sábado, 22 de marzo de 2025


 

2025 CICLO C TIEMPO DE CUARESMA III

 

El evangelio de San Lucas es una invitación explícita a la conversión. La conversión como llamada del tiempo cuaresmal y como llamada permanente para quienes tenemos que asumir nuestra condición humana imperfecta y deseamos avanzar en la búsqueda de la voluntad de Dios en nuestras vidas.

La decisión de emprender el camino de la conversión, no puede ir dilatándose sin fecha de término, sino que nos exige una opción firme y clara, decidida y valiente por nuestra parte. Aprovechando la ocasión, Jesús nos pone el ejemplo de la higuera.

Es una parábola de una profundidad impresionante. Contiene un mensaje muy rico y nos manifiesta como es el comportamiento de Dios, pero también cuenta con que el proceso de crecimiento siempre puede ser optimizado, no puede darse nunca uno por vencido a la hora de ver los frutos. Y este es sin duda unos de los mensajes de esta parábola.

El rostro del Dios que Jesús están empezando a transmitir es un rostro misericordioso y siempre, siempre dispuesto a olvidar la ofensa reconocida. Si no hay frutos, lo lógico es arrancar y probar con otra cosa, porque la conversión se tiene que realizar en cosas concretas no sólo en buenas intenciones.

El viñador intercede por ella, y consigue un nuevo plazo a su favor, no está todo perdido, la cuidará, la podará y seguro que dará buenos frutos.

Así es Dios, siempre esperando nuestras buenas obras. La bondad, la compasión, la misericordia, la espera confiada son atributos divinos que en Jesús se hacen realidad de una forma especial. No olvidemos esto Dios es paciente con nosotros, pero jamás debemos tomar esa paciencia como excusa para ir posponiendo nuestra conversión, Dios quiere que caminemos hacia esa conversión ya desde hoy y que no lo dejemos para mañana.

No cabe duda, que cada uno debemos pensar que esa higuera somos nosotros, cada uno es esa higuera estéril, las veces que en mi vida no doy los frutos que debo dar, las veces que he cerrado los oídos para no oír lo que Dios me pide, las veces que sabiendo lo que tengo que cambiar no hago nada por lograrlo, ¿cuántas veces Dios ha tenido paciencia conmigo y sigue esperando mi conversión?

Esta lectura nos invita a reflexionar interiormente sobre nuestra realidad de personas que se sienten acogidas y perdonadas por un Padre que quiere siempre lo mejor para nosotros. Y esta realidad es la que nos anima cada domingo a intentar ser un poco mejores sin desanimarnos ni venirnos abajo por nuestros fracasos.

Se lo pedimos al Señor especialmente para cada uno de nosotros, que la meditación asidua de estas reflexiones nos haga ir interiorizando su realidad, y recordamos también a todos los que sufren, están solos o enfermos.

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