miércoles, 25 de diciembre de 2024


 

DEJAME, SEÑOR

Que me acerque hasta el umbral del portal y comparta, con José y con María, este momento en el que, el cielo se regala generosamente, y no toda la tierra se abre ni dice ¡gracias, Señor!

Que me haga eco de tu nacimiento y proclame a los cuatro vientos que la pequeñez es signo de grandeza que Dios humanado es divino también que, a Dios, por ser Niño, se le comprende y se deja querer.

Que te arrulle, con mis manos, a pesar de mis fragilidades te cante villancicos, aunque mi vida desafine que te cubra con mi abrigo, aunque sea demasiado elegante.

Déjame, buscarte en donde el mundo jamás quiere que yo encuentre, en la sencillez de una morada en el silencio de una noche estrellada en el regazo de una mujer aldeana y pobre en la mirada de un hombre confiado y generoso.

Déjame, Postrarme ante tus pies.

Y hacer acto de alabanza y de fe.

Darte el aliento que el mundo necesita de ti.

Y que tú me des, si quieres y lo deseas, alas para volar de valle en valle, de casa en casa, de barrio y en barrio anunciando lo que mis ojos ven y lo que mi corazón siente:

¡Ha nacido el Dios de Israel! ¡Aleluya!

 

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