El próximo sábado a las 18 h.
celebraremos la eucaristía con los niños de catequesis de primera comunión y
con los niños y familiares. En la celebración se bendecirán las coronas de
adviento de las familias que lo deseen.
sábado, 23 de noviembre de 2024
Gracias,
Señor, por ser nuestro Rey.
Gracias,
Señor, porque tu reino es la justicia.
Gracias,
Señor, porque tu reino es el servicio.
Gracias,
Señor, porque tus armas son el perdón.
Gracias,
Señor, porque tus armas son el amor.
Gracias,
Señor, porque tus armas son la misericordia.
Gracias,
Señor, porque tu castillo es el corazón del hombre.
Gracias,
Señor, porque tú corona no es de oro.
Gracias,
Señor, porque tus vestidos no son de seda.
Gracias,
Señor, porque tus pies van descalzos.
Gracias,
Señor, porque tu trono es una cruz.
Gracias,
Señor, porque nos esperas al final de los tiempos.
Gracias,
Señor, porque Tú eres el centro de nuestra vida.
Gracias,
Señor, por ser nuestro Rey.
2024
CICLO B DOMINGO XXXIV
CRISTO
REY DEL UNIVERSO
La festividad de Cristo Rey del universo
nos invita a descubrir el sentido primitivo de la fiesta promulgada por el papa
Pio XI, ante el progresivo aumento del comunismo y la pérdida de valores morales;
esta idea encaja perfectamente con la situación que vivimos hoy de problemas
sociales, políticos y económicos. No podemos ser ingenuos en las soluciones,
pero si el mundo viviese de acuerdo con el evangelio, otro gallo nos cantaría.
Dios manifiesta su poder en la
misericordia; no imponiéndose por la fuerza sino seduciendo desde el amor. Es
la lógica de la espiritualidad cristiana que venimos celebrando a lo largo del
año en la liturgia y de alguna forma se proclama en este domingo con la
festividad de Cristo Rey: la muerte por amor es condición para crecer en
humanidad.
El papa Francisco habla, una y otra vez,
de Jesús y su Iglesia poniéndose al servicio de los más desfavorecidos. No se
trata de un cambio de lenguaje sino de la superación de la idea de poder en el
que la Iglesia ha vivido durante tantos siglos.
El contexto del evangelio que hemos
leído es el proceso ante Pilato, a continuación de las negaciones de Pedro,
donde queda claro, que Pedro ni fue rey de sí mismo ni fue sincero. Dos breves
frases puestas en boca de Jesús nos pueden dar la pauta de reflexión: “mi Reino
no es de este mundo”, “para eso he venido, para ser testigo de la verdad”, no
para ser más que nadie.
La verdad nunca puede ser poseída. La
verdad nos desnuda porque cuestiona de manera radical todas nuestras
construcciones mentales, pone en duda nuestras aparentes seguridades, provoca
el silencio de la mente. Esa es la razón por la que siempre lleva de la mano a
la humildad, según el conocido y acertado dicho de Teresa de Jesús: “Humildad
es caminar en la verdad”.
Se trata más bien de ofrecer el camino
de servir a los demás con amor como única forma de ejercer el poder económico,
político, cultural o religioso. Visión iluminadora para nuestra actualidad
donde la nefasta ideología del imperialismo está provocando conflictos que
manchan la tierra con sangre de inocentes. La lógica individualista del mercado
está pervirtiendo incluso los ámbitos de gratuidad como es la misma familia.
Mientras proclamamos la dignidad inviolable de todas las personas, valoramos a
hombres y mujeres por lo rentable que son económicamente y por la utilidad que
nos aportan.
Jesús nos dijo: el que quiera ser
primero, sea el último y el que quiera ser grande, sea el servidor. Mi reino
no es de este mundo. Sabemos que el “reino de Dios”, ya tiene lugar en este
mundo, aunque todavía de modo imperfecto y en espera de una plenitud sin
sombras. Ese reino ya está aquí como la levadura en la masa, fermentando a la
humanidad para que sea más solidaria. No funciona con la lógica del poder, sino
con la lógica de la gratuidad o del amor que sirve sin esperar nada a cambio.
miércoles, 20 de noviembre de 2024
2024 NOVIEMBRE ADORACIÓN EUCARISTICA
LLAMA DE AMOR
VIVA
¿Por qué
tenemos miedo, si nada es imposible para Ti? “Hombre es amor, y Dios habita dentro de ese pecho y profundo, en él se
acalla” (Dámaso Alonso).
