2024 CICLO B
SOLEMNIDAD DE SANTA
MARÍA MADRE DE DIOS
La fiesta de Santa
María Madre de Dios es también el día de la octava de Navidad. De hecho,
seguimos contemplando y celebrando el misterio de la Encarnación del Hijo de
Dios para nuestra salvación. Después de contemplar a Jesús niño en el seno de
su familia humana (ayer, fiesta de la Sagrada Familia) contemplamos su
nacimiento desde la perspectiva de María, la madre de Jesús, con su hijo en
brazos, tal como nos la presentan tantas imágenes. El hijo nos representa
también a todos nosotros porque María es nuestra Madre.
María tiene un papel
fundamental en la obra de la salvación. María está, con su mediación femenina y
materna, colocada entre la Trinidad y la humanidad a la que Dios dona su Hijo.
El Padre envía a su Hijo, pero la visibilidad del Hijo pasa a través de María
que lo engendra y lo da a luz.
Ninguna maternidad, tampoco
la suya, concluye con el parto; tiene por delante la colaboración en el
crecimiento y la educación del hijo. La maternidad de María crece con el
desarrollo de su hijo y su revelación. Será una reserva inagotable de
conocimientos sobre las primicias de la vida de Jesús y un testigo de la verdad
de su Encarnación.
María acompaña a su
hijo, contempla el misterio y conserva en su corazón todas esas cosas. No lo
hacía para poder después recrearse en recuerdos del pasado, sino como
experiencias que actualizaría y reviviría a lo largo de su vida. Nuestra fe en
Jesús como Salvador no puede quedar en recordar acontecimientos de otros tiempos,
creer es experimentar hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más humana
nuestra vida.
También celebra hoy la
Iglesia la Jornada Mundial de la Paz. Se ha escogido el tema “Inteligencia
Artificial y Paz” porque el notable progreso realizado en el campo de las
inteligencias artificiales tiene un impacto cada vez más profundo en la
actividad humana, la vida personal y social, la política y la economía
Hoy todos nos
felicitamos por el año nuevo que comienza. Los textos de esta fiesta nos
ofrecen en la primera lectura las palabras de bendición que Dios sugirió a
Moisés para que Aarón y sus sucesores las pronunciaran sobre el pueblo como
parte de un ritual litúrgico. Sería recomendable que todos los buenos deseos
que hoy nos dedicamos entre familiares y amigos estuvieran inspirados en esas
palabras que desean a la otra persona la bendición y protección del Señor,
ilumine su rostro sobre ti, te conceda su favor, se fije en ti, te conceda la
paz.
¡Dios nos bendice! y
nosotros debemos bendecir a Dios. La actitud cristiana es buscar el bien, pedir
el bien, querer el bien, pronunciar palabras de bien pidiéndoselas a Dios. Un
bien que no sea exclusivo ni exclusivista porque Dios es de todos y para todos.
Bendigamos a Dios por las cosas sencillas y diarias, como la salud, la vida,
los amigos, la fe, el cariño. Pidamos su bendición para que convierta los
corazones a la justicia y a la paz; que nos ayude a aprender a ver al hombre como
lo que es en verdad, hijo de Dios. Aprendamos a bendecir y a ser una bendición
para los demás.
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