LLÁMAME, SEÑOR
Que, ahora más que
nunca, tengo ganas de conocerte
y, siguiéndote rechazar
tantas redes que me convierten en esclavo.
No pases de largo de
la orilla de mi vida
y si por lo que sea
no te respondo, no dejes de insistir, Señor.
Tal vez, el ruido de
la comodidad,
me impide salir o
saltar con rapidez a tu camino.
Tal vez, la
seducción de lo fácil,
no me deja escuchar
la dulzura de tu voz.
Tal vez, mi mundo y
mis caprichos,
me confunden y me
mantienen en un mar sin fondo,
en una habitación
sin más vida que lo efímero,
en una realidad que,
mañana, ya no existirá.
Tengo miedo que
pases de largo,
que, viéndome tan
ocupado en lo mío,
no quieras contar
conmigo.
Porque tengo miedo
de que ilusionado por lo que veo
no distinga lo
grande que es tu Reino.
Porque tengo miedo
de que amarrado en mis redes,
no pueda soltarme a
tiempo de ellas
y ser libre contigo
para siempre.
LLÁMAME, SEÑOR
Que, hoy más que
nunca, me siento Iglesia.
Que, hoy más que
nunca, creo y espero en Ti
Que, hoy más que
nunca, deseo ser pescador de otros mares y en otros puertos.
Como padre o madre,
sacerdote o labriego, profesor o anciano,
niño o joven, estudiante o contemplativo, arquitecto o religiosa,
obrero o empresario.
Pero siempre contigo, Señor.
¡Contigo y por tus
mares! Amén
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