En esta tarde
ante el santísimo sacramento le pedimos al Señor que cierre nuestros oídos a
toda falsedad y nuestros labios, a palabras mentirosas. Que Él abra nuestro corazón
a todo lo que es bueno, que nuestro espíritu se llene de bendiciones y las
derrame a nuestro paso.
Nos hacemos
preguntas y buscamos sentido a la vida; no nos asusta porque solo quien hace
preguntas acoge con alegría las respuestas. Muchas veces nadamos contracorriente,
como peces que buscan aguas frescas.
Muchas
personas buscan tener experiencia de Dios. Por eso es necesario que les
ayudemos a encontrarse con Dios. Muchos han perdido el rastro de Dios y esperan
que alguien, con la palabra viva de la vida, pueda decirles: “Dios existe, yo lo he encontrado”.
Muchos, que solo conocen lo útil y lo rentable, tienen hambre de encontrarse
con la gratuidad. Muchos desconocen que su interioridad puede ser lugar para la
escucha de este Dios que habla en el silencio interior de cada uno.
“El hombre europeo, lejos de su origen, con las
entrañas cerradas, opacas y confusas, se ha hecho un desalmado. Oscuridad del
corazón que le desorienta y le hace andar perdido”
(María Zambrano).
Como una
hoguera encendida en medio del campo que invita a los peregrinos a que se
acerquen y calienten su cuerpo aterido por el frío, así ofrece Jesús su
experiencia de Dios, para dar calor y luz a quien lo busque. Toda experiencia
de Dios aspira a ser comunicada. “Lo que
gratis habéis recibido dadlo gratis” (Mt 10,8). “Se educa mucho con lo que se dice, más con lo que se hace, mucho más
con lo que se es” (San Ignacio de Antioquia).
Queremos que
ese fuego que Jesús prendió en nuestro interior se convierta en amor real,
concreto, palpable. Nuestra llama es fruto de una llama verdadera y autentica,
la de Jesús. En esta tarde queremos mantenerla siempre viva y encendida en Él
que es el Amor verdadero y único. Quien posee esta llama en su corazón, habla
desde dentro, desde la experiencia de este amor. No habla de oídas. La persona
está transformada en fuego de amor.
Solo es
necesario una cierta comunión previa que le permita admirarse, creer, perder
miedo a Dios y confiar. No es una tarea que reclame una acción inmediata, que
señale prácticas concretas y conductas deseables o recomendables. Al contrario,
todo se realiza de una manera paulatina y contagiosa. No existe sensación
alguna de proceso ni de cambio, no hay vértigo. Todo se identifica con una
exclamación admirativa de paz y sosiego. La actitud de sorpresa se mantiene.
Rompe las lógicas, a las que somos tan dados muchos al hablar e intentar vivir
el camino cristiano. Es como el agua del rio que va bajando majestuosamente
hasta su lugar de destino, el mar.
Hay una experiencia
vital y central de Dios que proviene de la enfermedad grave, donde el enfermo y
los que le rodean tienen que respirar muy hondo para poder superar esta etapa.
“Dios, en verdad, es el único que sabe de la
vida en plenitud. Una comparación: el sol lo único que produce es luz; si hay
sombra, no viene del sol, sino de algo que se interpone. Así con Dios: lo único
que produce es vida; todo lo que frena o debilita la vida viene de otro lado,
de nuestra propia debilidad, de nuestro propio pecado, de nuestra propia
limitación. Y Dios lo que hace es confirmar nuestra debilidad para siempre con
su fuerza resucitadora. La enfermedad me ha hecho más humano” (Palabras de Carlos
Bravo, tras una operación de un tumor cerebral).
Jesús sé
siempre nuestra fuerza y nuestro animo, para nosotros ser testigos de tu luz en
nuestro mundo. Amén
sábado, 16 de noviembre de 2024
2024
CICLO B TIEMPO ORDINARIO XXXIII
Está finalizando el año litúrgico y el
Evangelio nos presenta el final de los tiempos, con un lenguaje apocalíptico y
lleno de catástrofes. Pero los que creemos en Jesús no tememos. Él anuncia su
vuelta y regreso, pero volverá cuando acabe el tiempo para juzgar a todos como
juez y salvador de todos.
