Tiempo malgastado
¡Cuánto tiempo y energía gastamos,
Señor, en hablar de los defectos del hermano!
Y necesitamos encontrarle fallos, para
así poder soportar los nuestros propios...
¡Somos tan frágiles, Dios nuestro!
Somos como niños malcriados, celosos,
inseguros, necesitados de aprobación.
Gracias por hacernos caer en la cuenta de
nuestra fragilidad.
Eso nos hace grandes, porque caemos en
la cuenta de que eres Tú quien nos magnifica, partiendo de nuestra pequeñez.
No nos permitas malgastar palabras en
desamor, no nos dejes hablar mal de nadie, enséñanos a decir el Amor, a
expresar la ternura y el cariño, a elegir las palabras más dulces y generadoras
de fraternidad.
Haznos constructores de la gran familia
humana, siendo hermanos de todas las personas, creando calidez alrededor y
calor de mesa camilla en el trabajo, en la calle, en la familia y en la
sociedad.
Esta es la revolución del Evangelio que
Tú nos propones y nos invitas a inventar.
En ello queremos gastar la vida, Señor.
Amén
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