ILUMÍNAME, SEÑOR, Y MÁNDAME
Con tu Espíritu para que ofrezca y cante
tu plan de salvación, tu locura por la humanidad.
Con tu presencia para que lejos de
sentirme sólo, en la tribulación seas mi consuelo, en las dificultades un
cayado donde apoyarme, en los fracasos un aliento para seguir adelante.
ILUMÍNAME, SEÑOR, CON TU PALABRA
Para que, las mías, nunca sean las más
importantes, ni mis gestos sean el centro de muchas miradas, ni mi persona sea
un muro entre el hombre y el Misterio, ni mis ideas eclipsen la grandeza del
evangelio.
Para que mire al mundo con amor y no con
pena.
Para que observe los acontecimientos con
esperanza.
Para que cerrando mis ojos sienta que,
los tuyos, miran por donde yo avanzo.
Para que, sin juzgar y trabajando, sepa
que no soy yo el que siembro, sino tu mano poderosa quien sostiene la mía.
ILUMÍNAME, SEÑOR, CON TUS BRAZOS
Para que, con ellos, mantenga alzada la
luz de la fe, ayude a quien necesite una palabra o un amigo, levante al que, la
vida, lo ha dejado arrastrado, ame a los que, incluso, rechazan mi misión.
En Ti confío, Señor, no quede defraudado,
envíame y, que seas Tú Señor, el centro de lo que digo, siento, predico y hago.
Amén
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