2024
CICLO B TIEMPO ORDINARIO XXVIII
Algunos detalles curiosos: Se acerca uno
«corriendo», «se arrodilla», lo llama «maestro bueno» (provocando cierto
malestar en Jesús), formula su pregunta, Jesús «lo mira con cariño». Al final,
el individuo «frunce el ceño» y se va triste.
El problema que le angustia es qué he
de hacer para heredad vida eterna, algo fundamental para entender todo el
pasaje. Lo que pretende el protagonista es, formar parte de la vida futura, es
decir salvarse. Este deseo sitúa al protagonista en un ambiente distinto del
normal: admite un mundo futuro, distinto del presente, mejor que éste, y desea
participar en él.
Jesús, antes de responder, aborda el
saludo y da un toque de atención sobre el uso precipitado de las palabras. El
único bueno es Dios. Luego responde a la pregunta haciendo referencia a cinco
mandamientos mosaicos, todos ellos de la segunda tabla, y añadiendo no
defraudarás. Lo curioso es que Jesús no dice nada de los mandamientos de la
primera tabla, que podríamos considerar los más importantes: no tener otros
dioses rivales de Dios, no pronunciar el nombre de Dios en falso, y santificar
el sábado. Según Jesús, para salvarse, basta portarse bien con el prójimo.
Cuando el protagonista le responde que
eso lo ha cumplido desde joven, Jesús lo mira con cariño y le propone algo
nuevo: que deje de pensar en la otra vida y piense en esta, dándole un sentido
nuevo. Ese sentido consistirá en seguir a Jesús, de forma real, física; pero
antes es preciso que venda todo y lo dé a los pobres. El programa de Jesús se
limita a tres verbos: vender, dar y seguir.
Entonces es cuando el personaje frunce
el ceño y se aleja, pues era muy rico. Con esta actitud, no pierde la
vida eterna (que depende de los mandamientos observados), pero sí pierde el
seguir a Jesús, dar plenitud a su vida ahora, en la tierra.
La segunda escena: Jesús y los
discípulos. Sirve para completar su enseñanza, en este caso sobre el peligro de
la riqueza. ¡Qué difícil es que los ricos entren en el reino de Dios!, esto
requiere una aclaración. Entrar en el reino de Dios no significa salvarse en la
otra vida. Eso ya ha quedado claro que se consigue mediante la observancia de
los mandamientos, sea uno rico o pobre. Entrar en el Reino de Dios significa
entrar en la comunidad cristiana, comprometerse de forma seria y permanente con
la persona de Jesús en esta vida.
Jesús expresa con imaginación oriental
la dificultad de que un rico entre en la comunidad cristiana.
Los discípulos por qué se asombran y se
espantan. Reflejan la mentalidad de que la riqueza es una bendición de Dios; si
los ricos no se salvan, ¿quién podrá salvarse? La respuesta de Jesús “para
Dios todo es posible” parece dar por terminado el tema.
La respuesta de Jesús enumera siete
objetos de renuncia, como símbolo de renuncia total: casa, hermanos, hermanas,
madre, padre, hijos, campos. Todo ello tendrá su recompensa en esta vida y, en
la otra, vida eterna, pero, «con persecuciones». La abundancia de bienes se la
proporciona el seguimiento de Jesús.
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