Andar por la vida portando tu mensaje y
buena noticia; andar erguido y feliz a pesar de las inclemencias del camino, de
las tormentas y contratiempos; andar a plena luz sin miedo a ser reconocido como
testigo tuyo aquí y ahora.
Detener el paso y descansar de cargas y
agobios; dialogar y compartir cada día con quienes van y vienen; volver a salir
y agradecer el camino y sus historias; reiniciar la marcha y vivir las
costumbres y las sorpresas...
Ser consciente de lo que has puesto a
nuestro lado; mirar atentamente en todas las direcciones sin olvidar el
horizonte, y contemplar el cielo abierto, ya para siempre, con sus luces,
silencios y voces...
Hoy y cada día, protegido por tu manto y
sombra, me siento más hijo, más bautizado, más ligero, más lleno de alegría,
más encontrado, más enviado y más amado.
Feliz año nuevo.
Amén
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