¡MÁNDAME, SEÑOR!
A tu viña, que es tu pueblo,
donde, las yemas de sus sarmientos
sean la paz y el amor que Tú nos traes.
A tu viña, que son los hombres, Señor
y los frutos de sus palabras sean la verdad y la
sinceridad.
A tu viña, que son las mujeres, Señor
y la consecuencia de sus actitudes sean la esperanza
y la confianza en Ti.
A tu viña, que son los jóvenes, Señor
y, así, sus ideales y sueños no sean obstáculo,
para que te acojan, esperen y crean en Ti.
A tu viña, que son los niños, Señor
para que, cuando buscan y crecen
sonríen y juegan, duermen o se entretienen,
aprendan amarte y rezarte con todo su corazón.
A tu viña, que son los ancianos, Señor
y, los frutos de su experiencia, sean una acción de
gracias:
por lo mucho que les has dado,
por la fuerza que, en la prueba, les ofreciste,
por la sabiduría que, en su existencia,
hiciste nacer en sus decisiones y trabajos.
¡MANDAME, SEÑOR!
A tu viña, aunque me sienta sólo
A tu viña, aun a riesgo de ser apedreado
A tu viña, a pesar de no ser comprendido
A tu viña, aunque no me acompañe el éxito
A tu viña, aunque sea rechazado
Porque, entre otras cosas y muchas más,
sé que Tú me acompañas y vienes conmigo. Amén
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