El final de este tiempo lo vemos como un
momento de encuentro con Jesús, por tanto, el miedo no tendría lugar ya que nuestro
corazón se encontrará lleno de alegre esperanza en ese encuentro. Este
evangelio resaltar que, ocurra sobre lo que ocurra, la victoria de Jesucristo
sobre el mal es lo que se nos presenta y anuncia.
No
debemos sacar consecuencias atemorizadoras sobre el fin del mundo, ni pensar en
persecuciones a la fe, aunque haya momentos difíciles en algunos lugares;
quizás son momentos para purificar nuestra fe y tomar precauciones en nuestras
comunidades cristianas. Debemos percibir la actitud salvadora y protectora de
Jesús que nos acompaña en todo momento, con una llamada a la fidelidad en esas
circunstancias en sí complicadas.
No
olvidemos que los primeros cristianos también fueron llamados a la fidelidad en
tiempos difíciles y que nosotros también estamos llamados a vivir en esa
fidelidad. Y la plenitud llegará, pero será cuando el Padre Dios lo quiera.
Nuestro
último destino dependerá, en gran medida, de cómo hayamos vivido todos y cada
uno de los momentos de nuestra existencia.
Al
final del relato de la creación, Dios “vio todo lo que había hecho, y era muy
bueno”. Tal vez lo que tendríamos que hacer, sería dejarnos de especulaciones
sobre cómo será el más allá y tomar la responsabilidad que nos toca en la
marcha del más acá, porque es aquí donde tenemos que desarrollar nuestra
actividad para contribuir a hacer un mundo más bueno y humano, empezando por
ser cada uno un poco más humano cada día.
“El
cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán” nos dice al final el
evangelio, porque sólo Dios permanece para siempre y él es el que da sentido a
la existencia humana. Confiando en estas palabras de Jesús nos animamos a vivir
una vida sensata, coherente, apasionada por la humanidad y por la bondad de
todas las cosas. Todo lo malo, lo negativo tiene fecha de caducidad, solo el
bien y la generosidad permanecerán al igual que el amor.
AYÚDAME, A VER
El futuro, desde el presente.
Tu venida, en tus innumerables llegadas.
Tu presencia, en los pequeños detalles.
Tu Reino, en los acontecimientos buenos de cada jornada.
El cielo, avanzándolo en la tierra.
El éxito, aunque aparentemente fracase.
El mañana, con la siembra de mi hoy.
AYUDAME, A VER
Con optimismo, los avatares tristes del momento.
Con esperanza, las dificultades que me rodean.
Con fe, lo que mis ojos se resisten a reconocer.
Con claridad, lo que se esconde a mi razón.
La perfección futura, superándome cada día.
Tu venida gloriosa, en infinidad de aterrizajes que Tú haces.
El día del mañana, guiado por tu compañía.
La Patria del Cielo, sin olvidar que vivo en la tierra.
AYÚDAME, A VER
Con interés, lo que acontece en este mundo.
Con compromiso, las actuaciones que requieren mi ayuda.
Con paz, los instantes de prueba o de cruz.
AYÚDAME, SEÑOR:
A colaborar contigo, para que hoy y aquí, pueda preparar una
buena pista de aterrizaje para el día en que te decidas a venir.
Amén.
miércoles, 13 de noviembre de 2024
2024
noviembre meditación eucarística:
TE
ACUSARÉ CON TU MAMÁ
Señor
Jesús de nuevo aquí estamos junto a ti. Sabemos que la oración nos acerca más a
ti y a los hermanos. Nos hace sentir que no estamos solos y que tú nos escuchas
y nos acompañas siempre. Necesitamos tener momentos de intimidad contigo y con
el Padre así descubriremos el gran corazón que tenéis y con cuanto amor nos amáis
a cada uno de notros.
Te
acusaré con Tu mamá: Un día un niño de cinco años entró en una farmacia
corriendo y le dijo al farmacéutico: ''Señor, aquí está todo el dinero que
tengo. Por favor deme un milagro".
El
farmacéutico, sorprendido, le preguntó, qué milagro quería y para qué.
-
El pequeño respondió: El doctor dijo que mi mamá necesita un milagro para
sanar. Aquí está todo el dinero que ahorré para comprar una bicicleta, pero amo
más a mi mamá y quiero que esté bien. Por favor ayúdeme ¿Ese dinero es
suficiente?
