domingo, 1 de octubre de 2023

QUE TU VIÑA, SEÑOR, NO SE DEBILITE

Envíame, siempre que me necesites, Señor y, si miro hacia atrás, haz que vea el horizonte que me espera.

Mándame, Señor, a trabajar en tu hacienda y, si prefiero quedarme en el escaparate de la vida hazme comprender que la apariencia, la sensualidad, lo que veo y toco más pronto que tarde, todo acaba.

Sí, amigo y Señor; quiero ir a tu viña, aunque a veces te traicione, aunque en ciertos momentos tenga miedo, o, en otras ocasiones, por esto o por aquello me sacuda la incertidumbre o la pereza.

¡Quiero ir a tu viña! Y, si por lo que sea, Señor, te digo “sí” y luego es “no” perdóname, Tú sabes cómo soy.

Sólo Tú, Señor, tienes la fuerza total y necesaria, para cambiar el mundo y, también, para hacerlo conmigo.

Sólo Tú, Señor, sabes de antemano que no siempre mi respuesta es la más sincera,

ni, otras tantas veces, la más acertada.

Pero, a pesar de todo, Señor me comprometo y quiero ayudarte en tu viña para que no se debilite y siga germinando en abundancia; para que no muera y los hombres y mujeres de mi tiempo puedan acercarse hasta ella y cortar el racimo de la fe y de la esperanza, y puedan beber el vino del amor y del perdón.

Por eso, Señor, ayúdame… quiero, que cuando Tú me envíes, pueda salir a cuidar y trabajar la viña que Tú tanto amas. Amén.

 

 

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