miércoles, 18 de diciembre de 2024


 

2024 DICIEMBRE ADORACIÓN EUCARISTICA.

EL BURRO ORGULLOSO

Cercana ya la Navidad queremos estar contigo para aprender de ti como tener un corazón humilde y sensato. Para acoger tu misterio de la natividad es necesario hacerse humildes y abrir nuestros corazones a tu presencia. Solo así podremos compartir tu misterio de hacer carne como nosotros y tu cercanía al mundo. La Navidad es el abrazo de Dios a la humanidad.

Que no seamos orgullosos como le pasó al protagonista de esta historia.

El Burro Orgulloso: En un monasterio retirado en medio de una montaña, vivía desde muy pequeño un burro, cuyo trabajo consistía en dar vueltas al molino para obtener el agua necesaria para los monjes. Todos los días debía madrugar para hacer su rutinaria tarea, pero el burro pensaba.

- Este trabajo mío parece no tener fin. ¡Qué no daría por salir al mundo exterior, para saber qué hay más allá de los muros del monasterio!

Así pasaba los días, mirando hacia el horizonte, tratando de adivinar cómo sería el mundo. Hasta que, cierto día, le llegó la oportunidad que esperaba. El abad le ordenó a uno de los monjes que llevara al burro hasta la aldea cercana, y trajera una carga que estaban esperando desde hacía días. Al fin estaba conociendo ese mundo que apenas había imaginado.

Al llegar a la aldea, colocaron con cuidado la carga sobre el lomo del asno. Entonces, ya más pausadamente, emprendieron el camino de regreso hacia el monasterio.

Pero en este trayecto, el burro comenzó a notar algo insólito. A medida que avanzaban, al cruzarse con los viajeros y campesinos que recorrían el mismo camino, unos se inclinaban con reverencia, otros se arrodillaban mientras descubrían sus cabezas y todos se persignaban con gran devoción.

El burro entendió que era su presencia la que causaba tal conmoción. Seguramente estaban abrumados por su porte y su aura de grandeza. Entonces levantó la cabeza con orgullo y siguió caminando a paso firme.

Así continuaron su camino, el monje saludando con una venia leve a quienes se cruzaba, y el burro muy dueño de sí mismo, presumiendo su importancia.

Tan pronto llegaron al templo, los monjes aliviaron al burro de su carga. Después de dejarlo descansar un rato, lo condujeron, como siempre, al molino para que comenzara su faena diaria. Pero sintiendo que ahora su dignidad no le permitía hacer un trabajo tan servil, se negó a conducir la rueda del molino.

Los monjes trajeron otro asno para cumplir con la tarea. Pensando que aquel burro ya no era de utilidad, resolvieron dejarlo en libertad. Tan pronto se vio de nuevo en el camino, pero ahora libre de amos, el burro trotó colina abajo, esperando ser adorado nuevamente, como correspondía a su naturaleza divina. Llegando a la aldea, observó que tocaban tambores y lanzaban pólvora.

- ¡Tal como lo pensé, se dijo, me vieron venir y han salido para darme la bienvenida!

En realidad, se trataba de unas festividades que casualmente se celebraban ese día, y todo el pueblo había salido para celebrar. Pero el burro trató de abrirse paso por el medio de la orquesta, sintiendo que debía estar en el medio de la celebración.

Pero cuando todos vieron cómo interrumpía los cánticos, pasando entre ellos sin mirar a los lados, se llenaron de enojo. Comenzaron a golpearlo con todo lo que encontraron a mano, hasta dejarlo casi muerto a un lado del camino.

Entonces, lleno de confusión, el burro regresó al galope hacia el monasterio, al no ocurrírsele un refugio más seguro. Una vez allí, buscó al monje a cuyo cargo siempre había estado, y con ojos desorbitados, le narró su amarga experiencia:

- No puedo entender la crueldad de la gente. Cuando veníamos de regreso desde la aldea, todos me hacían reverencias y me adoraban. Ahora me han golpeado, hasta casi dejarme muerto. ¿Por qué?

El monje apenas suspiró con benevolencia, y le contestó: ¡Realmente no puedes comportarte de otro modo que como un burro tonto! ¡Ellos no se estaban arrodillando ante ti, sino ante la estatua de Cristo que estabas cargando!

Señor Jesús ayúdanos a desechar todo el orgullo y la soberbia que reflejan una realidad que solo habita en nuestro deseo engañoso. Ayúdanos a acogerte en Navidad con un corazón humilde y abierto y que nos preocupemos un poco más de los demás intentando acogerlos en lo más profundo de nuestro ser. Amén

No hay comentarios:

Publicar un comentario