-
El farmacéutico, muy conmovido, le respondió que no tenía ese "milagro''. Luego
agregó que sólo Jesús, el Hijo de Dios tiene ese remedio especial y lo invitó a
ir a la iglesia a pedírselo.
El
niño corrió como un rayo hasta la iglesia. Llegó frente a la cruz cerca del
altar y muy apurado y con gritos dijo:
-
¡Jesús tú tienes el milagro! Sé que estás en esa cruz, que te duele y que no
tiene mucho tiempo para mí, pero el señor de la farmacia me dijo que el milagro
para curar a mi mami lo tienes tu. Aquí
está todo el dinero que ahorré para una bicicleta. Te lo doy todo, pero por
favor ayúdame.
Desafortunadamente
Jesús no respondió ni una palabra, por eso el niño gritó:
-
¡Jesús! si no me ayudas, te acusare con tu mamá y le diré que no me quieres
ayudar. Venga Jesús, por favor yo sé que tú también amas a tu mamá como yo amo
la mía, ayúdame, dame el milagro que mi mamá necesita. Prometo volver lo más
rápido posible para ayudarte a bajar de la cruz.
El
cura, que había oído la conversación del niño, se acercó y lo invitó a hablar
en voz baja con Jesús. Le explicó que Cristo lo escucha, aunque no responda
directamente. Y el niño cerró sus ojos y junto sus manitas y entre lágrimas con
voz bajita le repitió la misma súplica a Jesús.
Conmovido
por el niño, el Padre lo acompaño a casa. A lo largo del tramo de la calle de
la iglesia allí, el niño le explicó al sacerdote cuánto quería a su madre, le
dijo que era todo lo que él tenía y que le habían dicho que sólo Jesús tenía el
milagro que podía curarla.
Una
vez en casa, el niño corrió hasta la habitación de su madre y encontró la cama
de vacía. Con angustia salió y la vio salir de la cocina y el niño le dice a su
mamá:
-
¡Mamita te levantaste! Y la mamá, le dijo:
-
Si hijo, El doctor que llamaste vino a visitarme me curó, por cierto, me dijo
que te saludara y me pidió decirte que él también ama mucho a su mamá. Hijo, ¿cómo
conociste a este doctor? Que gran médico.
El
Sacerdote que contemplaba aquel milagro con lágrimas en los ojos le dijo al
niño:
-
Jesús respondió a lo que pediste, y llegó antes que nosotros.
Que
hermosa historia Señor, nos recuerda que nuestra oración siempre es escuchada
por nuestro Padre Dios y aunque a veces creemos que no nos hace caso o que
cierra sus oídos a nuestras peticiones y necesidades, en el momento oportuno, quizá
cuando menos lo esperamos él actúa en favor nuestro y nos concede las gracias
que necesitamos. Bien particularmente o como Iglesia, comunidad de creyentes, o
simplemente vemos su mano generosa en la humanidad que nos rodea o en la misma
creación de la cual formamos parte y nos sentimos envueltos por ella.
Hazte
presente Señor, que nunca nos alejemos de ti, que nunca te demos la espalda,
que confiemos en tu generosidad y en tu bondad y misericordia. Queremos
saborearla y sentirla muy cerca de nosotros. Ayúdanos a nunca apartarnos de ti.
Amén
sábado, 9 de noviembre de 2024
Como la viuda, Señor
Daré sin esperar nada a
cambio.
Ofreceré sin arrogancia.
Dejaré sin pretensión
de recompensa.
Brindaré, incluso con
la copa que necesite.
Entregaré con sencillez.
Huiré de la cantidad y
cuidaré la calidad.
Ofreceré con humildad y
recogimiento.
Procuraré sin buscar
engaños.
Dejaré de lo mío para
otros.
Prestaré lo que otros
no dan: lo imprescindible.
Ofreceré lo que otros
te niegan: su ser.
Dejaré lo que otros se
guardan: su corazón.
Te ofreceré mi vida
para que, sólo Tú, la juzgues.
Te ofreceré mis bienes,
porque sé que son tuyos.
Te ofreceré mi
sustento, porque sé que Tú lo haces posible.
Ponga mi vida en tus
manos.
Caminaré sin arrogancia
ni seguridad en mí mismo.
Caminaré sin miedo a
encontrarte.
