sábado, 12 de octubre de 2024


 

2024 CICLO B TIEMPO ORDINARIO XXVIII

 

Algunos detalles curiosos: Se acerca uno «corriendo», «se arrodilla», lo llama «maestro bueno» (provocando cierto malestar en Jesús), formula su pregunta, Jesús «lo mira con cariño». Al final, el individuo «frunce el ceño» y se va triste.

El problema que le angustia es qué he de hacer para heredad vida eterna, algo fundamental para entender todo el pasaje. Lo que pretende el protagonista es, formar parte de la vida futura, es decir salvarse. Este deseo sitúa al protagonista en un ambiente distinto del normal: admite un mundo futuro, distinto del presente, mejor que éste, y desea participar en él.

Jesús, antes de responder, aborda el saludo y da un toque de atención sobre el uso precipitado de las palabras. El único bueno es Dios. Luego responde a la pregunta haciendo referencia a cinco mandamientos mosaicos, todos ellos de la segunda tabla, y añadiendo no defraudarás. Lo curioso es que Jesús no dice nada de los mandamientos de la primera tabla, que podríamos considerar los más importantes: no tener otros dioses rivales de Dios, no pronunciar el nombre de Dios en falso, y santificar el sábado. Según Jesús, para salvarse, basta portarse bien con el prójimo.

Cuando el protagonista le responde que eso lo ha cumplido desde joven, Jesús lo mira con cariño y le propone algo nuevo: que deje de pensar en la otra vida y piense en esta, dándole un sentido nuevo. Ese sentido consistirá en seguir a Jesús, de forma real, física; pero antes es preciso que venda todo y lo dé a los pobres. El programa de Jesús se limita a tres verbos: vender, dar y seguir.

Entonces es cuando el personaje frunce el ceño y se aleja, pues era muy rico. Con esta actitud, no pierde la vida eterna (que depende de los mandamientos observados), pero sí pierde el seguir a Jesús, dar plenitud a su vida ahora, en la tierra.

La segunda escena: Jesús y los discípulos. Sirve para completar su enseñanza, en este caso sobre el peligro de la riqueza. ¡Qué difícil es que los ricos entren en el reino de Dios!, esto requiere una aclaración. Entrar en el reino de Dios no significa salvarse en la otra vida. Eso ya ha quedado claro que se consigue mediante la observancia de los mandamientos, sea uno rico o pobre. Entrar en el Reino de Dios significa entrar en la comunidad cristiana, comprometerse de forma seria y permanente con la persona de Jesús en esta vida.

Jesús expresa con imaginación oriental la dificultad de que un rico entre en la comunidad cristiana.

Los discípulos por qué se asombran y se espantan. Reflejan la mentalidad de que la riqueza es una bendición de Dios; si los ricos no se salvan, ¿quién podrá salvarse? La respuesta de Jesús “para Dios todo es posible” parece dar por terminado el tema.

La respuesta de Jesús enumera siete objetos de renuncia, como símbolo de renuncia total: casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos, campos. Todo ello tendrá su recompensa en esta vida y, en la otra, vida eterna, pero, «con persecuciones». La abundancia de bienes se la proporciona el seguimiento de Jesús.

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