2023
OCTUBRE. ADORACIÓN EUCARÍSTICA.
LA
PESTE
Aquí estamos de nuevo Señor Jesús
cerca de ti para descansar y reponer nuestras fuerzas. Pero hoy sobre todo
queremos que nos contagies tu alegría, tu ilusión. Tantas veces nos atenazan
los miedos y nos quedamos paralizados. Danos tú la fuerza y ayúdanos a vivir
siendo hombres y mujeres de ilusión y de esperanza. Oigamos esta historia.
La
peste: Una
caravana de mercaderes y peregrinos atravesaban lentamente el desierto. De
pronto, a lo lejos, apareció un veloz jinete que surcaba las arenas como si su
caballo llevara alas.
Cuando
aquel extraño jinete se acercó, todos los miembros de la caravana pudieron
contemplar, con horror, su esquelética figura que apenas si se detuvo junto a
ellos. Tras una breve conversación lo comprendieron todo.
Era
la Peste que se dirigía a Damasco, ansiosa de segar vidas y sembrar la muerte.
-
¿Adónde vas tan deprisa? le preguntó el jefe.
-
A Damasco. Allí pienso cobrarme un millar de vidas.
Y
antes de que los mercaderes pudieran reaccionar, ya estaba cabalgando de nuevo.
Le siguieron con la vista hasta que sólo fue un punto perdido entre la
inmensidad de las dunas.
Semanas
después la caravana llegó a Damasco. Tan sólo encontró tristeza, lamentos y
desolación. La Peste se había cobrado cerca de 50.000 vidas. En todas las casas
había algún muerto que llorar, niños y ancianos, muchachas, jóvenes...
El
jefe de la caravana se llenó de rabia e impotencia. La Peste le había dicho que
iba a cobrarse un millar de vidas... sin embargo había causado una gran
mortandad.
Cuando
tiempo después, dirigiendo otra caravana por el desierto, el jefe volvió a
encontrarse con la Peste, le dijo con actitud de reproche:
-
Ya sé que en Damasco te cobraste 50.000 vidas, no el millar que me habías
dicho. No sólo causas la muerte, sino que además tus palabras están llenas de
falsedad.
-
No, respondió la Peste con energía, yo siempre soy fiel a mi palabra. Yo sólo
acabé con mil vidas. El resto se las llevó el Miedo.
El miedo tiene dos vertientes:
nos puede proteger de un peligro o bien causar un daño mayor. Lo importante es
saber dónde está el límite y conseguir templar los nervios en caso necesario.
El miedo puede ser muy
destructivo: en esta historia, el mal mayor no fue la enfermedad que acabó con
la vida de tantas personas, sino el miedo, que hizo que el resto enfermera y
creyera tener también la peste, hasta el punto de morir también. Y es que el
miedo puede llegar a ser mucho más destructivo que aquello que nos infunde
tanto temor.
Señor Jesús ayúdanos a controlar
y a dominar nuestros miedos y ansiedades. Para lograr controlar el miedo que
nos hace daño, debemos templar los nervios e intentar rescatar al sentido común
de aquel lugar en donde le hemos escondido. La razón es la única capaz de
controlar el miedo. En situaciones de miedo paralizante, la única solución es
intentar recuperar la calma y dejar a la razón que piense… ¿de verdad esto me
va a poder? ¿de verdad es tan peligroso? ¿Cómo puedo superarlo?
Tú sabes Señor que el miedo es
una emoción muy común entre todas las personas, sin importar la edad ni la
condición. Es una emoción básica que todos los humanos sufrimos. El miedo puede
hacer empeorar una situación que podría haber estado controlada desde un
principio de haber utilizado la calma y el sentido común.
A veces los miedos más poderosos
no son aquellos más lógicos, aquello que podemos ver o imaginar… un fantasma,
una bruja… sabemos que son irreales y no les tenemos miedo. Pero aquello que no
podemos controlar, que no podemos ver y que nos provocan una emoción
desconocida, aquello, sí nos produce verdaderamente un miedo atroz. Te pedimos
tu luz y tu sosiego y calma para poder controlar nuestros miedos y ansiedades y
que sólo tu ilumines nuestro corazón y los llenes de bondad y sabiduría. Amén.
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