Caminaré dispuesto a facilitarte
lo que más necesites.
Mírame y condúceme.
Hazme desprendido y
sencillo.
Dame la valentía de
darte lo que más me cueste.
Inspírame el gesto y la
palabra oportuna.
Y, si quieres, Señor,
arranca de mí incluso aquello que, por comodidad o egoísmo, busco y amarro para
poder vivir.
Amén.
2024
CICLO B TIEMPO ORDINARIO XXXII
La lectura de los evangelios ofrece
muchas perspectivas cuando se mezcla con la vida. Sigue siendo luz para
iluminar nuestro caminar, nuestros modos de vida.
El evangelio de este domingo propone
como modelo de ciudadana del reino a aquella viuda pobre que dio todo lo que tenía.
Por eso Jesús la alabó por encima de los que daban mucho porque tenían más.
Esto queda claro.
Imaginemos al Templo brillando
esplendoroso bajo los rayos del sol. Sus cientos de columnas de cedro
sosteniendo los pórticos interminables y proyectando su sombra sobre los suelos
enlosados del mejor mosaico... Todo rezuma grandeza y esplendor.
Y allí en medio, en claro contraste con
el resto, hay una pobre viuda insignificante que pasa desapercibida de todos…
menos para Jesús: ¿Veis aquella mujer? Nadie se había fijado en ella
porque a los ojos del mundo era sin duda la última, pero a los ojos de Jesús
era la primera, porque en el Reino todo es al revés.
Para el mundo el más importante es el
que más tiene; para el Reino el más importante es el que más sirve. Para el
mundo el primero es el más dotado; para el Reino el primero es el más
necesitado.
El Reino no se impone como los reinos
del mundo, el Reino se siembra, y cuando cae en buena tierra da el ciento por
uno. El Reino se construye de dentro a fuera; crece por la fuerza de la Palabra,
desde dentro, por conversión, no por imposición; desde abajo, desde el
servicio, no desde el poder.
El objeto primero del mensaje de Jesús
es el Reino, es decir, el reinado de los criterios de Dios en el mundo; unos
criterios locos si los comparamos con los criterios que propone el mundo.
Jesús, sentado, observa. Su mirada
penetrante, tan aguda como la de los profetas, advierte en aquella pobre viuda
un gesto de nada, en el que se oculta lo divino; ve el destello absoluto en el
detalle de dos peniques. Ella echó dos peniques, pero dio más que todos los
demás. ¿Por qué más que todos? Porque la balanza de Dios no es cuantitativa,
sino cualitativa. Cuenta cuánto corazón hay en ello, cuánto peso de lágrimas y
cuánta fe. Para aquella mujer, las palabras originales que gasta Marcos son
brillantes: echó en el tesoro toda su vida. Echó todo lo que necesitaba para
vivir. Quien lo da todo, no se sorprende, pues, de recibirlo todo. Aquella
mujer arrojó al mundo lo mejor que tenía: su mucho valor, que contenía una
astilla de lo divino. En su gesto discreto, Jesús nos deja una lección
fundamental: no busques personas santas en la vida. Tal vez las encuentres, tal
vez no (de hecho, no sabemos nada de la vida moral de aquella mujer). Busca más
bien personas generosas. La generosidad es el estigma de Dios. Confiemos
nuestra vida a los generosos, vayamos a la escuela de ellos, y no de escribas
piadosos y devotos. Evangelio a partir de la pregunta radical: ¿Qué nos hace
vivir? De la respuesta sencilla: ¡el don! En el evangelio el verbo 'amar' se
traduce siempre por otro verbo, concreto: 'dar'. No se trata de emociones, sino
de dones. La piedra angular de la religión es el don, no el deber o las deudas
que hay que pagar.
miércoles, 6 de noviembre de 2024
2024 NOVIEMBRE ADORACIÓN EUCARISTICA EL
BOSQUE DE LA VIDA
Señor
Jesucristo, Hijo unigénito del Padre: Te damos gracias porque te haces presente
en la Eucaristía y nos permites contemplarte y adorarte como nuestro Dios y
Señor.
Por
eso nos postramos ante ti, confiadamente, con nuestra pobreza y miseria, movidos
por la seguridad que nos da el amor infinito por nosotros que brota de tu
corazón traspasado. Sabemos que tu nunca nos abandonas y que siempre estas con
nosotros pero nos cuesta tantas veces reconocerte en el hermano o en las
circunstancias.
