2024 OCTUBRE MEDITACIÓN EUCARISTICA.
El ingrediente secreto de Marta
Ante
ti Jesús sacramentado queremos estar unos momentos de reflexión para aprender
de ti a vivir con delicadeza y amor. Que todo lo hagamos por amor. Escuchemos
esta historia
El
ingrediente secreto de marta: Cada vez que José pasaba por la
cocina, veía un pequeño envase de cerámica que se encontraba en la repisa de la
cocina. Es probable que no hubiera notado su presencia, si Marta no le hubiera
dicho en repetidas ocasiones que nunca debía tocarlo. La razón, decía, es que
contenía una "hierba secreta" de su madre y como no había manera de
reponerla, se preocupaba si José u otra persona lo levantaba y miraba en su
interior, porque podrían dejarlo caer accidentalmente, y esparcir su valioso
contenido. En realidad, el envase no tenía nada especial. Por su antigüedad,
gran parte de sus colores originales, rojo y oro, se habían desvanecido. Podía
saberse por dónde lo habían agarrado una y otra vez cuando lo levantaban y
retiraban su apretada tapa.
Lo
único que José sabía a ciencia cierta era que, poco después de su boda con
Marta, su madre le había traído el envase y le había dicho que usara su
contenido tan amorosamente como ella lo había utilizado. Y lo hizo fielmente. José
nunca vio que Marta cocinara un plato sin tomar el envase de la repisa y
espolvorear un poquito de "hierba secreta" sobre los ingredientes. Incluso
cuando horneaba tortas y galletas, veía que les añadía una pizca de esa hierba,
antes de introducirlas en el horno. Cualquiera que fuera su contenido, era
seguro que surtía efecto, pues José creía que Marta era la mejor cocinera del
mundo. Y no era el único en opinar así; todos los que alguna vez comían en su
casa, alababan extraordinariamente su arte culinario.
Aquella
"hierba secreta" era tan fina que, cuando Marta la espolvoreaba sobre
la comida que estaba preparando, José no podía determinar su textura. Era obvio
que tenía que utilizar muy poca, pues no tenía cómo llenar de nuevo el envase. De
alguna manera, Marta consiguió que durara más que los treinta años que llevaba
de matrimonio hasta entonces.
Ben
sentía cada vez más su tentación de mirar el contenido de aquel envase, aunque
fuera una sola vez, pero nunca llegó a hacerlo. Un día, Marta enfermó. José la
llevó al hospital, donde tuvo que permanecer toda la noche. Cuando regresó a
casa, se sintió muy solo. Marta nunca había pasado la noche afuera. Cuando se
aproximaba la hora de cenar, se preguntó ¿qué haría?, como su mujer le agradaba
tanto cocinar que él nunca se preocupó por aprender a hacerlo. Cuando entró a
la cocina para ver qué había en el refrigerador, el envase de la repisa
apareció de inmediato ante sus ojos. Se sintió atraído hacia él como un imán.
Apartó
de inmediato la vista, pero una mortificante curiosidad lo hizo regresar. ¿Qué
había en aquel envase?, ¿por qué no debía tocarlo?, ¿cómo era la "hierba
secreta"?, ¿cuánto quedaba?
José
apartó la vista de nuevo, y levantó la tapa de un molde para torta que estaba
sobre el mostrador de la cocina. Ahhh...quedaba más de la mitad de una de
aquellas tortas deliciosas de Marta. Cortó un buen trozo, se sentó a la mesa de
la cocina y no había terminado el primer bocado, cuando sus ojos regresaron al
envase. ¿Qué mal podría hacer mirando en su interior?, Tomó otro bocado, mientras
se debatía consigo mismo... ¿debía hacerlo o no? Por último, no pudo resistir. Atravesó
lentamente la cocina y con el mayor cuidado, tomó el envase de la repisa,
temiendo esparcir el contenido. Colocó el envase sobre la mesa y, con mucho
cuidado, levantó la tapa. Temía mirar en su interior. Cuando pudo ver bien, sus
ojos se abrieron desmesuradamente... el envase estaba vacío, con excepción de
un pequeño trozo de papel doblado en el fondo.
José
trató de alcanzarlo; su mano grande y tosca luchaba por entrar. Lo tomó con
cuidado por una esquina, lo retiró y abrió lentamente bajo la lámpara de la
cocina. Contenía una pequeña nota garabateada, y José reconoció de inmediato la
escritura de su suegra. Decía sencillamente: "Marta, a todo lo que hagas,
añádele una pizca de amor".
Ben
tragó saliva, colocó la nota y el envase en su lugar, y regresó en silencio a
terminar su torta. Ahora sí comprendía por qué era tan deliciosa la comida que
Marta preparaba.
Añadámosle
una pizca de amor a todo en nuestra vida. Jesús te pedimos que nos muestres tu gran
amor y que nosotros sintiéndolo en lo más profundo de nuestras entrañas podamos
amar así a los que nos rodean. Seamos personas que llenan de amor todo lo que
tocan y todo lo que hablan, todo lo que piensan, todo lo que siente y todo lo
que reflejan sus actos. Amén
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