXVI
La parábola es tan
simple que parece poco digna de un gran profeta como Jesús. Sin embargo, no
está dirigida al grupo de niños que corretea a su alrededor, sino a «los sumos
sacerdotes y ancianos del pueblo», que lo acosan cuando se acerca al templo.
Según el relato, un
padre pide a dos de sus hijos que vayan a trabajar a su viña. El primero le
responde bruscamente: «No quiero», pero no se olvida de la llamada del padre y
termina trabajando en la viña. El segundo reacciona con una disponibilidad
admirable: «Por supuesto que voy, señor», pero todo se queda en palabras. Nadie
lo verá trabajando en la viña.
La parábola nos
recuerda al refrán popular “obras son amores”. Qué poco vale decir que sí
cuando no se cumplen las promesas. El mensaje de la parábola es claro. También
los dirigentes religiosos que escuchan a Jesús están de acuerdo. Ante Dios, lo
importante no es «hablar», sino «hacer». Para cumplir la voluntad del Padre del
cielo, lo decisivo no son las palabras, promesas y rezos, sino los hechos y la
vida cotidiana.
Lo sorprendente es la
aplicación de Jesús. Sus palabras no pueden ser más duras. Solo las recoge el
evangelista Mateo, pero no hay duda de que provienen de Jesús. Solo él tenía
esa libertad frente a los dirigentes religiosos: «Os aseguro que los publicanos
y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios».
Jesús está hablando
desde su propia experiencia. Los dirigentes religiosos han dicho «sí» a Dios.
Son los primeros en hablar de él, de su ley y de su templo. Pero, cuando Jesús
los llama a «buscar el reino de Dios y su justicia», se cierran a su mensaje y
no entran por ese camino. Dicen «no» a Dios con su resistencia a Jesús.
La pura teoría no sirve
para nada, solo la vida salva. Lo que digamos o lo que proclamemos son solo
palabras vacías, mientras no vayan acompañadas por una actitud vital, que
inevitablemente se manifestará en las obras.
Los recaudadores y
prostitutas han dicho «no» a Dios. Viven fuera de la ley, están excluidos del templo.
Sin embargo, cuando Jesús les ofrece la amistad de Dios, escuchan su llamada y
dan pasos hacia la conversión. Para Jesús no hay duda: el publicano Zaqueo, la
prostituta que ha regado con lágrimas sus pies y tantos otros… van por delante
en «el camino del reino de Dios».
A una cultura como la
nuestra, que valora tanto el protagonismo individual, le cuesta poner el plan
de Dios como marco realizador, y cuestionador, de nuestros propios planes. Es
costoso aceptar que “los publicanos y las prostitutas” de nuestro tiempo “nos
llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”, no por su forma de vivir,
que no agrada a Dios, sino por su conversión a lo que les propone el Reino. En
este camino van por delante no quienes hacen solemnes profesiones de fe, sino
los que se abren a Jesús dando pasos concretos de conversión al proyecto del
Padre.
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