En
señal de amor y de adoración te ofrecemos cuanto somos y tenemos, con el deseo
ardiente de corresponder con toda el alma, y a pesar de nuestra indigencia, a
tantos dones como nos regalas. Tú nos llenas de la luz y el amor que irradias y
que da sentido a nuestra vida. Ayúdanos, para que la gracia que hemos recibido
contemplándote nos empape de tu amor y nos una a tu cruz de tal manera que te
amemos por encima de todo, nos entreguemos, como tú, al servicio abnegado de
nuestros hermanos, y podamos participar un día de tu gloria en el cielo.
Haznos
capaces Jesús de colaborar contigo y con los demás para que la vida sea más
llevadera y más serena. Escuchemos esta bonita historia.
EL
BOSQUE DE LA VIDA: Un hombre estaba perdido en un bosque. Había probado
ya varios senderos, con la esperanza de que alguno de ellos lo condujera fuera,
pero todos volvían a converger en el mismo punto, justo donde él se encontraba
ahora.
Aún
le quedaban por probar algunos cuantos, pero se encontraba cansado y
hambriento, así que decidió tomarse un descanso antes de coger una nueva senda.
Mientras
estaba allí sentado, preguntándose qué sendero tomar, vio acercarse a otro
viajero.
Inmediatamente
se puso de pie y gritó:
-
Hola, hola ¿Me puede ayudar? ¡Me he perdido!
El
otro hombre dio un suspiro de alivio, y replicó:
-
Yo también estoy perdido.
Ambos
comenzaron a intercambiar información, y pronto descubrieron que entre los dos
habían recorrido ya muchos de los caminos existentes.
Ahora
se ahorrarían trabajo, y podrían evitar tomar senderos erróneos que uno u otro
ya conocieran.
Muy
pronto, los dos hombres estaban contándose sus desventuras con buen humor, lo
que les ayudó a olvidarse del cansancio y el hambre; de esta manera,
continuaron su viaje.
La
vida es como un bosque, a veces nos perdemos y sentimos confundidos, pero si
compartimos nuestras experiencias e impresiones con los demás, el viaje no
parecerá tan desalentador, y puede ser que juntos encontremos los mejores
caminos y modos de vivir.
Contigo
el viaje por la vida puede resultar más llevadero, y junto a otros caminantes
podremos llevar una dirección adecuada que nos conduzca a la vida en mayúscula
que tú nos ofreces. Te pedimos que nunca nos abandones y que nos acompañes por
el camino de la vida y de la comunión clon nuestros hermanos. Siempre la
colaboración ha sido un motivo de alegría y de sentirnos que no estamos solos y
que la solidaridad es la mejor arma para poder luchar contra todo
individualismo, toda mentira y toda dominación.
La
cooperación no es ausencia de conflictos, sino el medio para resolver el
conflicto. Hay que saber gestionar las diferencias y contigo Jesús será mucho
más fácil y llevadero. Saber sentarnos a dialogar y colocar encima de la mesa
todas nuestras razones, argumentos y propuestas que para que todos tengamos una
vida mucho más autentica y feliz.
Señor
no quites tu mano sobre nuestras cabezas y sobre nuestro corazón para que todas
las cosas que hagamos sean para tu gloria y en beneficio de la humanidad entera.
Amén
martes, 5 de noviembre de 2024
NECESITAMOS DE VUESTRA COLABORACIÓN
Y SOLIDARIDAD.
Nos han pedido aportar botas de agua (nuevas o usadas) para
los damnificados por la DANA, ya que es ahora una prioridad para poder
continuar con las labores de limpieza de una manera adecuada e higiénica.
Por ello todas las personas que puedan aportar algún par de
botas, serán muy bienvenidas y el miércoles por la tarde, después de la misa de
las 20.00 h. una furgoneta se pasará a recoger lo que hayamos conseguido y lo
llevarán el jueves por la mañana a primera hora directamente a Valencia.
Toda ayuda, por cualquier par que podamos aportar, será muy
útil
Gracias a todos.
sábado, 2 de noviembre de 2024
Si nunca rompes un racimo de uva en el
lagar, nunca tendrás un vaso de vino sobre tu mesa.
Si nunca te arriesgas a perder, nunca te
das la oportunidad de ganar.
