2025
CICLO C TIEMPO DE CUARESMA III
El
evangelio de San Lucas es una invitación explícita a la conversión. La conversión
como llamada del tiempo cuaresmal y como llamada permanente para quienes
tenemos que asumir nuestra condición humana imperfecta y deseamos avanzar en la
búsqueda de la voluntad de Dios en nuestras vidas.
La
decisión de emprender el camino de la conversión, no puede ir dilatándose
sin fecha de término, sino que nos exige una opción firme y clara,
decidida y valiente por nuestra parte. Aprovechando la ocasión, Jesús nos
pone el ejemplo de la higuera.
Es
una parábola de una profundidad impresionante. Contiene un mensaje muy rico y
nos manifiesta como es el comportamiento de Dios, pero también cuenta
con que el proceso de crecimiento siempre puede ser optimizado, no puede darse
nunca uno por vencido a la hora de ver los frutos. Y este es sin duda unos de
los mensajes de esta parábola.
El
rostro del Dios
que Jesús están empezando a transmitir es un rostro misericordioso y
siempre, siempre dispuesto a olvidar la ofensa reconocida. Si no hay
frutos, lo lógico es arrancar y probar con otra cosa, porque la conversión
se tiene que realizar en cosas concretas no sólo en buenas intenciones.
El
viñador intercede por ella, y consigue un nuevo plazo a su favor,
no está todo perdido, la cuidará, la podará y seguro que dará buenos frutos.
Así
es Dios, siempre esperando nuestras buenas obras. La bondad, la compasión, la
misericordia, la espera confiada son atributos divinos que en Jesús se hacen
realidad de una forma especial. No olvidemos esto Dios es paciente con
nosotros, pero jamás debemos tomar esa paciencia como excusa para ir
posponiendo nuestra conversión, Dios quiere que caminemos hacia esa
conversión ya desde hoy y que no lo dejemos para mañana.
No
cabe duda, que cada uno debemos pensar que esa higuera somos nosotros,
cada uno es esa higuera estéril, las veces que en mi vida no doy los frutos
que debo dar, las veces que he cerrado los oídos para no oír lo que Dios me
pide, las veces que sabiendo lo que tengo que cambiar no hago nada por
lograrlo, ¿cuántas veces Dios ha tenido paciencia conmigo y sigue esperando mi
conversión?
Esta
lectura nos invita a reflexionar interiormente sobre nuestra realidad de
personas que se sienten acogidas y perdonadas por un Padre que quiere siempre
lo mejor para nosotros. Y esta realidad es la que nos anima cada domingo a
intentar ser un poco mejores sin desanimarnos ni venirnos abajo por nuestros
fracasos.
Se
lo pedimos al Señor especialmente para cada uno de nosotros, que la meditación
asidua de estas reflexiones nos haga ir interiorizando su realidad, y
recordamos también a todos los que sufren, están solos o enfermos.
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