miércoles, 25 de diciembre de 2024


 

2024 CICLO C TIEMPO DE NAVIDAD

 

Queridos hermanos estamos celebrando la gran alegría del nacimiento de Jesús. La Navidad es un niño que nace, débil, indefenso, que necesita de nuestro amor y cuidados para poder vivir y realizar su misión. La Navidad es el abrazo de Dios a toda la humanidad. Porque lo que celebramos en Belén es el nacimiento de Jesús, Dios se hace accesible, nos abraza en nuestra fragilidad y nos invita a vivir con Él.

El abrazo es un gesto que consiste en envolver a otra persona con los brazos, generalmente como una forma de saludo, consuelo, afecto o amor. Es una acción corporal cargada de significados y emociones. Todos necesitamos ser abrazados. Cuando somos abrazados por amor la vida cambia. Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único (Juan 3:16). Es el poder transformador del amor.

A veces en medio de la oscuridad, cuando todo parece perdido, surge una fuerza inesperada. El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz. Esta es la luz de Belén. Y desde entonces ilumina toda acción buena y desinteresada de los hombres. Hagamos memoria de lo que hemos sufrido en nuestras tierras valencianas, a causa de las inundaciones. Hemos experimentado el poder de la acción desinteresada de las personas. Un poder que no necesita capa (de Superman) ni uniforme, que no busca ser reconocido, pero que tiene la capacidad de transformarlo todo.

Esto es lo que nos enseña la Navidad como el gran abrazo de Dios a la humanidad. Él se encarna y se hace uno más como nosotros para darnos la posibilidad de soñar a lo grande y de realizar obras y gestos solidarios enormes. La Navidad rompe nuestros esquemas. Dios se hace infinitamente pequeño, su palabra es el llanto de un recién nacido que confía en un rostro que le sonríe, en una mano que le acaricia, en un pecho que le alimenta.

No somos héroes para cambiar el mundo de un plumazo, sino ciudadanos comunes, amigos, vecinos, de todos aquellos que, sin poder volar, fueron los primeros en llegar a quienes más los necesitaban. Una fuerza que mueve a las personas a hacer lo que parece imposible, porque el verdadero heroísmo es eso: tener la capacidad de hacer grandes cosas por los demás y hacerlo sin pedir nada a cambio. Y con todo el amor del mundo.

El abrazo de Dios que se acerca a nuestra humanidad evoca una sensación de cercanía y compasión divina. Puede interpretarse como un recordatorio de que, a pesar de las dificultades y el sufrimiento que enfrentamos como seres humanos, hay una presencia amorosa y protectora que nos rodea y nos ofrece consuelo. La Navidad, más allá de los aspectos materiales y comerciales, es oportunidad para reflexionar sobre lo que realmente importa. Este año, más que nunca, es esencial estar presentes para aquellos que atraviesan momentos difíciles. Seamos capaces de acompañar la Vida. Amén

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