2024
CICLO C TIEMPO DE NAVIDAD
Queridos hermanos estamos celebrando la
gran alegría del nacimiento de Jesús. La Navidad es un niño que nace, débil,
indefenso, que necesita de nuestro amor y cuidados para poder vivir y realizar
su misión. La Navidad es el abrazo de Dios a toda la humanidad. Porque lo que
celebramos en Belén es el nacimiento de Jesús, Dios se hace accesible, nos
abraza en nuestra fragilidad y nos invita a vivir con Él.
El abrazo es un gesto que
consiste en envolver a otra persona con los brazos, generalmente como una forma
de saludo, consuelo, afecto o amor. Es una acción corporal cargada de
significados y emociones. Todos necesitamos ser abrazados. Cuando somos
abrazados por amor la vida cambia. Dios amó tanto al mundo, que entregó a
su Hijo único (Juan 3:16). Es el poder transformador del amor.
A veces en medio de la oscuridad, cuando
todo parece perdido, surge una fuerza inesperada. El pueblo que caminaba
en las tinieblas vio una gran luz. Esta es la luz de
Belén. Y desde entonces ilumina toda acción buena y desinteresada de los
hombres. Hagamos memoria de lo que hemos sufrido en nuestras tierras
valencianas, a causa de las inundaciones. Hemos experimentado el poder de la
acción desinteresada de las personas. Un poder que no necesita capa (de Superman)
ni uniforme, que no busca ser reconocido, pero que tiene la capacidad de transformarlo
todo.
Esto es lo que nos enseña la Navidad
como el gran abrazo de Dios a la humanidad. Él se encarna y se hace uno más
como nosotros para darnos la posibilidad de soñar a lo grande y de realizar
obras y gestos solidarios enormes. La Navidad rompe nuestros
esquemas. Dios se hace infinitamente pequeño, su palabra es el llanto de un
recién nacido que confía en un rostro que le sonríe, en una mano que le
acaricia, en un pecho que le alimenta.
No somos héroes para cambiar el mundo de
un plumazo, sino ciudadanos comunes, amigos, vecinos, de todos aquellos que,
sin poder volar, fueron los primeros en llegar a quienes más los necesitaban. Una
fuerza que mueve a las personas a hacer lo que parece imposible, porque el
verdadero heroísmo es eso: tener la capacidad de hacer grandes cosas por los
demás y hacerlo sin pedir nada a cambio. Y con todo el amor del mundo.
El abrazo de Dios que se acerca a
nuestra humanidad evoca una sensación de cercanía y compasión divina. Puede
interpretarse como un recordatorio de que, a pesar de las dificultades y el
sufrimiento que enfrentamos como seres humanos, hay una presencia amorosa y
protectora que nos rodea y nos ofrece consuelo. La Navidad, más allá de los
aspectos materiales y comerciales, es oportunidad para reflexionar sobre lo que
realmente importa. Este año, más que nunca, es esencial estar presentes para
aquellos que atraviesan momentos difíciles. Seamos capaces de acompañar la Vida.
Amén
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