sábado, 13 de julio de 2024

2024 CICLO B TIEMPO ORDINARIO XV

Las palabras de Jesús, al enviar a sus discípulos sin pan ni alforja, sin dinero ni túnica de repuesto, insisten más bien en caminar pobremente, con libertad, ligereza y disponibilidad total.

Lo importante no es un equipamiento que nos dé seguridad, sino la fuerza misma del evangelio vivido con sinceridad, pues el evangelio penetra en la sociedad no tanto a través de medios eficaces de propaganda, sino por medio de testigos que viven fielmente el seguimiento a Jesucristo.

Jesús les pide que vayan de dos en dos y que caminen desprovistos de todo aquello que les pueda despistar de cumplir fielmente su misión. Si nos fijamos con detenimiento vemos que todas tienen algo en común que es que lo fundamental es la transmisión del mensaje, y para ello tienen que estar centrados en esa tarea. Por eso todas las instrucciones que han recibido se podrían resumir en una: deben ir despegados de las falsas seguridades. Los enviados que confíen más en su propio equipaje que en la fuerza del mensaje a comunicar, perderán su credibilidad.

Lo central es el mensaje a transmitir por eso, que nada ni nadie les debe detener a la hora de enseñar ese mensaje y que, si para ello es necesario que se desprendan de las cosas materiales, tienen que hacerlo. Que no se aten a nada ni a nadie. Que sólo vayan con lo imprescindible.

A nosotros nos parece lo más normal que la Iglesia este provista de medios materiales para el mejor anuncio. Sin embargo, cuando Jesús envía a sus discípulos, no piensa en lo que han de llevar consigo, sino en lo que no han de llevar. La intención original de Jesús fue clara. Jesús necesita de gente sencilla, que sepa vivir con pocas cosas y que lo único que busquen es una sociedad más justa e igualitaria. Una sociedad de hombres y mujeres cristianos que sepan vivir con pocas cosas. Creyentes capaces de mostrar que la felicidad no está en acumular bienes.

Nuestra misión no depende de si nos escuchan o no, ni de si nos reciben o no. Jesús nos envía a predicar, pero eso no significa que vayamos a tener éxito en esa misión, como decía la madre Teresa de Calcuta. “Dios no nos llama a tener éxito, Él nos llama a ser fieles”. Tristemente, muchas veces, nos privamos de hacer el bien porque los demás no nos agradecen, o no valoran nuestro trabajo, ni recogemos lo que sembramos; muchas veces evitamos ayudar a alguien porque hemos recibido alguna ofensa de él o alguna crítica, o han hablado mal de nosotros…

Al final del evangelio, Jesús dice a sus discípulos que cuando se vayan de donde han estado, si no les han recibido, que sacudan el polvo de los pies. Es decir, que esas decepciones, que esos fracasos, no se vayan acumulando en nuestros corazones, porque a veces, cuando no obtenemos el éxito que esperábamos, esas decepciones, esos fracasos nos entristecen, nos deprimen y tenemos la tentación de abandonar, de tirar la toalla. Jesús nos dice que nos sacudamos el polvo, pero que sigamos adelante, que sigamos evangelizando, que sigamos tocando puertas, porque el que quiera abrir, abrirá, el que quiera escuchar, escuchará. 

 

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