2025
SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ
Celebrarnos
hoy la solemnidad de San José patrono de la Iglesia y fiesta grande en nuestras
tierras. La Palabra de Dios nos invita a reflexionar sobre la figura de San
José, un hombre humilde y justo, que supo escuchar la voz de Dios
y responder con fe y obediencia. A través de las lecturas, descubrimos
un tema central: la esperanza. Una esperanza viva, fundamentada en la
misericordia de Dios y en la certeza que su plan de salvación nunca falla.
En
el segundo libro de Samuel, Dios promete a David que su trono será eterno: “Tu
casa y tu reino permanecerán para siempre”. Esta promesa se cumple en Jesús,
descendiente de David y Salvador del mundo. Pero esta realización no ocurre sin
desafíos ni sorpresas. Dios confía esta misión de salvación a un carpintero
humilde: José, quien, al enfrentar una situación inesperada, decide actuar
con justicia y misericordia.
El
Evangelio nos muestra cómo José descubre que María está esperando un hijo. Su
reacción inicial es de misericordia, buscando proteger la dignidad de María.
Pero es en su apertura a la voluntad de Dios donde encontramos su grandeza:
“José era justo”, no solo porque cumplía la ley, sino porque su justicia se
fundamentaba en la fe y en el amor.
Hoy
más que nunca, nuestra sociedad necesita personas como él, con corazón de padre.
Que vivan la ternura. La ternura es el amor ante lo frágil. La ternura permite a
los padres liberar de inseguridades al hijo. La ternura es la obra artesana de
un Dios que actúa en los corazones y en los acontecimientos “incluso a través
de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad”.
Quien
cede el control, quien confía en Dios, genera hijos sanos y maduros y no
analfabetos o castrados emocionales. En la escuela de José podemos aprender a
ser tiernos con corazón de Padre. Arriesguémonos a dejar que Dios trate con
ternura nuestra propia fragilidad, permitamos mostrar a nuestros hermanos
nuestra propia vulnerabilidad y nos quedaremos maravillados del corazón de
padre que Dios es capaz de trasplantar en nuestro interior.
Finalmente,
el tiempo de cuaresma nos invita a mirar la misericordia de Dios como un
horizonte de vida, ya que él nos da la oportunidad de arrepentirnos para
iniciar una nueva vida. José, en su silencio y obediencia, se convierte en
modelo para cómo acoger esa misericordia: él nos enseña a confiar, a escuchar y
a actuar con amor, incluso en los momentos más desafiantes.
Pidamos
a San José que interceda por nosotros, para que aprendamos de su fe, su
humildad y su esperanza. Que su ejemplo nos inspire a vivir con justicia y
misericordia, siendo testigos del amor fiel de Dios en el mundo.
Feliz
día del padre a todos los que ejercéis como tales y os desvivís para realizarlo
con amor y abnegación.
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