2023
AÑO A TIEMPO ORDINARIO XXX
En tiempos de Jesús había una multitud
de normas y preceptos que debían cumplir. Estos mandamientos no solo eran los
escritos en la Torá sino que existían muchas tradiciones que habían sido
impuestas por los fariseos. Con este panorama se entiende fácilmente que
cualquier judío piadoso sentía la necesidad de una síntesis para comprender y
vivir mejor su espiritualidad. Maestro, ¿Cuál es el mandamiento principal de la
ley? el gran mandamiento, el mandamiento-fuente, la ley que unifica y da
sentido a las demás. Pregunta seria, a la que Jesús responde, con un verbo: AMARÁS.
Amarás
a Dios con todo tu corazón, alma y mente; en el mundo bíblico
quieren significar la totalidad de la persona: con tu corazón de luz y también
con tu corazón de sombra; que cree y también que duda. Le amarás como puedas,
lo mejor que puedas, con lo que tengas, tal vez con la respiración
entrecortada. Pero con toda tu alma, con toda tu vida; con toda tu mente y tu
ser. No amar es sólo una muerte lenta. Muere lentamente quien no ama, quien no
tiembla por una persona. Amarás con todo.
Y
amarás al prójimo como a ti mismo. Si dejas que una
persona entre en tu vida, no podrás ser tacaño, serás generoso con los buenos
sentimientos. Lo nuevo de Jesús es la unificación de estos dos mandamientos. El
genio del cristianismo: "amarás al hombre" es similar a "amarás
a Dios". El prójimo es semejante a Dios; tiene rostro y voz, tiene corazón
y belleza, semejante a Dios.
El foco no está en el cumplimiento de
preceptos sino en el amor a Dios y al prójimo. Sin amor a Dios, el cumplimiento
de mandamientos y normas se vuelve inútil. El amor es el futuro del mundo, sin
amor no hay futuro: amaos los unos a los otros, de lo contrario os destruiréis.
Ese es todo el Evangelio. Debemos amar, para curar la vida y hacerla feliz,
porque la balanza en la que se pesa la dicha de esta vida es dar y recibir
amor.
La
grandeza de la vida tiene que ver con el amor. Dios tiene que
ver con el amor. El desamor es el único pecado que hace la tierra desierta y el
mañana impensable. Él vino a curar el corazón.
También nosotros hoy necesitamos hacer
una síntesis de nuestra fe para
comprender qué es lo más importante,
qué es lo esencial en nuestra vida
cristiana. Es un proceso necesario de maduración de la fe que, si no lo
hacemos, corremos el riesgo de perdernos en una serie de tradiciones,
mandamientos y reglas, que son secundarias.
Ahora
bien, ¿ cómo se concreta este mandamiento en nuestra vida cotidiana? ¿En qué se nota en nuestras vidas que “amamos
al Señor”? Hay un elemento clave: no
podemos desentendernos del otro: el semejante, el que está próximo a
nosotros, el vecino, pero también del que está más lejano; el forastero, el
extranjero, la viuda, el pobre y necesitado, el huérfano, etc. El amor a Dios
se refleja en el modo que amamos, cuidamos y nos preocupamos de los otros,
especialmente de los más pobres y necesitados.
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