Si nunca afrontas la pena de partir,
nunca conocerás lo alegría del regreso.
Si nunca sufres muriéndote en la
siembra, nunca gozarás en la cosecha.
Si nunca te dueles bajo el peso de tu
culpa, nunca saborearás el alivio del perdón.
Si nunca mueles los granos de trigo, nunca
conocerás el sabor del pan.
Si nunca afrontas el miedo de dejar de
ser como eres, nunca descubrirás la alegría de ser como puedes ser.
Si nunca estás dispuesto o dejar todo lo
que tienes, nunca sentirás que lo tienes libremente.
Si nunca estás dispuesto o morir por una
causa, nunca sabrás para qué vives.
Si nunca desafías tu pena, y dejas de
reír para llorar, nunca conocerás la dicha del que deja de llorar para reír.
Si nunca te arriesgas o cruzar el río,
nunca sabrás lo que te aguarda en la otra orilla.
Arriésgate a amar.
Amén
2024
CICLO B TIEMPO ORDINARIO XXXI
Las religiones primitivas consideran a
los dioses gente peligrosa, poco de fiar, a la que hay que mantener alejada y
aplacada. El amor a Dios no tiene en ellas el menor significado.
Jesús nos da una excelente razón para
amar a Dios: Dios es Abbá, el padre que «tanto amó al mundo que le entregó a
su hijo». Ésa es precisamente la buena Noticia que proclama el evangelio;
que Dios es mucho mejor que lo que nadie había imaginado jamás; que no es el
juez, que es Padre. Pero Jesús no se limita a proclamarlo, sino que lo hace
visible cuando se acerca al leproso, o defiende a la adúltera, o muere colgado
del madero para que la buena Noticia llegue a nosotros. Dicho de otro modo,
viendo y entendiendo a Jesús comprendemos a Dios…
Decía Ruiz de Galarreta: «El que se
acerca al fuego se va calentando».
¿Cuál es el mayor mandamiento de todos? Jesús
lo hace, saliéndose de la norma con una respuesta que no está entre los
mandamientos. La respuesta comienza con un verbo: amarás, en el futuro,
indicando una historia inacabada, porque el amor es el futuro del mundo, porque
sin amor no hay futuro para la humanidad. Jesús evoca el «mandamiento cero»:
shemà, escucha, recuerda, no olvides, tenlo atado a tu muñeca, ponlo como un
sello en tu corazón, como una joya ante tus ojos... Es la ternura de un Dios
que pide: «Escúchame, por favor». Escuchar es amar.
Amar con todo el corazón; no
sumisamente, sino con amor. Con toda tu mente. El amor inteligente debe ser;
querer conocerlo, estudiarlo, entenderlo más. Hablar y cantar y escribir sobre
él, una oración, una canción, un poema de amor a tu amor.... Básicamente, nada
nuevo. Las mismas palabras han sido repetidas por místicos de todas las
religiones, buscadores de Dios de todos los credos, durante milenios.
La novedad del Evangelio está en la
adición inesperada de un segundo mandamiento, que es similar al primero. Jesús
dice: amarás al hombre es semejante a amarás a Dios. El prójimo es semejante a
Dios. El prójimo tiene rostro y voz, hambre de amor y belleza, semejante a
Dios.
El cielo y la tierra no se oponen, se
abrazan. Un evangelio bizco, podríamos decir: un ojo arriba, otro abajo, los
ojos en el cielo y los pies en la tierra.
Pero, ¿quién es mi prójimo? Gandhi, un
no cristiano: «mi prójimo es todo lo que vive conmigo, en esta tierra», las
personas, pero también el agua, el sol, el fuego, las nubes, las plantas, los
animales. La hermana Madre Tierra y todas sus criaturas. El mandamiento se
convierte en: ama a la tierra como a ti mismo, ámala como Dios la ama. Vivir es
coexistir, existir es coexistir. No para obedecer mandamientos o celebrar
liturgias, sino simplemente, maravillosamente, felizmente: para amar.
«Dios no hace otra cosa que esto, todo
el día: está de pie en el lecho del parto y genera» ¿Qué genera? El amor que es
vida.
jueves, 31 de octubre de 2024
2024
CICLO B SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
El día 1º de noviembre celebramos con la Iglesia universal la festividad de Todos los Santos. Es una fiesta litúrgica muy antigua. Desde mediados del siglo IV. Para los creyentes es una fiesta familiar. Recordamos y honramos a cuantos hermanos y hermanas nuestros han llegado ya a la Casa del Padre, han sido recibidos por Dios con amor y misericordia infinitos, y viven ya para siempre con Él. No les celebramos como difuntos, sino como vivos en el Señor.
