2024
CICLO C TIEMPO DE ADVIENTO III
El Tercer Domingo de Adviento es el
domingo de la alegría (o «Domingo Gaudete») porque está próximo el Señor. De
ello nos hablan las lecturas de esta Eucaristía.
El profeta Sofonías nos habla de que Dios
es feliz. Feliz por ti. Siempre la misma emoción: ¡exultará de alegría por ti!
Exultar es el verbo de la danza.
Pero inmediatamente después, el
Evangelio por medio de Juan bautista, el profeta áspero y seco, nos pone los
pies en la tierra y nos devuelve a lo cotidiano,
Juan Bautista anuncia en el desierto,
ante la multitud, que está a punto de llegar el Señor, y todos deben prepararse
para ello, haciendo obras que den buen fruto. Mucha gente acude a él: desde
Jerusalén tardaron días en caminar, ¿Qué buscan? Sus preguntas son precisas,
serias: ¿qué debemos hacer?
Y las respuestas son claras y serenas;
apuntan a pequeñas opciones posibles para todos.
La primera:
el que tenga dos túnicas que dé una al que no tiene, y el que tenga comida que
dé una al que no tiene. La economía de la acumulación es sustituida por la
economía del don, la compra convertida en compartir. “La conversión pasa por
los bolsillos” (Papa Francisco),
El verdadero problema del mundo no es la
pobreza, sino la acumulación: hay pan suficiente para todos en la tierra, y
falta por la avaricia de unos pocos. Juan nos dice a todos que hagamos un
esfuerzo por compartir lo que tenemos. Sobre todo, lo que Jesús nos pide es que
compartamos nuestro cariño y nuestra alegría.
La segunda:
No exijamos nada más de lo que está fijado. Apliquemos la honestidad. No
la de los demás, sino la mía, la única que está en mi mano. No maltratar ni
extorsionar a nadie. No nos aprovechemos de nuestra posición para humillar; no
abusemos de nuestra fuerza para maltratar o hacer llorar.
Juan no pide nada extraordinario, sino
que señala cosas realizables para cualquiera: no pasemos por el mundo como
depredadores y abusadores.
En estos días previos a la Navidad,
¡miremos hacia arriba! La cabeza alta, para ver la sonrisa y la danza de Dios. Saber
que somos amados, por ese fuego, y eso nos basta.
La Navidad es una fiesta pensada para
vivir el Reino de Dios, cuando celebramos el nacimiento del Niño Jesús junto a
nuestros familiares o con nuestra comunidad. El Niño Jesús nace en nuestro
corazón y en nuestro mundo para hacerlo más humano y más fraterno. La Navidad
nos tiene que hacer más humanos y más auténticos, ojalá la coherencia y el
sentido común brillará en nuestros días con todo su esplendor y así compartiremos
todos juntos su amor y felicidad.
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