martes, 18 de marzo de 2025

2025 SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ

 

Celebrarnos hoy la solemnidad de San José patrono de la Iglesia y fiesta grande en nuestras tierras. La Palabra de Dios nos invita a reflexionar sobre la figura de San José, un hombre humilde y justo, que supo escuchar la voz de Dios y responder con fe y obediencia. A través de las lecturas, descubrimos un tema central: la esperanza. Una esperanza viva, fundamentada en la misericordia de Dios y en la certeza que su plan de salvación nunca falla.

En el segundo libro de Samuel, Dios promete a David que su trono será eterno: “Tu casa y tu reino permanecerán para siempre”. Esta promesa se cumple en Jesús, descendiente de David y Salvador del mundo. Pero esta realización no ocurre sin desafíos ni sorpresas. Dios confía esta misión de salvación a un carpintero humilde: José, quien, al enfrentar una situación inesperada, decide actuar con justicia y misericordia.

El Evangelio nos muestra cómo José descubre que María está esperando un hijo. Su reacción inicial es de misericordia, buscando proteger la dignidad de María. Pero es en su apertura a la voluntad de Dios donde encontramos su grandeza: “José era justo”, no solo porque cumplía la ley, sino porque su justicia se fundamentaba en la fe y en el amor.

Hoy más que nunca, nuestra sociedad necesita personas como él, con corazón de padre. Que vivan la ternura. La ternura es el amor ante lo frágil. La ternura permite a los padres liberar de inseguridades al hijo. La ternura es la obra artesana de un Dios que actúa en los corazones y en los acontecimientos “incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad”.

Quien cede el control, quien confía en Dios, genera hijos sanos y maduros y no analfabetos o castrados emocionales. En la escuela de José podemos aprender a ser tiernos con corazón de Padre. Arriesguémonos a dejar que Dios trate con ternura nuestra propia fragilidad, permitamos mostrar a nuestros hermanos nuestra propia vulnerabilidad y nos quedaremos maravillados del corazón de padre que Dios es capaz de trasplantar en nuestro interior.

Finalmente, el tiempo de cuaresma nos invita a mirar la misericordia de Dios como un horizonte de vida, ya que él nos da la oportunidad de arrepentirnos para iniciar una nueva vida. José, en su silencio y obediencia, se convierte en modelo para cómo acoger esa misericordia: él nos enseña a confiar, a escuchar y a actuar con amor, incluso en los momentos más desafiantes.

Pidamos a San José que interceda por nosotros, para que aprendamos de su fe, su humildad y su esperanza. Que su ejemplo nos inspire a vivir con justicia y misericordia, siendo testigos del amor fiel de Dios en el mundo.

Feliz día del padre a todos los que ejercéis como tales y os desvivís para realizarlo con amor y abnegación.


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