Festejamos la trayectoria de sus vidas
que siguieron a Jesús mientras estuvieron en la tierra. Disfrutaron todo lo
bueno que Dios ha creado para nosotros, soportaron con paciencia las
adversidades de la vida diaria, no decayeron en su deseo responder más plenamente
cada día al amor de Dios, que nos invita a ser santos como Él lo es.
Se cuenta que cuando murió Santa
Teresita del Niño Jesús o de Lisieux, su superiora estaba preocupada porque no
encontraba ningún elemento extraordinario y llamativo de su vida. Y es que la santidad
de esta mujer era pequeña, doméstica, asequible. La santidad no
es algo reservado a unos pocos héroes y nobles. Se trata más bien de la
respuesta generosa a la llamada a la santidad que Dios, en su amor, nos hace a
todos para que vivamos compartiéndolo.
Juan lo dice claro en el Apocalipsis: Vi
una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las
naciones, familias, pueblos y lenguas que exclamaban: ¡La salvación viene de Dios!
Todos los santos son diferentes entre
sí. Cada uno ha recibido una gracia, cada uno ha respondido a su manera. Pero
tienen un rasgo en común: se han sentido radicalmente amados por Dios y se han
entregado con amor a los hermanos más débiles y necesitados.
Esta llamada del Padre a ser perfectos
como Él, es una convocatoria a vivir el amor en las familias, en las amistades
y en las sociedades, superando las tentaciones individualistas e indiferentes
de la cultura actual.
La vida de los santos es una vida en el
amor que es paciente, benigno, no envidioso, no presumido ni engreído, no
indecoroso ni egoísta, no irritado, no lleva cuentas del mal, no se alegra de
la injusticia, sino que goza con la verdad.
Ser llamados a la santidad no es ser
llamados a lo extraordinario y llamativo, sino a vivir lo ordinario con nobleza
de espíritu y buena voluntad. Con amor.
Esto no excluye los fracasos. Algunos de
los grandes santos conocidos fueron también, antes de su conversión, notables
pecadores. Pero en su fragilidad no dejaron de creer y de esperar en la misericordiosa
comprensión de quien nos amó primero.
Culminado su destino, los santos son
intercesores ante Dios por nosotros, los que aún seguimos en el mundo, y con su
ejemplo nos estimulan para nuestra propia aventura.
Porque, sin ser
reconocidos, Dios os ha galardonado.
Porque, sin
pretender riquezas, el Señor fue vuestro gran tesoro.
Porque, sin ser
comprendidos, comprendisteis que Dios era la última Palabra.
Que gozáis lo que,
nosotros, quisiéramos festejar.
Que saltáis de
alegría al lado del Creador.
Que destelláis en
alegría desbordante y celeste.
Que gustáis lo que,
tantas veces, vivisteis con sencillez y obediencia.
Que no buscasteis la
paz que el mundo pretendía sino la justicia de Dios.
Que no os
acobardasteis ante las dificultades.
Que no confundisteis
paz con tranquilidad de conciencia.
Que no os dejasteis
vencer por el poderoso caballero don dinero.
Que, siendo perseguidos,
supisteis ver en ello un soplo hacia el cielo.
Que, siendo
humillados, intuisteis que Dios os engrandecía.
Que, siendo
apartados de mil caminos, no os alejasteis del verdadero.
Que no sucumbisteis
a falsos ideales que el mundo os ofreció.
Que sonreís a
carcajada limpia en el cielo.
Que cantáis la
gloria de un Dios que os dice ¡bienaventurados!.
Que rezáis por los
que, aquí y ahora, intentamos ser bienaventurados.
Que ofrecéis a Dios,
vuestra felicidad, por los que no la poseemos.
Porque, después de
cumplir al dedillo, el plan de Dios.
Tenéis, bien
merecida, esa santidad que hoy el Señor, la Iglesia, los cristianos y todos los
hombres de buena voluntad reconocen en vuestra virtud heroica, constante y sin
tregua.
DICHOSOS Y FELICES
VOSOTROS. Amén